El Neruda del 'heavy'
Padrino del 'metal', sat¨¢nico impostado, comedor de murci¨¦lagos, inculto, alcoh¨®lico, drogadicto y estrella de la MTV, Ozzy Osbourne se desnuda en sus memorias: 'I am Ozzy (confieso que he bebido)'
Ozzy Osbourne no quiere pol¨¦micas. En sus memorias -I am Ozzy (confieso que he bebido)-, el padrino del heavy avisa de que sus recuerdos pueden estar algo distorsionados: "Durante los ¨²ltimos 40 a?os he ido ciego de alcohol, coca, ¨¢cido, Quaaludes, pegamento, jarabe para la tos, hero¨ªna, Rohypnol, Klonopin, Vicodin y otras muchas sustancias. (...) No soy la puta Enciclopedia brit¨¢nica. Lo que vais a leer es lo que gote¨® de la gelatina que tengo por cerebro cuando le pregunt¨¦ por la historia de mi vida". Dif¨ªcil resumirlo mejor.
A Ozzy se le ve¨ªa venir desde peque?o. "Mi padre siempre pens¨® que yo har¨ªa algo grande: 'Tengo una corazonada, John Osbourne', me dec¨ªa despu¨¦s de unas cervezas, 'o acabas haciendo algo muy especial o acabas en la c¨¢rcel'. Y llevaba raz¨®n el viejo: antes de cumplir los 18 ya estaba en la c¨¢rcel". Nacido en 1948 en Birmingham, en la Inglaterra profunda, Ozzy creci¨® en una familia pobre, no aprendi¨® nada en el colegio (justifica ahora que fue por una dislexia) y pronto vio que no ten¨ªa futuro. Trabaj¨® desengrasando maquinaria de autom¨®viles en un bid¨®n con cloruro de metileno. Le despidieron porque se quitaba la m¨¢scara y aspiraba el vapor. "Uaaaaaaaaaa... era como esnifar pegamento, pero multiplicado por 100".
El libro lo ha escrito el periodista Chris Ayres, con quien Ozzy mantuvo a medias un consultorio en Rolling Stone. Ayres ha mantenido los disparates y tacos que suelta Osbourne, de forma que el libro merece un lugar digno entre las memorias de descerebrados del rock. Extrae carcajadas y proporciona an¨¦cdotas para la madrugada de los nost¨¢lgicos del metal.
Como no sabe hacer nada, el joven Ozzy compra un amplificador y se anuncia como cantante. Encuentra a su excompa?ero de colegio Tony Iommi, gran guitarrista. Montan un grupo de blues con The Beatles como ¨ªdolos. "Tony fue el primero en sugerir que hici¨¦semos algo que sonase maligno. Cerca del centro comunitario en el que ensay¨¢bamos hab¨ªa un cine, el Orient, y siempre que echaban una peli de miedo la cola daba la vuelta a la esquina".
-?No es raro que la gente est¨¦ dispuesta a pagar por asustarse? -dijo Tony un d¨ªa-. Quiz¨¢ deber¨ªamos dejar de tocar blues y escribir canciones que den miedo.
As¨ª, de la forma m¨¢s simple, nace Black Sabbath, grupo pionero del metal que vender¨ªa millones de discos. "Tiene gracia, porque, pese al cambio de orientaci¨®n, segu¨ªamos siendo una banda de blues de 12 compases bastante can¨®nica", recuerda Ozzy. Los fans se quedan con la muerte y la magia negra y llenan los conciertos. Primero en en Europa y luego en EE UU. Drogas, alcohol, pocas chicas (la casquer¨ªa espanta a las groupies), hasta que una d¨¦cada despu¨¦s, en 1979, sus compa?eros le despiden por borracho.
En solitario y con su mujer, Sharon, como agente, decide dar una vuelta de tuerca a su carrera. Sat¨¢nico y guarro, no; mucho m¨¢s. En 1980 edita Blizzard of Ozz, y en una reuni¨®n con directivos de la CBS en EE UU decide impresionarlos. Sharon le dio unas palomas para que las soltara al vuelo en la sala. Quer¨ªan demostrar que Ozzy era una verdadera estrella del rock y, por tanto, un exc¨¦ntrico. Pero el cantante ten¨ªa otros planes: "Saqu¨¦ una de las palomas del bolsillo. 'Se acab¨®', pens¨¦. Abr¨ª la boca de par en par. En el otro extremo de la sala vi que Sharon se encog¨ªa. Y entonces mord¨ª y escup¨ª. La cabeza de la paloma aterriz¨® en el regazo de la relaciones p¨²blicas con un chorrazo de sangre. Si os digo la verdad, estaba tan borracho que todo me sab¨ªa a Cointreau. A Cointreau y a plumas. Y a pico tambi¨¦n". Ozzy sab¨ªa de tripas porque de joven hab¨ªa trabajado en un matadero.
A la prensa le encanta. En los conciertos, el p¨²blico tira sangre y v¨ªsceras al escenario. La leyenda crece cuando, en 1982, se come un murci¨¦lago que cruzaba aturdido entre los focos. Fue por error: "Levant¨¦ el murci¨¦lago y ense?¨¦ los dientes mientras Randy [Rhoads] tocaba uno de sus solos. El p¨²blico se volvi¨® loco. Y entonces hice lo que siempre hac¨ªa con los juguetes de goma sobre el escenario. ?AM. De inmediato not¨¦ que algo iba mal. Muy mal. Para empezar, la boca se me llen¨® de un l¨ªquido pegajoso y c¨¢lido con el peor gusto que os pod¨¢is imaginar. Not¨¦ que me manchaba los dientes y me corr¨ªa por la barbilla. Y luego la cabeza se movi¨® dentro de la boca. 'No me jodas', pens¨¦, 'no me jodas que acabo de comerme un murci¨¦lago". Durante d¨ªas, recibe dolorosas inyecciones contra la rabia.
Su vida deja de tener gracia cuando narra la degeneraci¨®n del adicto sumergido en alcohol y drogas: se caga encima cada noche o en cualquier pasillo de hotel, ingresa en prisi¨®n por intentar asesinar a su mujer, entra y sale de centros de rehabilitaci¨®n... Es capaz de acabar con dos gramos de coca en un vuelo entre EE UU y Europa a base de colocar a todas las azafatas. O eso cuenta.
Su carrera va hacia abajo durante los noventa. Para entonces, Ozzy, que lee con dificultad, ya tiene una mansi¨®n a cada lado del Atl¨¢ntico y levanta un poco el pie. En 2003, operado de cirug¨ªa est¨¦tica, apenas bebe, aunque mezcla todo tipo de f¨¢rmacos. Conoce a un productor que realiza un desternillante documental sobre su vida. La MTV lo ve y, en 2003, la cadena graba Los Osbourne, un Gran hermano en su casa. Ozzy, su mujer y sus dos hijos adolescentes se insultan sin parar. A la audiencia le encanta, le cita George W. Bush y conoce a la reina de Inglaterra. En televisi¨®n aparece como un monigote con problemas para expresarse. Pero es entra?able, una especie de Homer Simpson extremo y real.
Ozzy admite que si de ni?o hubieran puesto en fila a sus amigos para apostar sobre qui¨¦n iba a llegar a viejo y millonario, ¨¦l habr¨ªa sido el ¨²ltimo elegido. Pero as¨ª son las cosas.
I am Ozzy (confieso que he bebido), de Ozzy Osbourne. Global Rhythm Press. Precio: 22 euros.
"Doctor, ?la hero¨ªna cuenta como droga?"
-Bien, se?or Osbourne, quiero preguntarle algo -dijo el m¨¦dico-. ?Ha tomado alguna vez drogas 'recreativas'?
Este era uno nuevo, el m¨¦dico al que fui cuando decid¨ª quitarme de todo. Llevaba casi cuarenta a?os pas¨¢ndome con el alcohol y las pastillas, de modo que me pareci¨® buena idea enterarme de los destrozos que hab¨ªan causado.
-Bueno -dije con una tosecilla-, una vez fum¨¦ un poco de marihuana.
-?Y ya est¨¢?
-S¨ª, ya est¨¢.
El m¨¦dico sigui¨® toquete¨¢ndome y comprobando sus notas. De pronto se par¨® y pregunt¨®:
-?Est¨¢ seguro?
-Bueno -dije con una tosecilla-, tambi¨¦n un poco de speed. Pero hace mucho tiempo.
-?As¨ª que solo marihuana y un poco de speed?
-Eso es, s¨ª.
El m¨¦dico sigui¨® a lo suyo. Pero al cabo de un rato se detuvo de nuevo:
-?Est¨¢ absolutamente seguro de que solo ha sido marihuana y speed?
-Hombre, en otra ¨¦poca me hice alguna que otra rayita de farlopa -le dije; empezaba a sentirme confiado.
-Entonces, ?marihuana, speed y... algunas rayas de coca¨ªna?
-S¨ª, y eso vendr¨ªa a ser todo.
-?Y est¨¢ seguro de eso?
-Aj¨¢.
-Quiero estar absolutamen...
-?La hero¨ªna cuenta?
-S¨ª, la hero¨ªna cuenta.
-Ah, entonces hero¨ªna tambi¨¦n. Pero solo una o dos veces.
-?Seguro que solo un par de veces?
-S¨ª, s¨ª, seguro. La hero¨ªna es una puta mierda de droga. ?La ha probado usted?
-No.
-No me va. Se vomita demasiado.
-Efectivamente, las n¨¢useas pueden ser intensas.
-A m¨ª lo que me parece es un desperdicio de alcohol.
-De acuerdo -me cort¨® el m¨¦dico-. ?Hay alguna droga que NO haya tomado, se?or Osbourne?
Silencio.
-?Se?or Osbourne?
-No, ninguna que yo sepa.
M¨¢s silencio. Finalmente, dijo:
-?Y qu¨¦ me dice del alcohol? Ha mencionado usted que bebe. ?Cu¨¢ntas unidades al d¨ªa?
-No s¨¦. Unas cuatro, m¨¢s o menos.
-?Puede ser m¨¢s espec¨ªfico?
-Botellas de Hennessy, pero depende.
-?De qu¨¦ depende?
-Del tiempo que paso desmayado entre una y otra.
-?Y solo bebe Hennessy?
-Hombre, la cerveza no cuenta, ?no?
El m¨¦dico sacudi¨® la cabeza, suspir¨® y se frot¨® los ojos. Luego pregunto:
-?Fuma usted, se?or Osbourne?
-De vez en cuando.
-Menuda sorpresa. ?Cu¨¢ntos al d¨ªa, dir¨ªa usted?
-Treinta y alguno.
-?Qu¨¦ marca de cigarrillos?
-No, no, puros. Los cigarrillos no los cuento.
El m¨¦dico empez¨® a ponerse muy p¨¢lido. Por fin dijo:
-?Cu¨¢nto tiempo hace que mantiene esa rutina diaria?
-?En qu¨¦ a?o estamos? -pregunt¨¦.
-2004.
-Pues casi cuarenta a?os.
-?Hay algo m¨¢s en su historial m¨¦dico que deba saber? -pregunt¨®.
-Veamos -dije yo-, una vez me atropell¨® un avi¨®n; bueno, casi. Y me he roto el cuello montando en quad. Durante el coma mor¨ª dos veces. Tambi¨¦n he tenido sida durante 24 horas. Y he cre¨ªdo tener esclerosis m¨²ltiple, pero result¨® ser un temblor de Parkinson. Ah, y he tenido gonorrea unas cuentas veces. Y un par de convulsiones, como aquella vez que tom¨¦ code¨ªna en Nueva York, o cuando me met¨ª la droga de los violadores en Alemania. Y eso es todo, en serio, a menos que quiera incluir los medicamentos con receta.
El m¨¦dico asinti¨®. Luego carraspe¨®, se afloj¨® el nudo de la cortaba y dijo:
-Tengo otra pregunta que hacerle, se?or Osbourne.
-Adelante, doctor.
-?Por qu¨¦ sigue usted vivo? -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.