Peter Eisenman "La m¨¢xima ambici¨®n siempre es necesaria"
Si la Ciudad de la Cultura es un proyecto pol¨¦mico para Galicia; para la arquitectura, su autor, el estadounidense Peter Eisenman (Newark, Nueva Jersey,1932) es un hombre acostumbrado a la discordia y el rechazo que se alimenta de dos obsesiones: dar con un idioma de su tiempo y que, a la vez, quede fuera del tiempo. El autor del sobrecogedor Memorial del Holocausto, en Berl¨ªn, fue doctor en filosof¨ªa por Cambridge antes de poner una piedra. Y, en su opini¨®n, "saber demasiado casi me arruina la vida". Uno de los estandartes del deconstructivismo, que propon¨ªa romper el per¨ªmetro de los edificios aplicando normas ling¨¹¨ªsticas a la arquitectura, construye en Espa?a otro edificio para la Universidad de Gand¨ªa. El d¨ªa anterior a la entrevista, durante una conferencia en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, Eisenman afirm¨® que nunca vivir¨ªa en una casa dise?ada por ¨¦l. Aleg¨® que le gustan las cosas "tontas, de tan sencillas".
"Tras 20 a?os de psicoan¨¢lisis aprend¨ª que quer¨ªa acercarme mucho al sol"
Entonces, ?por qu¨¦ es tan compleja su arquitectura?
Hay una diferencia entre el arte y la vida. Estoy c¨®modo en lugares an¨®nimos, en una vivienda que no sea de anuncio. Nunca he querido hacer mi propia casa. Pero la complejidad de mi trabajo se debe a que eleg¨ª ser un arquitecto de un tiempo y una ¨¦poca, la m¨ªa, en contraposici¨®n a serlo de un lugar. Me pregunto si es posible hacer que alguien dude del momento en que vive gracias a la arquitectura. Creo que consegu¨ª algo cercano a eso con el Monumento al Holocausto en Berl¨ªn. La sensaci¨®n de sentirse perdido hace que uno tome mayor conciencia de existir. Y eso es imposible hacerlo en una casa. Al principio de mi carrera dije que solo har¨ªa viviendas, pero crec¨ª. La escala tambi¨¦n se da en m¨²sica. No es lo mismo una partita que una ¨®pera. No pueden aspirar a lo mismo.
Y a usted le interesa la ¨®pera.
Solo los proyectos de gran escala pueden enfrentarse a los problemas de nuestro tiempo. He sido afortunado al poder hacer seis edificios en Santiago que son como muchas voces cantando a la vez. Y creo que es posible que la Ciudad de la Cultura se convierta en una obra hist¨®rica. Es importante que Galicia sienta que es algo m¨¢s que el cabo Finisterre de Espa?a. Y cuando leo los comentarios de las 35.000 personas que lo han visitado en las tres semanas posteriores a la inauguraci¨®n, diciendo que el lugar es majestuoso, siento que se enorgullecen, y eso era parte de lo que se busc¨® cuando convocaron el concurso.
?Cree que la catedral les enorgullece lo suficiente?
Creo que la Ciudad de la Cultura buscaba ser un monumento secular en un lugar tradicionalmente religioso. De las tres autonom¨ªas con idioma propio, Galicia no ten¨ªa la industria ni la modernidad de Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco. Agr¨ªcola y pobre, carec¨ªa de las infraestructuras culturales de sus vecinos. La idea de juntar tantas instalaciones justifica la Cidade. Adem¨¢s, cuando se convoc¨® el concurso, las condiciones econ¨®micas eran otras. Galicia decidi¨® invertir en este proyecto en lugar de malgastar el dinero. Hoy podr¨ªan no tener nada. Y lo que vemos es algo para ma?ana, no para hoy. La regi¨®n perd¨ªa poblaci¨®n. ?C¨®mo la recuperas sin las infraestructuras culturales de nuestra ¨¦poca?
?Est¨¢ diciendo que la Cidade pone a Galicia en el tiempo actual?
S¨ª. Ayudar¨¢ a empujar la regi¨®n hacia el presente y a alejarla de la nostalgia del pasado.
Dice usted que las buenas ideas no envejecen, ?la Cidade lo es?
Creyeron que hac¨ªan algo grande. Y yo lo sigo creyendo. La gente debe darse cuenta de que el coste ha cambiado porque el programa ha cambiado. De 60.000 metros cuadrados hemos pasado a 150.000. La biblioteca tuvo que doblar su capacidad porque el consejero dijo que necesitaban espacio para un mill¨®n de libros. ?Tienen los libros? Eso no es asunto m¨ªo. El proyecto est¨¢ costando 2.200 euros por metro cuadrado. La mitad de lo que cuestan los de Herzog & de Meuron o Moneo.
?Un arquitecto se pregunta si lo que hace es necesario para un lugar?
Uno se pregunta: ?Lo que estamos haciendo es moral?, ?es lo correcto? Despu¨¦s, uno se pregunta si el trabajo es interesante. Yo creo que en el mundo hay demasiada arquitectura. Y que el 80% de lo que se les plantea a los arquitectos es irrelevante. No tiene cometidos pol¨ªticos o ambiciones sociales. En Mil¨¢n hacemos una torre de viviendas de ese tipo, el dise?o se adapta a la normativa, a la obsesi¨®n del cliente por exprimir los metros cuadrados. Se hace como reto y para alimentar el estudio. Pero uno no se mete pensando que va a hacer gran arquitectura. Santiago no era de ese tipo. El Memorial del Holocausto de Berl¨ªn, tampoco. ?Necesarios? Creo que la m¨¢xima ambici¨®n siempre es necesaria.
?Cu¨¢ntas veces puede un arquitecto firmar un trabajo que representa su ideolog¨ªa?
Pocas, si es que puede. Los componentes de la ideolog¨ªa moderna, vivienda e infraestructuras, se han perdido por la especulaci¨®n y a nadie le importa. La gente se dedica a hacer centros comerciales. Los j¨®venes de hoy parecen haber perdido la oportunidad de participar en proyectos que cambien el mundo. ?Cu¨¢l es hoy la posibilidad de hacer una arquitectura de compromiso social? No es un museo ni la vivienda.
?Los centros comerciales hechos de otra manera?
Puede ser. Pero a la gente del ¨¢mbito comercial le importa muy poco la arquitectura. Solo entienden de formas. Cuando trabaj¨¦ para Gropius en los cincuenta, su estudio era el mejor sitio para ir. Al nivel de Mies van der Rohe. Hab¨ªa posibilidades. Pero nuestro trabajo era anodino. No eran los trabajadores, era el esp¨ªritu. Todo era banal, no hab¨ªa nada inspirador. Gropius no ten¨ªa visi¨®n. Eso me hizo dudar. Me plante¨¦ si Gropius habr¨ªa sido siempre as¨ª. Y conclu¨ª que nunca tuvo inter¨¦s en nada m¨¢s all¨¢ de su propio ego.
?Cree que hay muchos arquitectos interesados hoy en algo m¨¢s all¨¢ de su propio ego?
Creo que hoy hay m¨¢s que nunca. Rem Koolhaas tiene un gran ego, pero Rafael Moneo est¨¢ interesado en algo m¨¢s. Tambi¨¦n Venturi. Y muchos arquitectos j¨®venes. Espa?a es uno de los pa¨ªses que mejor prepara a sus arquitectos para tener obra con sentido y responsabilidad moral.
?C¨®mo se siente un arquitecto cuando lo que considera su obra maestra no es valorado por la mayor¨ªa de la gente?
Si le gustara a todo el mundo, algo ir¨ªa mal. Si eres un personaje p¨²blico debes admitir la cr¨ªtica. La cuesti¨®n con cada proyecto es: ?crees en ¨¦l lo suficiente como para luchar y aguantar todo lo que deber¨¢s aguantar por ¨¦l? No espero gustar a todo el mundo. Solo pido que sepan ver lo que hay en Santiago. Creo que uno puede ir all¨ª y sentir que en esa obra hay pasi¨®n. Y creo que se debe juzgar con justicia, no desde la actual crisis econ¨®mica. No se puede criticar que sea grande o que ha costado demasiado. La cr¨ªtica debe ser otra; Galicia necesitaba algo de esta escala.
?Lleva tiempo entender sus edificios?
El Memorial para el Holocausto de Berl¨ªn tuvo una enorme oposici¨®n. Ambos proyectos, Galicia y Berl¨ªn, son tanto arquitectura como paisaje. Recrean un lugar. Y es un lugar fuera del tiempo que permite a cualquiera sentirse fuera del tiempo. En las semanas que lleva abierto, lo m¨¢s valorado por el p¨²blico es la parte de la plaza que asciende hasta la cubierta.
Alguien puede preguntarse qu¨¦ tipo de arquitecto har¨ªa una rampa que no conduce a ning¨²n sitio...
No es una rampa, es el suelo que se eleva.
?Para qu¨¦?
?Para qu¨¦? ?Por qu¨¦ a la gente le gusta elevarse? D¨ªgamelo usted. No lo s¨¦. Pero todos van all¨ª. Se hacen fotos. No es el edificio, es el suelo, que termina por ser parte del edificio. Es un lugar con fuerza. Y no hace falta saber por qu¨¦. La gente experimenta esa fuerza. Es el punto m¨¢s popular. ?Qu¨¦ sienten all¨ª? No lo s¨¦ ?Incertidumbre? ?Desequilibrio?
Usted ya se pregunt¨® si la incertidumbre es siempre relevante en arquitectura. Cuando lo hizo dej¨® de construir viviendas y empez¨® a psicoanalizarse. Lo hizo durante 20 a?os.
El cr¨ªtico Manfredo Tafuri me acus¨® de querer volar como ?caro, demasiado cerca del sol. Tras 20 a?os de psicoan¨¢lisis aprend¨ª lo que ya sab¨ªa, que quer¨ªa acercarme demasiado al sol. Pero nadie fue capaz de explicarme c¨®mo buscar el sol en la tierra.
?Qu¨¦ aprendi¨® psicoanaliz¨¢ndose?
?Debo tumbarme?
Por favor, si¨¦ntase c¨®modo.
Lo que hizo el psicoan¨¢lisis fue: acabar con mi matrimonio (un matrimonio que jam¨¢s cre¨ª que fuera a romperse), acabar con mi vida acad¨¦mica y empujarme hacia la pr¨¢ctica arquitect¨®nica. Me cambi¨® la idea de lo que es hacer arquitectura. He vivido rodeado de psiquiatras. Mi anterior suegro fue el psicoanalista de Jackson Pollock, la familia de mi primera mujer se psicoanaliz¨® al completo. Yo, durante mucho tiempo, ten¨ªa dos psicoanalistas, uno en Los ?ngeles y otro en Nueva York.
Como en las pel¨ªculas.
Me sent¨ªa metido en un barco en medio de un r¨ªo rodeado de niebla. O¨ªa llamadas a un lado y al otro anunciando d¨®nde estaba la orilla. Al final toda mi familia pas¨® por el analista: mi mujer actual, mis hijos de este y del anterior matrimonio...
?Y?
El psicoan¨¢lisis no te hace mejor, pero te hace entender por qu¨¦ eres como eres. No te cura nada. Es m¨¢s, uno concluye que los m¨¢s enfermos son los propios analistas, casi todos algo lun¨¢ticos. Pero te da libertad. Me hizo aceptar qui¨¦n soy.
?Y qui¨¦n es?
Una persona que no tiene que mentir.
?Antes s¨ª lo hac¨ªa?
No estaba en paz. Al decir lo que pienso hice las paces con mi pasado. Luego las hice con mi procedencia jud¨ªa gracias al proyecto del Memorial para el Holocausto. Crec¨ª en una familia laica. Ten¨ªamos hasta ¨¢rbol de Navidad. Y no supe que mis or¨ªgenes eran jud¨ªos hasta que cumpl¨ª 11 a?os y un ni?o me dijo que no pod¨ªa jugar conmigo porque yo era jud¨ªo. Eso me hizo rechazar serlo. Me encerr¨¦. El psicoan¨¢lisis me permiti¨® decir lo que soy: de ascendencia jud¨ªa, no practicante... Aprend¨ª lo que parece la cosa m¨¢s dif¨ªcil del mundo. Decir qu¨¦ son las cosas que arden dentro de uno. En otras palabras, el psicoan¨¢lisis te obliga a decir lo que no quieres decir. Y normalmente eso es lo importante.
?Aplicado tambi¨¦n a la arquitectura?
En la conferencia del C¨ªrculo de Bellas Artes intent¨¦ hablar de lo que arde en m¨ª, pero no s¨¦ con certeza. ?Qu¨¦ es la ideolog¨ªa hoy? Quiero saber qu¨¦ es arquitectura hoy. Porque no conozco la respuesta, y ahora no titule la entrevista as¨ª.
Ser¨ªa un buen titular: "El autor de la Ciudad de la Cultura declara que no sabe lo que es la arquitectura".
Tal y como soy, o como me he hecho, necesito entender todo esto.
?Se siente libre?
No creo que nadie sepa hoy qu¨¦ es la ar
quitectura. S¨¦ que no es la estetizaci¨®n de la ideolog¨ªa (como intentaron los nazis), pero si la arquitectura es pol¨ªtica, ?qu¨¦ pinta el componente est¨¦tico?
?Su trabajo tiene en cuenta la est¨¦tica?
La Cidade es bonita. Pero la est¨¦tica es accidental, inesperada, no el objetivo. ?Cu¨¢ntos trabajos importantes se pueden hacer en una vida? ?Cu¨¢ntos trabajos necesarios? Cuando termine Santiago, ser¨¢ una de las dos obras importantes que habr¨¦ hecho en mi vida. Pero he hecho 30 edificios. De ninguna manera pueden ser todos importantes.
?Cu¨¢ndo supo que Santiago, o Berl¨ªn, ser¨ªan obras importantes?
En Berl¨ªn la memoria del Holocausto es fundamental. Si afrontas bien algo tan espinoso, el monumento ser¨¢ importante durante mucho tiempo. Lo hicimos bien. La historia nos dir¨¢ si Santiago es importante. Primero se debe acabar. Faltan las calles para que se convierta en territorio. Falta el museo, un edificio sobrecogedor que se inaugurar¨¢ en septiembre. Tambi¨¦n el auditorio es impactante. Cuando se termine, la historia juzgar¨¢.
?Le gusta a Fraga?
S¨ª. ?l se enorgullece. Lo vi en la inauguraci¨®n y lo abrac¨¦. Congeniamos mucho. Creo que ¨¦l es importante en la historia espa?ola.
?Sabe lo que representa en la historia de Espa?a?
Fue un profesor brillante en los sesenta. Trat¨® de democratizar el r¨¦gimen, de alguna manera. El Opus lo apart¨® del Gobierno porque era demasiado vol¨¢til y se convirti¨® en embajador en el Reino Unido. Es amigo de Fidel Castro, cosa que molesta a muchos en el PP. Cre¨® los paradores. Particip¨® en la fundaci¨®n de EL PA?S. Creo que ser¨¢ juzgado como una figura m¨¢s importante que Su¨¢rez. Por lo menos para m¨ª, ha sido una figura clave. Y ahora est¨¢ feliz con la Ciudad de la Cultura.
?Es su monumento?
?l lo siente as¨ª. Quiere que se termine. Pero eso deber¨ªa pregunt¨¢rselo a ¨¦l. Fue poderoso, sigue siendo un hombre fuerte. Sin duda es uno de los clientes m¨¢s importantes que he tenido nunca. Entiende el mundo.
Por cierto, ?por qu¨¦ no visti¨® la camiseta del Compostela el d¨ªa de la inauguraci¨®n, como le gustaba hacer antes cuando llegaba a una ciudad?
Los tiempos han cambiado. Adem¨¢s tengo una historia con el Deportivo y debo ser cuidadoso. Muchos de los problemas de la Cidade residen en que est¨¢ ubicada en Santiago. Piense que cuando empec¨¦, la Xunta me pidi¨® que hiciera un proyecto para el Deportivo. El alcalde Paco V¨¢zquez y el presidente del Deportivo, Lendoiro, estaban enfrentados y el proyecto no prosper¨®. Pero si lo hubiera hecho, la ansiedad sobre Santiago se habr¨ªa rebajado.
Las cosas, efectivamente, cambian. ?Qu¨¦ ha cambiado en su estudio en los a?os que lleva dedicados a la Cidade?
Soy m¨¢s r¨¢pido. Hace 10 a?os, si me hubiera fallado una piedra se me hubiera hundido el mundo. Hoy encuentro otra para sustituirla. Creo incluso que las diferencias de color pueden mejorar un edificio. Y eso, que ha sucedido, es imposible dise?arlo. Uno aprende en los accidentes.
M¨¢s cambios. Cuando Obama y Hillary Clinton disputaban las primarias para convertirse en candidatos a presidente usted asegur¨® que ni una mujer ni un negro presidir¨ªan jam¨¢s su pa¨ªs.
Y me equivoqu¨¦. Equivocarme as¨ª me gusta. Pero preg¨²ntese usted si un negro podr¨ªa presidir Espa?a, Francia, Italia o Alemania, por preparado que estuviese. Lo interesante es que el prejuicio racista parece vencerse antes que el de g¨¦nero. Las mujeres no votaron en m¨ª pa¨ªs hasta 1921. Hay representaciones de g¨¦nero tan desafortunadas como Sarah Palin que echan por tierra mucho trabajo. Eso es triste. ?Podr¨ªa Aguirre presidir Espa?a?
Es lista.
Creo que en Espa?a hay demasiada distancia jer¨¢rquica entre hombres y mujeres.
Como neoyorquino, ?qu¨¦ har¨ªa con el Memorial del 11-S? Sigue vac¨ªo despu¨¦s de una d¨¦cada.
Particip¨¦ en el concurso y no quisiera ser injusto. El Memorial de Berl¨ªn es mucho mayor: 10 hect¨¢reas por 50 millones de euros. El proyecto de Nueva York maneja 500 millones. Es una cantidad obscena de dinero. Es evidente que podr¨ªan haber hecho un memorial por la d¨¦cima parte.
?Sacrificando el valor comercial de la zona?
Tienes que decidir entre comercio o memoria. En Berl¨ªn lo ten¨ªan claro.
?Cree que la Cidade es un final de serie?
En absoluto. La sociedad siempre necesitar¨¢ proyectos ambiciosos. Sobre todo las sociedades en crecimiento. Necesitamos s¨ªmbolos. La escala de un icono es fundamental. Habr¨¢ m¨¢s proyectos as¨ª. Lo creo y lo espero por la pr¨®xima generaci¨®n. De lo contrario, ?d¨®nde estamos? ?al final de todo? Despu¨¦s de nosotros, ?se acaba el mundo? Mis estudiantes est¨¢n mejor preparados que nunca y tendr¨¢n menos oportunidades que ninguna otra generaci¨®n. As¨ª que sus propuestas ser¨¢n necesariamente mejores, inesperadas.
Ninguno de sus hijos es arquitecto.
Gracias a Dios, no. Uno hace cine y la otra es abogada. Los peque?os estudian.
Tampoco hab¨ªa arquitectos en su familia. ?Por qu¨¦ quiso serlo?
Por casualidad. Crec¨ª en una familia de clase media alta. Mis padres eran universitarios. Mi madre proven¨ªa de una familia rica, jud¨ªa alemana, que lleg¨® a Am¨¦rica a mediados del siglo XIX.
?Qu¨¦ hac¨ªa?
Nada. Nada de nada. Jugaba a las cartas todo el d¨ªa. Fue educada para no hacer nada. Y a m¨ª me educ¨® una criada negra. Ella s¨ª ten¨ªa inquietudes y moral. Mi educaci¨®n sentimental viene de esa mujer. La quise. En ese clima, yo fui a la universidad porque era lo que hac¨ªa alguien de mi posici¨®n. No eleg¨ª hasta muy tarde en la vida. Por ejemplo, fui a Cornell porque no consegu¨ª entrar en Harvard. Psicol¨®gicamente y socialmente tampoco estaba preparado para ir a Harvard. Pero me habr¨ªa dado igual ir a cualquier lado. No sab¨ªa nada; y nada me preocupaba. Fue mi padre quien eligi¨® mi programa de estudios: qu¨ªmica (porque ¨¦l era qu¨ªmico) y alem¨¢n. Si no hubiera sido porque vi c¨®mo mi consejero acad¨¦mico hac¨ªa una maqueta, hoy no ser¨ªa arquitecto. Decid¨ª que quer¨ªa hacer eso, maquetas.
?Y su padre lo entendi¨®?
Era Semana Santa. Yo casi nunca hablaba. Ni ten¨ªa qu¨¦ decir ni sab¨ªa c¨®mo hacerlo. Pero esa vez lo hice. Y me escucharon. Mi padre nos hizo pasar a un sal¨®n que nunca us¨¢bamos y lo que dije adquiri¨® un tono ceremonioso. Anunci¨¦ que iba a ser arquitecto. Mi padre pregunt¨® si era una broma. Contest¨¦ que no. Me dio un a?o para probarlo. Me dijo que si no funcionaba deber¨ªa buscar trabajo. Nunca me arrepent¨ª.
?Y cu¨¢ndo decidi¨® ser un arquitecto complejo?
Cuando trabajaba para Gropius sal¨ª con una mujer que era siete a?os mayor que yo. Era una mujer poderosa, rica adem¨¢s, muy educada, hija del presidente de una compa?¨ªa norteamericana de acero. Ten¨ªamos una relaci¨®n intensa. Le dije que me ten¨ªa que ir a Inglaterra a estudiar. Ella pregunt¨® por qu¨¦ y yo contest¨¦ que necesitaba ser un gran arquitecto. Despu¨¦s de lo que hab¨ªa visto en el estudio de Gropius, necesitaba serlo. Y por eso no estaba dispuesto todav¨ªa a unirme a una mujer. Dos meses despu¨¦s me fui. Y ella se suicid¨®. Eso no me dej¨® opci¨®n.
No s¨¦ si ser¨¦ un gran arquitecto... Supe que tendr¨ªa que intentar serlo cuando pas¨® eso.
?Por qu¨¦ intent¨® ser grande a trav¨¦s de la complejidad?
No veo otra manera. Pero no digo que sea un gran arquitecto. No tengo el premio Pritzker.
?Le preocupa?
No pertenezco al club. Pertenezco a otro; como Joyce o Borges, que nunca tuvieron el Nobel. Cuando se lo dieron a Koolhaas, dijo que me lo tendr¨ªan que haber dado a m¨ª antes. Y Zaha Hadid.
?Usted por qu¨¦ cree?
Soy un chico malo.
Zaha Hadid no es exactamente una buena chica.
Yo soy malo tal vez porque soy demasiado honesto.
Otros m¨¢s pol¨¦micos lo consiguieron. Aunque es cierto que los ¨²ltimos premios, Zumthor o Sejima, han sido para los indiscutiblemente buenos.
?Por qu¨¦ cree usted que no me han dado el Pritzker?
?Le fallaron las conexiones en el jurado?
?Y por qu¨¦? Porque no juego su juego.
?Le preocupa no tener el premio?
Hace 20 a?os s¨ª. Hoy no. Me gusta mi vida. Si me ofrecieran el Pritzker y tuviera que dejar de ser quien soy, no lo aceptar¨ªa.
?Cree que los dem¨¢s premiados han cambiado tras conseguirlo?
No conozco a ninguno que haya mejorado. La mayor¨ªa se han visto en la cima y han iniciado el descenso. Yo todav¨ªa estoy subiendo.
?Hace 20 a?os el premio le hubiera cambiado la vida?
Sin duda. Y tal vez ser¨ªa peor persona. Y peor arquitecto. Me gusta mantenerme inquieto, curioso, despierto. Disfruto ense?ando, relacion¨¢ndome con la gente joven. Creo que estoy en la cima de mi juego: creo que soy r¨¢pido, complejo, pero claro, que soy capaz de decir lo que necesito decir y de pensar lo que necesito pensar. Me siento libre. Muchos de mis colegas pierden la libertad.
?Qu¨¦ relaci¨®n tienen sus hijos con la arquitectura?
Ninguna. Mi hijo de 18 a?os dice que su padre hace edificios cabeza abajo. Lo que m¨¢s les ha impresionado es que hiciera el estadio donde se celebra la Superbowl. Acoge 80.000 personas.
?No es su edificio favorito?
Es un estadio. No pasar¨¢ a la historia.
Ya que compara arquitectura y m¨²sica, ?por qu¨¦ le gusta tanto Wagner y no aprecia a Sch?nberg si uno esperar¨ªa lo contrario?
Me gusta la obra de arte total. La gran m¨²sica, los grandes libros. Creo en lo grande. En los grandes proyectos puedes reinventar las cosas. Egipto fue un gran proyecto, Rusia y China tambi¨¦n. No estoy seguro de que Estados Unidos siga si¨¦ndolo, ni Espa?a tampoco.
Con 78 a?os, ?cree que las teor¨ªas de otros campos, como la literatura, pueden aplicarse a la arquitectura?
No. Durante mucho tiempo pens¨¦ que s¨ª. Pero no pude hacerlo. Creo que la arquitectura debe encontrar su teor¨ªa en su propio discurso.
A gran escala para pasar a la historia
Naci¨® en Newark (EE UU) en agosto de 1932; en los a?os cincuenta se form¨® con una leyenda, Walter Gropius (la foto es de 1952). Conocido internacionalmente por su visi¨®n provocadora y monumentalista (a gran escala, dice ¨¦l) de la arquitectura, en la ¨²ltima d¨¦cada ha saltado a los medios de comunicaci¨®n por su impactante Memorial del Holocausto, en Berl¨ªn; y por la tan audaz como pol¨¦mica Ciudad de la Cultura.
Esta 'cidade' de Santiago de Compostela ha levantado duras cr¨ªticas porque su presupuesto se ha elevado desde los 108 millones iniciales hasta m¨¢s de 400.
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