La ¨²ltima p¨¢gina del librero de Jerusal¨¦n
Como miles de palestinos de la ciudad, Munzer Fahmi, due?o de la principal librer¨ªa internacional, puede ser deportado por haber residido en el extranjero
La librer¨ªa de Munzer Fahmi es una referencia cl¨¢sica en Jerusal¨¦n. Cualquier pol¨ªtico, diplom¨¢tico, periodista o trabajador humanitario que se precie ha recorrido con la vista las hileras de libros que descansan en sus estanter¨ªas. Libros que diseccionan al mil¨ªmetro el conflicto de Oriente Pr¨®ximo junto a novelas o colecciones de arte. Situada en el palacio del siglo XIX que alberga el legendario hotel American Colony, la librer¨ªa de Fahmi es un remanso de paz en medio de una ciudad enloquecida por la que transitan todo tipo de fan¨¢ticos.
Pero este ambiente id¨ªlico y palaciego con olor a libro nuevo no debe despistar al visitante. Fahmi y su librer¨ªa se han convertido en un s¨ªmbolo m¨¢s de la lucha contra la ocupaci¨®n israel¨ª y de la burocracia que la hace posible. El conocido librero podr¨ªa verse pronto obligado a echar el cierre y a emigrar, en virtud de una ley por la que miles de palestinos han tenido que abandonar su lugar de nacimiento. La batalla de Fahmi con la justicia israel¨ª ha despertado la conciencia de intelectuales de medio mundo, incluidos los israel¨ªes. Autores como David Grossman o Amos Oz, junto a otros como Orhan Pamuk o Ian McEwan se han sumado a la campa?a para pedir que Munzer Fahmi recupere su residencia y evitar as¨ª que Jerusal¨¦n Este pierda su peque?o oasis de conocimiento.
La cruda batalla demogr¨¢fica est¨¢ en el ADN de la disputa por la ciudad santa
Fahmi naci¨® y creci¨® en Jerusal¨¦n. Como muchos otros palestinos, este librero accidental pas¨® una temporada larga de su vida en EE UU, adonde emigr¨® para finalizar sus estudios y donde se qued¨® a trabajar. Al otro lado del Atl¨¢ntico le fue muy bien, pero el amor por una chica -colona jud¨ªa- le llev¨® en 1993 de vuelta a su tierra. En casi cualquier pa¨ªs del mundo, la vuelta hubiera supuesto pasar por ciertos tr¨¢mites burocr¨¢ticos. En Jerusal¨¦n, donde la batalla demogr¨¢fica forma parte del ADN del conflicto, pasar un tiempo fuera supone para los palestinos perder la residencia y la separaci¨®n de familias de por vida. Y en esto Fahmi no es una excepci¨®n. Se qued¨® sin permiso de residencia y cada vez que quer¨ªa venir a ver a su novia, deb¨ªa entrar con visado de turista.
Un par de a?os m¨¢s tarde, ya separado y tras pasar una temporada en Holanda, Fahmi decidi¨® instalarse definitivamente en Jerusal¨¦n y dedicarse al negocio de los libros. En 1998 abri¨® su librer¨ªa en medio de la euforia posterior a los acuerdos de Oslo y animado por la avalancha de ONG y agencias internacionales que desembarcaron en Jerusal¨¦n. La apertura de la librer¨ªa fue el inicio de una aventura empresarial muy exitosa, pese a algunas voces cr¨ªticas que acusan al librero de violar los derechos de autor o de inflar los precios.
Desde entonces y hasta hoy, 18 a?os m¨¢s tarde, Fahmi se ha visto obligado a entrar y salir del pa¨ªs cada tres meses para no violar las reglas de su visado de turista. "?Se imagina cu¨¢nto tiempo y dinero he gastado en aviones?", pregunta el librero. Hace casi dos meses Fahmi perdi¨® la batalla legal en el Tribunal Supremo. El juez le aconsej¨® que presentara una apelaci¨®n "por motivos humanitarios". As¨ª hizo, como consta un acuse de recibo que lleva en la cartera. Una portavoz del Ministerio del Interior israel¨ª niega que tal recurso haya sido presentado.
Al margen de cuestiones burocr¨¢ticas y de c¨®mo se resuelva el contencioso, lo cierto es que el de Fahmi no es un caso aislado y que son muchos los analistas que consideran que la expulsi¨®n es un arma que Israel utiliza para inclinar la balanza demogr¨¢fica en la ciudad santa de la discordia.
Las expulsiones afectan a miles de los palestinos a los que tras la anexi¨®n israel¨ª de Jerusal¨¦n Este en 1967 se les entreg¨® un permiso de residencia, revocable si pasan m¨¢s de siete a?os en el extranjero. Solo en 2008, hasta 4.577 palestinos perdieron su residencia por esa v¨ªa, seg¨²n la organizaci¨®n HaMoked. "La situaci¨®n convierte a los residentes de Jerusal¨¦n Este en prisioneros a los que no se les permite abandonar su peque?o y desgraciadamente abandonado rinc¨®n del planeta", dice Oded Feller, abogado de la Asociaci¨®n de los Derechos Civiles en Israel.
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