Gran V¨ªa, recinto ferial
En segundo plano, media docena de m¨²sicos j¨®venes, con vaqueros, barbitas modernas y hasta alg¨²n pa?uelo neohippy al cuello. Los dos teclados con el volumen bien alto y los sonidos chillones, para recuperar todo el aroma de las verbenas y los mercadillos. Y en primera l¨ªnea de fuego, la formaci¨®n titular de Los Chichos durante los ¨²ltimos veintitantos a?os, desde la marcha del malogrado Jeros ("el del medio", que dir¨ªan los Estopa): los veteranos Julio y Emilio Gonz¨¢lez Gabarre y el hijo de este, Emilio junior. Fue como un viaje a los tiempos de los recintos feriales, solo que en plena Gran V¨ªa y en (premonitorio) viernes de Dolores.
Siguen Los Chichos en activo, aunque con p¨²blico menguante, y al menos sirven para el esbozo antropol¨®gico. El tr¨ªo rumbero nos retrotrae a aquella Espa?a del musicassete en las gasolineras, el rebobinado con boli Bic, el filete de h¨ªgado y el peregrinaje playero a bordo de aquellos Supermirafiori con las tumbonas amarradas en las bacas.
El pa¨ªs de Naranjito
Era un pa¨ªs de pel¨ªculas Agfa, tetraciclina antibi¨®tica que amarilleaba los dientes, ciudades dormitorio, supermercados de la droga, matin¨¦s en el Parque de Atracciones y Naranjito como m¨¢ximo exponente del dise?o moderno. Y no, estos no parecen argumentos para dejarse atrapar por la nostalgia, m¨¢s all¨¢ de que por entonces a¨²n no nos hubieran matado a John Lennon y lo ignor¨¢semos todo sobre la existencia de los dolores artr¨ªticos y las hernias de hiato.
Los anacronismos solo tienen gracia para un rato, o como posicionamiento est¨¦tico de la modernidad pretendidamente transgresora, as¨ª que el Arteria Coliseum cubri¨® anoche menos de la mitad de su aforo; un aspecto desangelado incluso cuando el chicho joven pidi¨® a los moradores de los anfiteatros que se recolocaran por el patio de butacas. Est¨¢bamos en familia, a juzgar por las abundantes dedicatorias a mujeres, hermanas, sobrinos, cu?ados y amigos del alma. Pero estos no muchos fieles ejercieron con orgullo su militancia. "?Arriba!", "?Vamos all¨¢!", "?Esos Chichos!", bramaban las gradas entre bailoteos rumberos.
Tuvieron lo que esperaban. Sonaron los ¨¦xitos de siempre: Sea como sea, la aleccionadora Son ilusiones, Amor de compra y venta, Mujer cruel (ese canto a la bigamia precoz), la carcelaria Ni t¨² ni yo, Amor y ruleta (o sobre c¨®mo el alcoholismo arruina la carrera de los seductores), Calla chiquit¨ªn y, claro, El Vaquilla, Quiero ser libre o Ni m¨¢s ni menos. Los de Cuatro Caminos, en su salsa.
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