Despu¨¦s de la Tercera V¨ªa, ?qu¨¦?
Antes de celebrar las primarias que elegir¨¢n a su candidato en las elecciones presidenciales de 2012, los socialistas franceses se acaban de reunir para acordar el programa que este, sea cual sea, propondr¨¢ a la ciudadan¨ªa en nombre de todos. Desmintiendo por una vez la imagen desastrosa que de ellos tienen sus compa?eros europeos, han comenzado las obras por los cimientos y no el tejado. Adem¨¢s, el programa que han aprobado es digno de debate: creaci¨®n de una banca p¨²blica, reforma fiscal para que paguen m¨¢s las grandes empresas y las grandes fortunas y menos los asalariados, promoci¨®n de las energ¨ªas verdes y seguras, propuesta para que la Uni¨®n Europea imponga tasas adicionales a las importaciones procedentes de pa¨ªses con lagunas evidentes en materia de derechos laborales y protecci¨®n del medio ambiente, creaci¨®n de 300.000 empleos p¨²blicos para los j¨®venes... Como escribe Laurent Joffrin en Le Nouvel Observateur, se trata de "toda una ruptura con el social-liberalismo" dominante en los ¨²ltimos lustros en el centro-izquierda europeo.
?Creen los socialistas espa?oles que tambi¨¦n deber¨ªan distinguirse de la derecha en su pol¨ªtica econ¨®mica?
Tras el activismo estatal en la econom¨ªa que marc¨® los comienzos de la presidencia de Mitterrand, Felipe Gonz¨¢lez fue, en cierto modo, un precursor en los a?os ochenta del pasado siglo de las pol¨ªticas impulsadas una d¨¦cada despu¨¦s por Tony Blair bajo la denominaci¨®n de Tercera V¨ªa. Se trataba de intervenir lo menos posible en los asuntos econ¨®micos con el argumento de que, dejado a su libre albedr¨ªo, el mercado ser¨ªa fuente constante tanto de riqueza y empleo como de ingresos fiscales con los que sufragar las pol¨ªticas sociales.
Zapatero adopt¨® esa visi¨®n. Su primera legislatura se caracteriz¨® por el exiguo protagonismo econ¨®mico del Gobierno. Como la econom¨ªa espa?ola viv¨ªa un periodo de vacas gordas, sus ingresos fiscales permit¨ªan financiar la ampliaci¨®n del Estado de bienestar. A Zapatero le reprochaba entonces la derecha que no hiciera las reformas neoliberales que tuvo que terminar impulsando a partir de 2008. Pero no es menos cierto que tampoco abord¨® reformas socialdem¨®cratas: ni hizo lo suficiente por desinflar paulatinamente la burbuja inmobiliaria, ni combati¨® el enorme fraude a Hacienda, ni promovi¨® una reforma fiscal progresista y ni se le pas¨® por la cabeza recrear en Espa?a alg¨²n tipo de banca o de empresa energ¨¦tica p¨²blica.
Cuando lleg¨® la crisis y los ingresos fiscales encogieron dram¨¢ticamente, Zapatero se encontr¨® a merced de los mercados financieros internacionales y tuvo que ponerse a aplicar su ideario, el neoliberal. Lo pasmoso fue que, con tal de oponerse a todo, el PP no aplaudiera a rabiar la materializaci¨®n de su propio programa.
Hoy, con el giro a la izquierda que Ed Miliband encarna en el laborismo y que tambi¨¦n acaban de aprobar los socialistas franceses, y con el anuncio de que Zapatero, el ¨²ltimo de sus representantes en un gran gobierno europeo, no se presentar¨¢ de nuevo, la Tercera V¨ªa puede darse por muerta.
Esta crisis ha ense?ado un par de cosas a los socialdem¨®cratas menos aburguesados intelectual y pol¨ªticamente. La primera es que no se pueden hacer pol¨ªticas sociales progresistas sostenibles sin impulsar a la par pol¨ªticas econ¨®micas progresistas. Es lo que dec¨ªan Matt Browne y Carlos Mulas en un art¨ªculo reci¨¦n publicado en EL PA?S al plantear "una nueva agenda" en la que el Estado tenga mayor protagonismo econ¨®mico. La segunda es que, a la hora de aplicar el recetario neoliberal, los electores europeos prefieren el original del centro-derecha a la mala copia del centro-izquierda.
Los socialistas espa?oles tambi¨¦n se aprestan a celebrar unas primarias que elijan a su candidato en 2012, lo que supone un saludable ejercicio de democracia. Pero, a diferencia de los franceses, poco hablan de cu¨¢les ser¨¢n sus novedades en materia de programa y propuestas. Muchos de ellos, no obstante, saben que estas deben girar en torno a la econom¨ªa. En 2012 los electores querr¨¢n saber qu¨¦ puede hacer un futuro Gobierno en tres frentes: promover el crecimiento y reducir el desempleo; construir un nuevo modelo productivo que reemplace al ladrillo, y garantizar los parcos niveles de protecci¨®n de nuestro Estado de bienestar. C¨®mo salvaguardar, y hasta mejorar, ese Estado de bienestar por una v¨ªa que no contemple s¨®lo el recorte de las prestaciones bien podr¨ªa ser una gran bandera de la socialdemocracia espa?ola y europea post-blairista.
?Debaten sobre estas cosas nuestros socialistas? ?Alguno de sus potenciales candidatos en 2012 discrepa del dogma de que no hay pol¨ªticas econ¨®micas alternativas a las hoy aplastantemente dominantes? ?Piensa alguno que tambi¨¦n -y sobre todo- en este terreno la socialdemocracia debe ser distinguible de la derecha? A¨²n no lo sabemos.
Probada hist¨®ricamente su credibilidad en materia de libertad, la socialdemocracia tendr¨ªa un amplio bulevar que recorrer si se convirtiera en la defensora de la seguridad de las clases populares y medias: seguridad frente al terrorismo y la delincuencia; frente al infortunio, la enfermedad y la vejez; frente a los atropellos de la banca, las empresas de servicios y la administraci¨®n de Justicia; frente a la amenaza nuclear y el cambio clim¨¢tico... Los laboristas brit¨¢nicos y los socialistas franceses empiezan a apostar por ello. Intuyen que la idea de m¨¢s Estado, a nivel nacional y a nivel global, de un Estado menos burocr¨¢tico pero m¨¢s eficaz y combativo frente a los poderosos, puede ser una oferta muy atractiva en estos tiempos inciertos.
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