Silvio 'off the record'
Relato de una larga noche pasada en Roma con Berlusconi. Su amistad con Gadafi, su desconfianza hacia los jueces, sus bromas, su lucha por salvar el nombre y un sue?o: reformar el poder judicial
Lleva una capa de maquillaje naranja de 10 mil¨ªmetros de grosor, los zapatos con un apreciable tac¨®n, y el pelo, falso, salvo por detr¨¢s, est¨¢ te?ido de un casta?o que tira a pelirrojo. "?C¨®mo est¨¢, presidente?", le pregunto cuando me estrecha una mano firme. "?Est¨¢is mejor vosotros!", responde al vuelo.
Las siguientes cuatro horas son un despliegue arrollador: respuestas largas como r¨ªos, narraciones fascinantes (reales o inventadas, eso le importa poco), chistes y gags, exageraciones, un aluvi¨®n de nombres y personajes, una memoria de elefante, absoluciones no solicitadas, don de gentes. En teor¨ªa la cena es off the record, pero nada m¨¢s terminada la velada, la agencia estatal de noticias Ansa lanza un detallado resumen, y al d¨ªa siguiente lo publican varios peri¨®dicos italianos e internacionales, rompiendo as¨ª el pacto.
"Las Brigadas Rojas usaban metralletas; los fiscales usan el poder judicial contra la democracia"
"No les oculto que fui reticente a intervenir. Siempre he mantenido relaciones cordiales con Gadafi"
"Cuando ca¨ªan los gobiernos yo era feliz, porque me dejaban en paz cuatro meses"
"Vengan ustedes a Arcore. Les preparo un 'bunga bunga' y as¨ª ver¨¢n con sus ojos que todo es normal¨ªsimo"
En la cena no faltan, por supuesto, m¨²ltiples referencias al bunga bunga (las noches locas de Arcore), siempre en tono jocoso para minimizarlo. Al final, invita a los 25 periodistas presentes, un tercio mujeres, "para que vean lo normal que es todo".
El primer ministro parece en forma. Derrocha simpat¨ªa natural y cuenta embustes sin inmutarse y con una convicci¨®n tan profunda que el oyente no solo descarta la idea de refutarle, sino que siente ganas incluso de creerle, dada la veracidad de la actuaci¨®n.
Su actitud es relajada. Para ¨¦l es un juego de ni?os enfrentarse a corresponsales brit¨¢nicos, franceses, estadounidenses, alemanes, espa?oles (dos), muchos de ellos bastante resabiados; bombardearles con mentiras que ¨¦l (y muchos de ellos) sabe positivamente que son solo pura ficci¨®n, y, aun as¨ª, salir de la cena entre aplausos y palmetazos.
Probablemente, los reporteros aplaudidores consideraron que el espect¨¢culo es insuperable. Violento a ratos, gracioso otros, y en algunos pasajes bochornoso sin paliativos, pero siempre fascinador. Berlusconi manipula y retuerce a su favor la realidad con tanto talento, pasa de verdugo a v¨ªctima con tanto convencimiento, que al final el oyente siente simpat¨ªa por ¨¦l, o al menos admiraci¨®n, ante ese don inimitable. Y eso en realidad resume toda su historia.
Indro Montanelli dijo que Berlusconi se cree sus propias mentiras. Hoy sobre todo tiene una obsesi¨®n primordial: los jueces y los comunistas. Es decir, los jueces comunistas. "Estamos en una guerra", dir¨¢ varias veces a lo largo de la noche. "Y si no entienden que la magistratura subversiva, comunista y politizada es un peligro enorme para la democracia y la mayor patolog¨ªa del Estado italiano, un c¨¢ncer, una met¨¢stasis, es que no han entendido nada de mi pa¨ªs".
Durante las cuatro horas de charla no prueba bocado, salvo el helado del final y una copita de vino dulce que observa sin inter¨¦s. Cuenta que est¨¢ a dieta, y que solo se ha hecho dos promesas a s¨ª mismo en su vida: dejar de fumar y de bailar. Obviamente, no necesita tomar nada porque est¨¢ totalmente embriagado de s¨ª mismo. Tiene un ego descomunal y una innata capacidad de engatusar. Es un animal pol¨ªtico y social de primer orden.
Se siente omn¨ªmodo e inmortal, y quiz¨¢ lo sea. Estar con ¨¦l cuatro horas, en el momento m¨¢s bajo de su popularidad, acosado por los jueces, en pleno declive pol¨ªtico, con el partido en desbandada y pensando ya en su sucesi¨®n, cada vez m¨¢s aislado internacionalmente y con 74 a?os, ayuda a entender algunas cosas. C¨®mo ha ganado tres veces las elecciones generales y podr¨ªa ganarlas otra vez, por qu¨¦ ha encandilado y sigue seduciendo a millones de italianos, para qu¨¦ debe resistir como sea al frente del Gobierno, por qu¨¦ es uno de los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs y uno de los nombres m¨¢s famosos del mundo.
Berlusconi encarna el poder, el conflicto de intereses y la inmunidad, pero oy¨¦ndole parece un mero superviviente, y quiz¨¢ en esencia sigue siendo aquel empresario ambicioso y p¨ªcaro que se hizo a s¨ª mismo gracias a una masa de dinero ca¨ªdo del cielo (de origen nunca aclarado), y que en un momento dado se vio abocado a entrar en pol¨ªtica, adapt¨¢ndose a los intereses de la Mafia, la masoner¨ªa (a la que pertenec¨ªa) y la Iglesia, para salvarse de una c¨¢rcel segura cuando la justicia (Manos Limpias) hab¨ªa acabado de un plumazo con los partidos tradicionales y con la I Rep¨²blica.
Esta noche ha decidido contar esa historia para que el mundo sepa que los malos son los jueces. "La guerra empez¨® en 1992. Los jueces acabaron con los cinco partidos democr¨¢ticos que gobernaron el pa¨ªs durante 50 a?os. Eliminaron a Bettino Craxi, l¨ªder del PSI, acus¨¢ndolo de cosas infames, de haberse enriquecido cuando no era verdad, porque no dej¨® una lira a sus hijos. Luego, en 1994, me acusaron a m¨ª cuando era primer ministro. Y en 2008 hicieron caer tambi¨¦n el Gobierno de Romano Prodi porque no les gustaba la reforma de la justicia que plante¨® Mastella" (otra versi¨®n afirma que ¨¦l intent¨® sobornar a algunos senadores de la oposici¨®n para que hicieran caer al Gabinete).
"Los jueces italianos tienden a la subversi¨®n contra los Gobiernos electos por el pueblo", ilustra el primer ministro. "Para que la guerra acabe debemos reformar la Constituci¨®n y la arquitectura institucional. Hay m¨¢s de 900 parlamentarios y casi todos se dedican al cotilleo, solo trabajan 50 o 60. Es una empresa hist¨®rica, que me obliga a seguir en el puesto hasta que pueda convertir a Italia en una democracia. Tengo la barca m¨¢s bonita de Italia, casas en todas partes y mucho dinero, pero mi deber es seguir para salvar a mi pa¨ªs de la dictadura de los fiscales".
Luego deja otras confesiones igualmente dif¨ªciles de creer. Quiz¨¢ la m¨¢s extra?a es la respuesta a esta pregunta: ?cu¨¢nto influy¨® su sentimiento hacia Gadafi en su actitud reticente ante la intervenci¨®n de la OTAN en Libia? Ah¨ª aparece el Berlusconi menos artificial. Con el ego por delante, pero amigo de sus amigos, y con una singular visi¨®n de la diplomacia, a caballo entre el animador de crucero (su viejo oficio de juventud), el compadre de los l¨ªderes mundiales y el estadista empresario acostumbrado a cerrar negocios p¨²blicos y privados.
"Libia siempre ha sido un problema para Italia", explica. "Bajo la influencia de ENI, en 1994 empec¨¦ a relacionarme con Gadafi. Fue complicado. Cada vez que nos ve¨ªamos me ense?aba fotos de guerrilleros libios colgados por los soldados italianos, me regalaba recuerdos de la guerra colonial, fusiles incautados a los invasores. Entend¨ª lo dif¨ªcil que iba a ser normalizar esa relaci¨®n. El 31 de agosto en Libia era el D¨ªa de la Venganza, y me di cuenta de hasta qu¨¦ punto Gadafi y su pueblo estaban traumatizados con el pasado, de forma muy comprensible".
"Siempre tuve una relaci¨®n cordial con Gadafi", contin¨²a. "Es un tipo extra?o. Tiene un indudable talento para ser dictador, lo ha sido 42 a?os, pero es muy raro. Una vez me regal¨® tres camellos, tuve serios problemas para acogerlos. En fin, hace unos meses llegaron el viento de la libertad y las noticias de que Gadafi estaba reprimiendo salvajemente las revueltas. La ONU decidi¨® intervenir e Italia se situ¨® junto a Occidente con el voto del Parlamento y el parecer favorable del presidente de la Rep¨²blica, que es el jefe del Ej¨¦rcito".
Llega la confesi¨®n: "No les oculto que fui reticente a intervenir. Siempre he mantenido relaciones cordiales con Gadafi. Entramos en la alianza prestando siete bases, ocho aviones, cuatro barcos y un helic¨®ptero, pero tuve dificultades personales para decidirme, y para no negar cu¨¢l era el alcance de mi relaci¨®n con Gadafi pens¨¦ que deb¨ªa dimitir. Me dijeron que no lo hiciera y opt¨¦ por seguir, con gran esfuerzo".
Habla tambi¨¦n de f¨²tbol ("he ganado m¨¢s t¨ªtulos que Bernab¨¦u"), de cultura y deporte ("de joven hablaba lat¨ªn fluido, fui profesor de historia del arte, corr¨ªa los 100 metros, boxeaba y hac¨ªa remo"), de la Universidad de la Libertad que abrir¨¢ con Bush, Clinton y ¨¦l mismo (entre otros) como profesores. Pero la mayor parte del tiempo lo dedica a lo que de verdad le importa: salvar el pellejo, escapar de los jueces.
"Las Brigadas Rojas usaban metralletas, los fiscales usan el poder judicial contra la democracia", dice. "Y son m¨¢s peligrosos de lo que lo fueron aquellos. Yo me limito a contrastar ese uso ileg¨ªtimo de la justicia con un uso leg¨ªtimo del Parlamento".
Al o¨ªr ese desatino se entiende por qu¨¦ ha decidido presentarse ante la prensa extranjera, ocho a?os despu¨¦s de la ¨²ltima vez. Su p¨¢nico, su gran pesadilla, es acabar su carrera con la mancha de una condena por prostituci¨®n de menores.
Ha venido a limpiar su imagen, a tratar de inclinar a su favor a la opini¨®n p¨²blica internacional ante el juicio del caso Ruby y (mucho menos) los otros dos procesos pendientes (el cuarto, el caso Mills, acaba de quit¨¢rselo de encima gracias a la ley del proceso breve aprobada esta semana).
Se trata de defender su inocencia y hacer saber al mundo y a la magistratura que llevar¨¢ a cabo su reforma de la justicia y de la Constituci¨®n, una iniciativa que, para muchos, supone desactivar a los jueces y acabar con su rabiosa autonom¨ªa. Un proyecto de inmunidad eterna, lo ha definido la oposici¨®n. Para ¨¦l y tambi¨¦n para sus hijos, como queda claro cuando le preguntan si desear¨ªa que sus v¨¢stagos se dediquen a la pol¨ªtica: "Absolutamente no, pero si se encuentran en la misma situaci¨®n que yo en 1993, igual no tienen m¨¢s remedio".
En ese momento, un corresponsal saca el tema Ruby y su lenguaje corporal empieza a hacerse m¨¢s tenso (se toca la nariz, tose, se cubre con una servilleta media cara). "Finalmente, hablamos de mujeres", dice. "En eso estoy puest¨ªsimo".
Comienza la larga f¨¢bula de la cerillera y Pigmali¨®n. "Ruby lleg¨® a mi casa contando una historia doloros¨ªsima, diciendo que hab¨ªa sido repudiada por sus padres por abrazar la religi¨®n cat¨®lica y que le hab¨ªan tirado aceite hirviendo en la cabeza. Dijo que ten¨ªa 24 a?os y que era egipcia y pariente de Hosni Mubarak, no necesariamente sobrina directa, ya saben que las familias ¨¢rabes tienen 200 o 300 sobrinos. A m¨ª me dio pena y decid¨ª ayudarla. Me dijo que quer¨ªa ser socia en un negocio de depilaci¨®n definitiva l¨¢ser, que quer¨ªa ser artesana aut¨®noma, y le di el dinero para evitar que se prostituyese".
El relato se hace atropellado, ansioso. "Una semana antes de la noche que la detuvieron hab¨ªa estado hablando con Mubarak sobre ella y ¨¦l me dijo que la conoc¨ªa, hay testigos que lo afirman. Aquellos d¨ªas estaba yo tratando de liberar a los ciudadanos suizos que hab¨ªa detenido Gadafi. Cuando me dijeron que la chica estaba en comisar¨ªa, me vino a la cabeza ese incidente diplom¨¢tico y pens¨¦ que ten¨ªa que hacer algo para evitar algo parecido con Egipto. A trav¨¦s del jefe de mi escolta, llamamos al jefe del gabinete del comisario y me dijeron que si yo pod¨ªa mandar a alguien sin antecedentes penales para recogerla, ya que era menor y en las casas de acogida no hab¨ªa sitio, les hac¨ªa un favor".
"Pens¨¦ en mandar a Nicole Minetti [imputada por inducci¨®n a la prostituci¨®n], que nunca ha sido, como se dice, mi higienista dental, sino que me la present¨® don Verz¨¦ [un cura amigo suyo, due?o del hospital San Rafael, donde trabajaba Minetti] dici¨¦ndome que quer¨ªa tener una diputada en la regi¨®n con la que firmar las concesiones sanitarias". (Esta frase resulta especialmente desafortunada, ya que parece que Berlusconi se acusa a s¨ª mismo de un cohecho).
"Es todo un enorme montaje que caer¨¢ en el proceso. Eran cenas elegantes, normales, filmadas y fotografiadas. Un d¨ªa, Emilio Fede [director del telediario de Canal 4, imputado por inducci¨®n a la prostituci¨®n] me vio solo viendo la televisi¨®n, llam¨® a Lele Mora [agente VIP, ¨ªdem] para que trajera algunas chicas. Todo era p¨²blico, estaban mis escoltas, los camareros, los m¨²sicos... Vendr¨ªan al menos un centenar de chicas. Ve¨ªamos pel¨ªculas de mi productora, Baaria, Bienvenidos al sur... Algunas noches, las chicas daban cuatro saltos con m¨²sica en directo o con un disc jockey, bailaban y hac¨ªan lo que todas las chicas del mundo. Han llegado a decir que a Fede, que tiene 80 a?os, le tocaban el pisello [el pito]. ?Pero si para encontrarle el pito a Fede hace falta una caza del tesoro!" [carcajadas en la sala].
"De m¨ª han dicho que me tumbaba en una habitaci¨®n y las hac¨ªa pasar, 'adelante, la pr¨®xima; adelante, la pr¨®xima'. Es verdad que el anagrama de mi nombre quiere decir 'el ¨²nico boss viril', pero 14 chicas, a los 75 a?os, es demasiado, incluso para m¨ª [m¨¢s carcajadas]. Ruby es una mit¨®mana y ha contado todo tipo de disparates, que si Clooney, que si Cristiano Ronaldo... Pero, ya lo ven, esos son los jueces italianos".
Turno para la fiscal Ilda Boccassini. "Me acus¨® en el proceso SME, y no me pudo condenar [fue condenado Cesare Previti, su abogado, por sobornar a un juez]. Su venganza ha sido echarse encima de mis invitadas, chicas estupendas, estudiantes, modelos, actrices. Las han etiquetado como prostitutas. Es una cosa indigna que debe ser castigada. Ha hecho escuchas a gog¨® que al d¨ªa siguiente salen en los peri¨®dicos. No hay libertad ni privacidad. Los fiscales forman una asociaci¨®n delictiva con fines subversivos".
Alguien le pregunta c¨®mo dej¨® entrar en su casa a una menor marroqu¨ª sin papeles. "Porque todos pensamos que ten¨ªa 24 a?os. Pero en mi casa tambi¨¦n pueden entrar menores, faltar¨ªa m¨¢s. Que sean menores no significa que deba mantener relaciones sexuales con ellas. Yo he tenido tres hijas y he vivido en casa con bandas de menores, pero nunca les he hecho la corte".
La econom¨ªa del pa¨ªs ocupa un espacio m¨ªnimo. Dice que Italia tiene varias r¨¦moras. "Dieciocho millones de pensionistas, cuatro millones de funcionarios, la deuda m¨¢s alta de Europa y 120.000 millones anuales de evasi¨®n fiscal, cuando Francia tiene 20.000". La patronal le ha acusado de haber abandonado a las empresas. "La econom¨ªa no la hacen los Gobiernos, la hacen las empresas", replica. "Cuando ca¨ªan los Gobiernos yo era feliz, porque me dejaban en paz cuatro meses. Pero algo s¨ª hemos hecho para ayudarlas. Hemos detenido a 7.000 mafiosos y nos hemos incautado de 20.000 millones. Y todav¨ªa tienen el valor de acusarme de mafioso. Los peri¨®dicos lo inventan todo". Se ve que la macroeconom¨ªa le apasiona poco. Quiz¨¢ porque ah¨ª aparece con toda claridad el mayor fracaso de sus casi 11 a?os de gobierno. Y la gran paradoja: mientras su patrimonio y sus negocios crecen y prosperan, el pa¨ªs est¨¢ estancado, la mitad de las mujeres no trabajan, la deuda ha aumentado en cerca de medio bill¨®n de euros y tanto la presi¨®n como la evasi¨®n fiscal est¨¢n entre las m¨¢s altas de la UE.
Cuestionado por las reformas liberalizadoras que ha hecho, se refugia en los esl¨®ganes ("nunca hemos metido las manos en los bolsillos de los italianos"), airea un plan de vivienda, habla de las tres "moratorias" (amnist¨ªas) fiscales aprobadas y culpa de la deuda "a la herencia recibida de los Gobiernos clientelares de los a?os ochenta".
Un balance desolador para el emprendedor que fue elegido para gestionar Italia como una empresa. Culpa de los jueces, tambi¨¦n eso. "En 58 d¨ªas resolv¨ª la crisis de la basura en N¨¢poles, pero los fiscales han cerrado tres vertederos y la basura ha vuelto a las calles. El asedio de los jueces al Estado es constante. Impregilo se ha tenido que llevar la sede fuera del pa¨ªs porque les han condenado por delito ecol¨®gico [y por corrupci¨®n en la basura napolitana]. Por eso sigo aqu¨ª. El 50% de los italianos me siguen apoyando [reparte un sondeo], y si me marchara, el otro 50% pensar¨ªa que deserto. Estoy encadenado a mi responsabilidad. Tengo esa misi¨®n. Es una guerra y no puedo abandonar".
Antes de despedirse, insiste: "Vengan ustedes a Arcore, les preparo un bunga bunga, llamo a las chicas, y as¨ª ven con sus propios ojos que todo es normal¨ªsimo".
Por desgracia para esa versi¨®n que sin duda sostendr¨¢n los 70 testigos de la defensa, al d¨ªa siguiente se supo que dos chicas de 19 a?os hab¨ªan comparecido ante los fiscales y hab¨ªan testificado que las noches de Arcore eran "una pesadilla". Es dif¨ªcil aventurar hoy si el juicio llegar¨¢ alg¨²n d¨ªa a celebrarse. Como dijo la oposici¨®n el mi¨¦rcoles, con la aprobaci¨®n del proceso abreviado: "Italia ha dado un paso m¨¢s hacia el abismo".
El deseo de inmunidad y el temor a ser condenado de su primer ministro promete deparar algunos m¨¢s. Pero la pregunta del mill¨®n de d¨®lares es qu¨¦ parte de la funci¨®n aplaud¨ªan algunos corresponsales extranjeros cuando cay¨® el tel¨®n. -
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