Un escultor de urgencias
El ingeniero catal¨¢n colabora con las escuder¨ªas para ofrecerles piezas de recambio y sue?a con dise?ar un coche espa?ol
Cuando uno le pregunta a Jordi Martin Clerch (Caldes de Montbui, Barcelona, 1958) a qu¨¦ se dedica, ¨¦l responde que es un "escultor de nacimiento y un colaborador de F-1 a distancia", aunque para conseguir aunar ambas cosas haya tenido que estudiar Ingenier¨ªa y sea, seg¨²n el certificado, maestro industrial. Hace 15 a?os, este catal¨¢n se dej¨® caer, como un aficionado m¨¢s, por el circuito de Montmel¨®.
Sus conocimientos y su campechaner¨ªa le fueron de perlas para comenzar a meterse en los corrillos de los ingenieros de los equipos de F-1, que poco a poco le fueron conociendo. Su gran d¨ªa lleg¨® en 2002, cuando Toyota decidi¨® enrolarse en el circo de las cuatro ruedas. La marca japonesa se hab¨ªa pasado un a?o entero probando sus prototipos a puerta cerrada en el circuito de Paul Ricard (Francia), hasta que lleg¨® el momento de probar el monoplaza (TF102) en otro escenario. La pista elegida fue Montmel¨® y Martin Clerch estaba all¨ª.
"Ese d¨ªa deb¨ªan grabarse algunos anuncios para los patrocinadores de la escuder¨ªa. Todo estaba listo y pas¨® algo tremendo. Cuando Mika Salo enfil¨® la recta, se le estropearon los alerones delanteros", recuerda Martin Clerch, que en esa ¨¦poca ten¨ªa cierta relaci¨®n con los responsables de la divisi¨®n de F-1 del constructor. El bochorno fue hist¨®rico porque, para rematarlo, la estructura no ten¨ªa repuesto de las piezas rotas, y su proveedor, alem¨¢n, le dio un plazo de tres d¨ªas para entregarle otras de recambio. Toda la prensa del sector se hab¨ªa congregado para ver las evoluciones del Toyota, y el coche estaba parado en el garaje y sin alerones. Y en esas que apareci¨® Martin Clerch, se acerc¨® a Gianfranco Fantuzzi, uno de los responsables del equipo y actual director de Toro Rosso, y le dijo que ¨¦l pod¨ªa fabricarle esos elementos en su taller y en menos de 24 horas. "Eso ocurri¨® a las ocho de la ma?ana y a esa misma hora del d¨ªa siguiente ya las ten¨ªan montadas en el coche", cuenta orgulloso el ingeniero, que poco antes de comenzar el Mundial, en los ¨²ltimos ensayos de pretemporada, tambi¨¦n en Montmel¨®, sac¨® de un atolladero a otra escuder¨ªa, esta vez a Ferrari. "Se les agrietaba una pieza del tubo de escape y me pidieron ayuda", desvela este hombre orquesta que tiene el honor de haber repartido por Catalu?a 20 de sus esculturas.
"Antes, con 16 a?os, los que hab¨ªamos estudiado Ingenier¨ªa ten¨ªamos que hacer de todo: limar, llevar m¨¢quinas, tornear... Ahora nada, mucha te¨®rica y poca pr¨¢ctica. Por eso a Newey le va tan bien en Red Bull. Porque es de los de antes", remacha.
Mientras no saca la cabeza por la F-1 o dise?a alguna de sus obras, Martin Clerch se ocupa de los lubricantes Bardahl, una empresa americana de la que ¨¦l es el delegado para Catalu?a. De cualquier forma, la cabra tira al monte y ¨¦l tiene muy claros cu¨¢les son sus objetivos. "Mi meta es tratar de dise?ar y construir un monoplaza de F-1 espa?ol. Si los italianos pueden hacerlo y les va tan bien, creo que nosotros tambi¨¦n", defiende este escultor, pintor y tallista que, en sus ratos libres, tambi¨¦n ejerce de socorrista en la F-1.
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