Las procesiones y el Papa
Por todas partes del pa¨ªs procesionan estos d¨ªas las im¨¢genes m¨¢s veneradas con sus mejores atav¨ªos. Lo hacen alzadas sobre los hombros castigados de los costaleros y rodeadas de velas y de cofrades m¨¢s o menos nazarenos de guardarrop¨ªa. Van seguidas de penitentes, entre la discreci¨®n y el tremendismo. Presentan diferente colorido, seg¨²n marcan las costumbres decantadas, que oscilan del derroche bullicioso en la Comunidad de Andaluc¨ªa a la austeridad silente en las ciudades de los antiguos reinos de Le¨®n y Castilla. Los gobiernos municipales, cualquiera que sea su signo pol¨ªtico, se esmeran por ofrecer plenas facilidades para estas expresiones de la devoci¨®n tradicional que se desbordan por el callejero.
La Iglesia jer¨¢rquica, capitaneada por Rouco, sigue obsesionada en la defensa de su poder
Otra cosa es que la graduaci¨®n de la temperatura ambiental haya descendido y que los nativos, otrora tan fervorosos, hayan ido desertando hacia otros espacios, playeros o serranos, para dejar sitio a los adictos que siguen la llamada del etnoturismo, siempre dispuestos a incorporar vivencias y emociones nuevas, ya sea con los Sanfermines de Pamplona, la Tamborrada de San Sebasti¨¢n, las Fallas de Valencia, la Feria de Sevilla, las procesiones de Zamora, la Fiesta de los Gansos de Lequeitio, el Sokamuturra de Motrico, la Feria de Ganado de Torrelavega, el concurso de bueyes de arrastre de Comillas, la danza de Ibio junto a Mazcuerras o la bulla y la madrug¨¢ del Viernes Santo. En todo caso, es interesante seguir las nuevas reflexiones de J¨¹rgen Habermas, quien como puede leerse en el volumen El poder de la religi¨®n en la esfera p¨²blica, de Editorial Trotta, se viene aplicando desde 2008 a repensar la relaci¨®n entre la teor¨ªa social y la teor¨ªa de la secularizaci¨®n, y a desacoplar la teor¨ªa de la modernidad de la teor¨ªa de la secularizaci¨®n. Reconoce nuestro autor que la secularizaci¨®n del poder del Estado es el n¨²cleo duro de este proceso, entendido como un decisivo logro liberal que no deber¨ªa perderse en la disputa entre las religiones del mundo. A su entender, la progresiva desintegraci¨®n de la piedad popular tradicional es un fen¨®meno que "ha dado origen a dos formas modernas de conciencia religiosa. Por un lado, un fundamentalismo que o se aparta del mundo moderno o se vuelve hacia ¨¦l de una forma agresiva; por otro, una fe reflexiva que se relaciona con otras religiones y que respeta las conclusiones falibles de las ciencias institucionalizadas, as¨ª como los derechos humanos". Pero las sociedades modernas se encuentran con la persistencia de grupos religiosos cuyas tradiciones siguen siendo relevantes, aunque las sociedades mismas est¨¦n en gran parte secularizadas. Claro que para ¨¦l "las religiones no sobreviven sin las actividades culturales de una congregaci¨®n" y ah¨ª radica precisamente su caracter¨ªstica m¨¢s exclusiva. V¨¦ase estos d¨ªas Sevilla.
Otra cuesti¨®n es el c¨®mputo estad¨ªstico de los seminarios, que confirmar¨ªa la penuria en que se encuentra el reclutamiento del clero regular. Igual que el de las ¨®rdenes y congregaciones religiosas, reducidas a su m¨ªnima expresi¨®n y absorbidas por las estrictas labores de custodia del patrimonio hist¨®rico y art¨ªstico de los edificios ocupados. Para ello, resulta capital la ayuda de vocaciones inmigrantes, llegadas en venturosa reciprocidad al antiguo despliegue misionero espa?ol de otras d¨¦cadas. El hecho es que la edad media del clero sigue subiendo, a falta de relevos, como le sucede en Cuba a la revoluci¨®n de los hermanos Castro Ruz. Mientras, la Iglesia jer¨¢rquica, capitaneada por el cardenal de Madrid Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, sigue obsesionada en la defensa de su poder, sin esbozar disculpa alguna por su contribuci¨®n a la siembra del odio guerracivilista. Contin¨²a la canonizaci¨®n de sus v¨ªctimas pero se desentiende de las que cayeron inocentes del lado adversario. Por eso, ni siquiera ha reparado en el esc¨¢ndalo de que la Macarena procesione ce?ida con el faj¨ªn del general Gonzalo Queipo de Llano, ese energ¨²meno que fanfarroneaba por la radio de Sevilla de sus cr¨ªmenes sangrientos, que tan bien compendia Paul Preston en su libro El holocausto espa?ol (Editorial Debate, Barcelona, 2010)
En cuanto al Papa Benedicto XVI, valeroso para terminar con la pederastia de Maciel, el amigo de Juan Pablo II, y hacer transparente el dinero del Vaticano, parece centrado en fomentar los grandes fastos que se anuncian con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, apalabrada en Madrid del 16 al 21 de agosto. De ah¨ª su reconocimiento a la actitud colaboradora del Gobierno y de las autoridades auton¨®micas y municipales. Veremos si esta vez los de la trama G¨¹rtel vuelven a convertir la piedad en un ping¨¹e negocio.
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