?Se imaginan a Mar¨ªas vestido de nazareno?
Leer es ser escrito y, a veces, descrito, porque los buenos libros nos vuelven personajes de ficci¨®n y los mejores nos definen. Como todas las personas cuya sangre mezcla bien con la tinta, Juan Urbano siempre hab¨ªa sentido eso y lo volvi¨® a sentir al leer Los enamoramientos, la ¨²ltima obra de Javier Mar¨ªas, reci¨¦n publicada por Alfaguara: que novela tan magn¨ªfica, tan llena de ideas inquietantes, curvas sorprendentes y preguntas amenazadoras, capaz de convertirse desde la primera p¨¢gina en la autobiograf¨ªa de cualquiera que haya apostado el coraz¨®n al n¨²mero equivocado o se atreva a no conformarse con lo que las cosas parecen. Todo un riesgo, porque a menudo saber la verdad es saber que todo era mentira. De eso trata la novela de Javier Mar¨ªas, y del modo en que los sentimientos nos enga?an: enamorado y enajenado no son dos palabras que se parezcan por casualidad.
La procesi¨®n atea es un indicio del modo en que la Constituci¨®n lo mismo es intocable que el¨¢stica
Juan Urbano es en estos d¨ªas una isla rodeada de Javier Mar¨ªas por todas partes, porque acaba de leer Los enamoramientos, porque ayer se jugaba la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Barcelona y porque estamos en Semana Santa. Uno siempre abre lo nuevo del joven Mar¨ªas esperando algo tan impactante como Negra espalda del tiempo, siempre se acuerda de ¨¦l cuando mira hacia el Santiago Bernab¨¦u y siempre recuerda sus protestas fundadas al llegar esta ¨¦poca del a?o, en la que el autor de Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª se pregunta por qu¨¦ demonios los no creyentes tenemos que aguantar tantas procesiones, tanta exhibici¨®n de la fe cat¨®lica en las plazas p¨²blicas, tanta religi¨®n a la fuerza y tantas v¨ªrgenes rodeadas de turistas.
La dignidad no puede fotografiarse, dice Bob Dylan, y yo creo que esa es una frase de la que cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Seguro que, a pesar de tener solo ojos para el Real Madrid-Barcelona, Mar¨ªas se habr¨¢ fijado en la noticia de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha respaldado al Gobierno y no ha dado el permiso que requer¨ªan algunos grupos para celebrar una procesi¨®n atea en Madrid de la que, eso s¨ª, no se ten¨ªan noticias de a qui¨¦n pensaban sacar en procesi¨®n. O tal vez es que pensaban sacarse a s¨ª mismos, como durante la guerra de los juanes dec¨ªan no s¨¦ si Juan Benet o Juan Mars¨¦ que sol¨ªa hacer Juan Goytisolo a menudo.
La procesi¨®n atea sonaba desafinado, sin duda, pero es un indicio del modo en que la Constituci¨®n lo mismo es intocable que el¨¢stica, para unas cosas es la Biblia y para otras es un diccionario de sin¨®nimos. Espa?a es un pa¨ªs aconfesional, solo que cat¨®lico; tenemos libertad de culto, pero la p¨¢gina en la que eso est¨¢ escrito es papel mojado: aqu¨ª est¨¢ muy claro por qui¨¦n doblan las campanas.
Afortunadamente, entre tanta corriente de opini¨®n siempre hay alguien capaz de nadar a contracorriente, y uno se encuentra en minor¨ªa, pero no solo. ?Se imaginan a Javier Mar¨ªas vestido de ni?o con el uniforme del Real Madrid? Yo s¨ª. ?Se lo imaginan vestido de nazareno? Yo no. ?Se imaginan que haya escrito otra vez una novela incre¨ªble? Lean Los enamoramientos.
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