Kraus en el burdel de la palabra

Si se tienen en cuenta las m¨¢s de 20.000 p¨¢ginas de los m¨¢s de 900 n¨²meros de la revista La Antorcha (Die Fackel), publicada en Viena entre los a?os 1899 y 1936, uno puede hacerse idea de la complejidad y utilidad del trabajo que supone esta antolog¨ªa suya (selecci¨®n de textos) que presenta Adan Kovacsics. Temas significativos tanto para la historia y la cultura del primer tercio del siglo XX, que hicieron crisis mod¨¦licamente en la Viena irrepetible de entonces, en la que La Antorcha jug¨® un papel central, como para el propio pensamiento de Karl Kraus, editor de esa revista, que pr¨¢cticamente escribi¨® ¨¦l solo y en la que dej¨® lo m¨¢s caracter¨ªstico de su pensamiento y talante. Para aquella Viena tan genial como ambigua, que hubo de jugar a la vez el papel de hogar de la modernidad y de "banco de pruebas del fin del mundo", y con un ¨²nico resultado claro (aparte de la cat¨¢strofe del imperio): la invenci¨®n de un nuevo tipo de humanidad, en el que seguimos, el del "hombre sin atributos" de Musil, vac¨ªo de identidad, que vive la vida -¨¤ la Kraus- como "un esfuerzo digno de mejor causa" y que -¨¤ la Kraus tambi¨¦n- podr¨ªa decir tras su muerte: "Mi tumba est¨¢ vac¨ªa". Todo ello sin aspavientos, con una lucidez (cr¨ªtica y compasiva) envidiable, mod¨¦lica en Kraus. Arquetipo de un esp¨ªritu libre de toda servidumbre, s¨®lo con una nostalgia eterna: la de una asimilaci¨®n sin fisuras a la cultura y, sobre todo, a la lengua alemana. Jud¨ªo (antisemita) a quien le toc¨® hacer particularmente la experiencia de la crisis general de identidad moderna, no s¨®lo jud¨ªa, sino pol¨ªtica, social, cultural, sexual

... y sobre todo ling¨¹¨ªstica, sustento y manifestaci¨®n de cualquier otra.

Todos estos aspectos cr¨ªtico-fundamentales, en torno a los que se organiza la antolog¨ªa de Kovacsics, son analizados en el libro de Sandra Santana tanto para desentra?ar la figura de aquella Viena de Kraus como la del Kraus de aquella Viena. "Toda su obra es lenguaje: el lenguaje hablando de s¨ª mismo, de su capacidad creadora, de su capacidad opresora y de sus l¨ªmites", dice bien Santana, centrando el n¨²cleo de la cuesti¨®n. Y entre el polo de una lengua madre, maternal, sustentadora de valores patrios, y el de un lenguaje er¨®tico, laberinto desiderativo, va desarrollando sugerente, inteligente y elegantemente ese n¨²cleo. "En la obra de Kraus, la materia ling¨¹¨ªstica es el cuerpo maternal de la mujer, pero, sobre todo, el cuerpo er¨®tico deseado por el hombre". La prostituta, la mujer que se entrega a todos, es un "modelo ling¨¹¨ªstico" apropiado a la situaci¨®n austr¨ªaca de entonces, y el burdel un buen escenario del propio trabajo de Kraus como cr¨ªtico y literato: convertir a la ramera en virgen. "?Un burdel donde la palabra recupere su capacidad de seducci¨®n y se transforme en una femme fatal del pensamiento?". S¨ª, una virgen fatal fue seguramente el ideal metaf¨®rico de la s¨¢tira del lenguaje de Kraus, de su Viena y de ¨¦l mismo.