Resucitar
En la historia universal de la infamia existen 10 formas muy acreditadas de ejecutar la pena capital: por lapidaci¨®n, crucifixi¨®n, hoguera, horca, decapitaci¨®n con hacha o guillotina, garrote vil, fusilamiento, silla el¨¦ctrica, c¨¢mara de gas e inyecci¨®n letal. Alrededor de esta ceremonia cruel aletea la culpa o la inocencia, la justicia o la venganza, pero no existe mayor crueldad ni injusticia que la muerte natural en plena juventud o como remate de una larga vida feliz. Hoy es Domingo de Resurrecci¨®n y aprovechando que los barrancos est¨¢n llenos de esp¨¢rragos silvestres, inmejorables para hacer una tortilla de Pascua, hay que recordar las veces que uno se ha salvado de la pena de muerte, amnistiado por la suerte. Por poco que se haya vivido no hay nadie que no pueda contar en la barra del bar al menos una ocasi¨®n en que estuvo a punto de irse al otro mundo. Fue cuando el coche derrap¨®, dio tres vueltas de campana, cay¨® en un barranco y no pas¨® nada, o cuando de ni?o en la piscina te salv¨® un ¨¢ngel que grit¨® que te estabas ahogando, o cuando resbalaste en el cuarto de ba?o y por un cent¨ªmetro no te desnucaste con el grifo como en un descabello, o cuando fuiste al m¨¦dico por una simple mancha en la mejilla, te mand¨® un an¨¢lisis y te descubrieron un c¨¢ncer incipiente que pudo ser curado. En estos casos siempre se dice que uno se ha salvado de milagro, lo cual significa que has realizado t¨² mismo el prodigio de resucitar. No es necesario bajar antes al infierno y al tercer d¨ªa salir del sepulcro como un tap¨®n de champ¨¢n. La resurrecci¨®n tambi¨¦n sucede con el despertar de cada ma?ana. Si tal d¨ªa como hoy, Domingo de Pascua, al salir del sepulcro Jes¨²s de Nazaret se hubiera encontrado con que Mar¨ªa Magdalena le hab¨ªa preparado un zumo de naranja, una tostada con aceite virgen del huerto de los olivos y un caf¨¦ humeante no habr¨ªa tenido ninguna prisa de volver al cielo. No se tome a mal esta met¨¢fora. El crimen del G¨®lgota se repite todos los a?os. Con el peri¨®dico oliendo a linotipia, el Nazareno hubiera podido leer su caso en primera a cinco columnas mientras desayunaba y sin necesidad de calvarios, tal vez, la humanidad habr¨ªa sido redimida por el placer y el milagro de sorprenderse vivo ante un buen caf¨¦ y una tostada con el sol en el ¨¢rbol.
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