Warhol y Nietzsche se citan en el Real
El coliseo madrile?o estrena hoy la osada versi¨®n de Warlikowski de 'El rey Roger' - El montaje, provocador e intelectual, incendi¨® de pol¨¦mica la Bastilla de Par¨ªs
En la oscuridad de la platea, Krzysztof Warlikowski sigue corrigiendo errores a una semana del estreno (hoy en el Teatro Real). "?Guillermo, por favor, los espejos!", indica al regidor. Lo que al director de escena y creador del montaje se le escapa, lo resuelve Gerard Mortier, tambi¨¦n en las butacas durante el ensayo. "?El coro, m¨¢s alto, este es su momento!". El rey Roger, la ¨®pera m¨¢s provocadora de la era Mortier, ajusta sus piezas. Un montaje basado en la obra que el polaco Karol Szymanowksi escribi¨® con su primo y amante Jaroslaw Iwaszkiewicz en 1924 a partir de sus liberadores viajes a Sicilia, la inspiraci¨®n de Las Bacantes de Eur¨ªpides y la permanente lucha entre el mundo dionis¨ªaco y el apol¨ªneo descrita en El nacimiento de la tragedia de Nietzsche. Un montaje que incendi¨® la Bastilla de Par¨ªs cada noche desde su estreno en 2009 y que llega a Madrid como apuesta del director art¨ªstico del Real para ampliar los horizontes intelectuales de la ¨®pera, confrontar ideas y abrir el teatro a nuevos debates. Un espect¨¢culo predispuesto a las ovaciones y a los abucheos con igual intensidad.
Gerard Mortier: "A quien no le guste, es su problema. Me parece excelente"
Warlikowski: "Despu¨¦s de verla, deber¨ªamos sentirnos perdidos"
La borrachera de libertad de los a?os setenta, agitada por los postulados de Andy Warhol y la eclosi¨®n hippy desemboc¨® en la gran paradoja de esplendor consumista. Esa utop¨ªa de un placer perenne, antesala de la tiran¨ªa moderna, es uno de los pilares narrativos de la propuesta de Warlikowski. Un hombre instalado en sus convicciones (el rey Roger II) que recibe la visita de una suerte de cham¨¢n/dios de apariencia transexual (el Pastor de la obra original) para iniciarle en una serie de nuevos conocimientos -tambi¨¦n homoer¨®ticos- que perturbar¨¢n la paz de una pareja burguesa contempor¨¢nea que espera un hijo.
Puede que algunos se sientan ofendidos con el chute de hero¨ªna que recibe el rey (Mariusz Kwiecien) al comienzo; a otros quiz¨¢ desconcierte que durante el primer acto se proyecte Flesh, la pel¨ªcula de Andy Warhol en la que un hombre desnudo (Joe Dallesandro, actor fetiche de la Factory) juega a cuatro patas con un beb¨¦ y que sirve al autor para situar la obra en esa fulminante transici¨®n de la libertad al consumismo pop. Pero todo forma parte de la nada lineal narraci¨®n de Warlikowski (Szczecin, 1962), en la que al final es casi imposible reconocer lo que pertenece al inconsciente de los personajes, al sue?o o a la realidad. "Hay cosas que es mejor no tratar de explicar", defiende el propio Mortier mientras Paul Daniel, el director musical, ajusta a la orquesta en el foso.
De ah¨ª el permanente juego de s¨ªmbolos que despliega Warlikowski. Ni?os con caretas de Mickey Mouse, una gran piscina que se descubre en el centro del escenario y, sobre todo, un enorme sol capitalista que deslumbra al final de la funci¨®n y en cuyo centro se ilumina en letras de ne¨®n la palabra Sun como santo y se?a de la mercantilizaci¨®n del ocio que acaba seduciendo al protagonista.
?Todo ello una provocaci¨®n? "La ¨®pera no tiene l¨ªmites. Cuando se cre¨®, no sab¨ªan el poder que ten¨ªa. Yo intento explicar que trabaja con los sentidos, que tiene que sacudir nuestros valores, porque ese es el prop¨®sito del arte. Quiero que se cree esa ansiedad en la gente y que produzca reflexi¨®n. No se trata de venir a pasar la t¨ªpica velada burguesa. Que no piensen que la ¨®pera es solo para divertirse o para obtener un placer visual. Esto tiene que ver con el placer intelectual y sensorial", proclama Warlikowski mientras se enciende un cigarrillo en una de las salas del Real. "No se preocupe, no saltar¨¢n los detectores de humo, siempre lo hago".
El rey Roger es una obra del siglo XX que actualiza en este montaje todav¨ªa m¨¢s sus referencias y se cita con otras disciplinas culturales. No hay m¨¢s que escuchar a Mortier invocar a David Lynch, Andy Warhol o a la pel¨ªcula Eyes Wide Shut, cuyo argumento perfectamente podr¨ªa pasar por una adaptaci¨®n de esta ¨®pera.
La sociedad capitalista, opresora en sus costumbres -cree Warlikowski-, se expresa en el primer acto a trav¨¦s de un espectacular coro de 80 personas vestidas de etiqueta y situadas detr¨¢s de una pantalla transl¨²cida. La multitud de voces se transparenta y a la vez se proyecta su inquietante imagen -grabada en directo- sobre la misma pantalla, creando una sensaci¨®n de dualidad entre instinto y raz¨®n que ya no desaparece en toda la obra. Lo que s¨ª se esfuma es ese coro, que por su enormidad tiene que ocultarse en una sala contigua al escenario y monitorizarse en el segundo acto a trav¨¦s de altavoces (impacta entrar y verles a todos sentados como esperando una se?al divina).
"Muchas cosas en esta obra suceden dentro de la cabeza. Mi prop¨®sito es desafiar a la audiencia y no darles descripciones literales sobre asuntos que han pasado realmente. Yo no hago reportajes. Despu¨¦s de verla, deber¨ªamos sentirnos perdidos. Es un cierto grado de provocaci¨®n, s¨ª. Si no se acepta esto, es mejor elegir una ¨®pera de Apolo, ligada a la armon¨ªa, m¨¢s clara, l¨®gica", explica en tono retador Warlikowski mientras mira desde la altura de una de las ventanas del teatro a los paseantes de la plaza. "Mire, toda esa juventud deber¨ªa tener algo m¨¢s que una dolce vita de noche. Si sus padres est¨¢n aburridos de la ¨®pera, que no les contaminen con ese falso amor".
El tercer acto sustituye el ballet de la obra por una suerte de baile en el agua (lo que llaman aquagym) entre viejos y j¨®venes seguidores de Dionisio. Un intercambio de vida y muerte esperp¨¦ntico y c¨®mico a la vez.
Por primera vez, el Real proyectar¨¢ el texto del libreto tambi¨¦n en las columnas laterales de la boca del escenario para que todo el mundo pueda leerlo bien. Hay mucho inter¨¦s en que esta obra se comprenda. Aunque Mortier no tiene ninguna duda sobre su calidad: "A quien no le guste, es su problema. Estoy seguro de que es una excelente producci¨®n". La obra, estructurada en tres actos, carece de intermedio. Guste o no, habr¨¢ que digerirla. "Lo ¨²nico que me decepcionar¨ªa es que la gente se durmiera, el resto no me importa", se?ala Warlikowski.
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