Enterradores de la crisis
Algo as¨ª como 86 personas, acuciadas por la inestabilidad laboral o el paro casi con toda seguridad, realizaban ese otro d¨ªa unas pruebas en el Camposanto de Burriana para cubrir dos plazas de enterradores. Una tarea noble y solidaria, anta?o vista por el vecindario como de mal ag¨¹ero. Aunque la memoria nos evoca la imagen de Jes¨²s, no el b¨ªblico, sino el enterrador de Onda desaparecido hace ya algunos a?os. Era una figura peque?a y bondadosa de pelo espeso y nevado. Un buen cristiano que temprano andaba camino del cerro, donde el cementerio, y saludaba amable a las vecinas con las que tropezaba con una frase en su valenciano socarr¨®n que hizo ¨¦poca: "Me voy al trabajo que mis vecinos all¨¢ arriba ni me molestan ni me incordian". Adem¨¢s de ganarse el pan junto a los difuntos, Jes¨²s sab¨ªa algo acerca del Serm¨®n de la Monta?a y de las Obras de Misericordia. Como sab¨ªa de amor paternal el famoso enterrador de la copla, Juan Sim¨®n. La voz cristalina y el falsete de Antonio Molina adornaron a ese enterrador de un especial atractivo popular, que fue personaje en hist¨®ricas pel¨ªculas en las que meti¨® mano Lu¨ªs Bu?uel. El Juan Sim¨®n de la milonga llevaba la pala en la mano y en el hombro el azad¨®n para cavar la fosa de su hija. Las decenas de aspirantes a tales tareas en la naranjera Burriana tuvieron, en las pruebas de selecci¨®n, que sacar e identificar de un nicho restos humanos, y tapiar luego, en un cuarto de hora y con ladrillos, otros de esos t¨¦tricos agujeros en un columbario. Yeso o cemento r¨¢pido o ladrillos en el cementerio, cuando la otra milonga, es decir, el embuste del boom de la construcci¨®n, raz¨®n primera entre nosotros de la crisis, pas¨® a vida mejor. Por cierto, hace apenas cuatro d¨ªas, cuando la milonga constructiva estaba en pleno apogeo, el Consistorio de Burriana tuvo sus dificultades para encontrar a alguien que realizara las fat¨ªdicas tareas en el cementerio.
Y no es una necroman¨ªa rom¨¢ntica la que nos lleva al Camposanto de Burriana, sino el paro. Podr¨ªamos haber ido a la provincial Diputaci¨®n, donde para 24 plazas de auxiliar administrativo hab¨ªa casi tres mil aspirantes preparados para realizar las pruebas; o donde casi 200 esperan, no trabajar, sino que las inscriban en una bolsa de trabajo para cuando quede alguna vacante de pe¨®n libre de forma interina. Y en la misma Burriana se preparan trescientos y pico para cuatro plazas de conserje y 700 para cinco puestos administrativos. La lista se har¨ªa interminable. Paro e inestabilidad laboral en demas¨ªa es cuanto encontramos detr¨¢s de tantos aspirantes a ocupar un puesto de trabajo no excesivamente pretencioso ni remunerado en la administraci¨®n p¨²blica. Un producto de la crisis, porque cuando no la hubo, no tropez¨¢bamos tampoco con esas realidades lastimosas ni en las diputaciones, ni en los ayuntamientos, ni en los cementerios. Quienes se beneficiaron de la milonga del boom, y sobreviven tan ricamente la crisis, deber¨ªan parar mientes en esas listas.
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