La 'tasa Robin Hood' se instala en el limbo
La defensa de un impuesto financiero global abandona la utop¨ªa, pero se queda estancada en los discursos de l¨ªderes pol¨ªticos - El G-20 no logra el consenso internacional suficiente
La mano invisible, esa que Adam Smith cre¨ªa capaz de mover con diligencia al mercado, no deber¨ªa convertirse en "un pu?o". El antiguo modelo de globalizaci¨®n, que sac¨® de la pobreza a millones de personas, ten¨ªa, al cabo, una cara oculta: un creciente abismo entre ricos y pobres. La mundializaci¨®n financiera ha aumentado las desigualdades. Es hora de una globalizaci¨®n m¨¢s justa.
Quien se despach¨® as¨ª hace un par de semanas en una universidad de Washington no era portavoz de ning¨²n movimiento anti-globalizaci¨®n, ni de una ONG. Era ni m¨¢s ni menos que el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, quien, dicho sea de paso, se perfila como uno de los posibles candidatos socialistas y rival de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales francesas que se juegan de 2012, aunque a¨²n no ha dado el paso.
Strauss-Kahn, claves pol¨ªticas al margen, defendi¨® la implantaci¨®n de un impuesto a las actividades financieras para obligar a la banca a absorber parte de los costes sociales de su comportamiento de v¨¦rtigo, germen de la tormenta financiera. Reclam¨® la mejora de la supervisi¨®n mundial y un marco macroecon¨®mico para un "nuevo mundo". Y con este, dijo, "el p¨¦ndulo se desplazar¨¢ -por lo menos un poco- del mercado hacia el Estado". M¨¢s Estado y menos mercado, binomio sacr¨ªlego antes de esta crisis. El patr¨®n del FMI dando por amortizado el consenso de Washington y, con ¨¦l, sus grandes mantras. A saber: que desregulaci¨®n y privatizaci¨®n generan prosperidad per se, que nada como el propio mercado se supervisa y corrige mejor a s¨ª mismo...
Adi¨®s al tab¨². Hablar de un impuesto global a los bancos ya no es mentar la bicha. Un millar de economistas de 53 pa¨ªses distintos enviaron hace dos semanas una carta al G-20 (el grupo formado por las grandes potencias econ¨®micas y las emergentes) para reclamar la implantaci¨®n de lo que se ha rebautizado por las ONG como una tasa Robin Hood, una nueva versi¨®n de la tasa Tobin que grava las transacciones financieras no minoristas cuyos ingresos se destinasen a combatir la pobreza, el cambio clim¨¢tico y la poblaci¨®n castigada por la crisis. En la lista de economistas figuran nombres como el de Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, o Dani Rodrik, de Harvard.
L¨ªderes como Sarkozy que ahora ocupa la presidencia del G-20, y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tambi¨¦n defendieron una tasa global de estas caracter¨ªsticas en septiembre ante la ONU, durante la Reuni¨®n del Alto Nivel sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y el FMI, aunque rechaza gravar las transacciones financieras, ha dado en esta crisis un vuelco a su postura al defender por primera vez impuestos al sector.
La mal llamada tasa Tobin -se utiliza el mismo nombre para f¨®rmulas muy dispares- ha viajado del terreno de la utop¨ªa al debate de los grandes ¨®rganos de poder econ¨®mico, aunque de momento se halla en el limbo de las buenas intenciones. El impuesto sobre los intercambios monetarios internacionales fue ideado por el Nobel James Tobin en los setenta, inspirado en Keynes, con el fin de "echar arena" en los engranajes de los mercados financieros y frenar la especulaci¨®n. Luego fue tomada como bandera de los movimientos antiglobalizaci¨®n en los noventa -sobre todo de ATTAC-, de los que el economista de Yale se desmarc¨®.
?Una tasa Tobin ver¨¢ la luz? Cuando le hicieron una pregunta similar al propio Nobel, fallecido en 2002, respondi¨®: "En absoluto, se oponen a ella los que deciden". Al menos tres giros en el guion del capitalismo reciente explican su oportunidad: la tecnolog¨ªa hace posible registrar los millones de transacciones financieras diarias que hace 40 a?os no se pod¨ªan controlar; pol¨ªticos de alto nivel y acad¨¦micos de prestigio la han adoptado sin complejos como bandera; y tercero, los estragos que el capitalismo de casino -o de bingo- han provocado han resultado la mejor campa?a para ganarse el respaldo social. Pero lagunas como la falta de definici¨®n y de consenso internacional, la mantiene de momento en el limbo de las buenas intenciones.
"La mentalidad est¨¢ cambiando de un modo que yo no hab¨ªa anticipado", explica el economista alem¨¢n Paul Bernd Spahn, quien lider¨® en Alemania a principios de la d¨¦cada de 2000 un debate para implantar una Tobin reformulada para gravar los flujos de divisas. Juan Jos¨¦ Rubio, catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica, destaca las dificultades de la implantaci¨®n de una tasa, aunque cree que "tarde o temprano, la tendencia es ir hacia la creaci¨®n de una Agencia Tributaria mundial y el G-20 ser¨ªa el padrino id¨®neo".
Pero el G-20 celebra sus reuniones muy lejos del bosque de Sherwood, ese en el que un h¨¦roe robaba dinero a los ricos para d¨¢rselo a los pobres. Y Robin de Locksley no se ha dejado caer por las ¨²ltimas citas. La UE aprob¨® en su cumbre de junio la implantaci¨®n de una tasa de transacciones financieras, pero la supedit¨® a un acuerdo global con los pa¨ªses del G-20. Y el encuentro de Toronto de aquel mismo mes, en el que se debati¨® el establecimiento de nuevos impuestos los bancos e incluso la famosa tasa, lo descart¨®. Los mandatarios europeos y estadounidenses no lograron a convencer a los emergentes (Brasil, China, India) y otros desarrollados, como Canad¨¢ y Australia, que no han tenido que llevar a cabo rescates bancarios.
Oxfam ha retomado la defensa por la Tobin, con la Campa?a por la tasa Robin Hood, un movimiento nacido en Reino Unido y trasladado a varios pa¨ªses cuyo ide¨®logo es Max Lawson, quien da por seguro que "2011 ser¨¢ el a?o de la tasa financiera". En Espa?a es Interm¨®n Oxfam quien defiende esta campa?a por el gravamen, que se aplicar¨ªa a las operaciones financieras de instituciones y profesionales, como el intercambio de acciones, bonos y otros en mercados organizados y operaciones extraburs¨¢tiles (OTC). Un tipo del 0,05% permitir¨ªa recaudar unos 400.000 millones de d¨®lares en el mundo, y del 0,005%, 40.000 millones, seg¨²n sus estimaciones. "El retorno ser¨ªa recaudado a nivel nacional para destinarlo a las prioridades decididas por cada uno, aunque pedimos a cada Estado rico que done la mitad para luchar contra la pobreza", apunta Lawson.
El FMI, en concreto, propone una tasa fija sobre activos bancarios, sobre todo los de mayor riesgo, y una tasa sobre los beneficios que contribuir¨ªa a reducir el tama?o de las entidades: la Financial Activities Tax (FAT), cuyas siglas forman la palabra gordo en ingl¨¦s.
Los bancos espa?oles rechazan impuestos cuyo objetivo sea recuperar ayudas p¨²blicas o penalizar el riesgo excesivo. "Los bancos espa?oles, por su modelo de banca comercial, no han contribuido en el desarrollo y desenlace de la crisis financiera internacional, tampoco han recibido ayudas p¨²blicas de capitalizaci¨®n", explican fuentes de la Asociaci¨®n Espa?ola de Banca (AEB), de modo que "no tendr¨ªa sentido, y adem¨¢s ser¨ªa injusto, imponer a los bancos espa?oles una tasa que persiga alguno de esos dos objetivos". Si el fin es crear un colch¨®n ante futuras crisis financieras, "los bancos espa?oles disponen del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FGD), que se capitaliza de forma permanente", a?aden las mismas fuentes.
La patronal de las cajas de ahorros, la CECA, reh¨²ye hacer declaraciones, si bien fuentes de este sector defienden la "neutralidad" de los productos financieros, para que ning¨²n gravamen traslade el coste a los clientes.
"El sistema financiero actual es como un Ferrari que va sin faros por una carretera con curvas por la que nunca ha circulado, a toda velocidad", dice y retoma la met¨¢fora de Tobin: "La ¨²nica manera, en mi opini¨®n, de evitar accidentes es poner baches en la carretera, echar un poco de arena en la m¨¢quina". Pero ?seguro que la Tobin es la soluci¨®n? "La tasa es potencialmente una buena forma de hacerlo, aunque la implementaci¨®n es complicada y requiere un acuerdo internacional", muy dif¨ªcil. Pero, en cualquier caso, "hay que entender que tal tasa no hubiera afectado a las burbujas inmobiliarias, y a la crisis del euro que estamos sufriendo", advierte Garicano.
Otros diques mantienen la batalla pl¨¢cidamente estancada en los discursos. No hay definici¨®n ni consenso sobre el tipo de impuesto concreto que deber¨ªa dise?arse, tampoco sobre los fines exactos a los que se destinar¨ªa su recaudaci¨®n ni mucho menos el ¨®rgano supranacional que lo recaudar¨ªa, nuevo o ya existente (Banco Internacional de Pagos, Banco Mundial, FMI u otros), o si ser¨ªa Estado por Estado. "Eso no deja de ser dar m¨¢s poder a un organismo de Washington, tambi¨¦n ser¨ªa posible una aproximaci¨®n pa¨ªs a pa¨ªs", dice Carlos Mulas, director de la Fundaci¨®n IDEAS, que alumbr¨® un informe dirigido por el Nobel Joseph Stiglitz que defiende los efectos que tendr¨ªa una tasa financiera.
"El FMI y el Banco Mundial han perdido mucha credibilidad en la zona de Am¨¦rica Latina", tercia Juan Jos¨¦ Rubio, quien se muestra m¨¢s partidario de alguna organizaci¨®n vinculada a la ONU. De hecho, en su opini¨®n, "tampoco Washington pretende acumular m¨¢s papel, Barack Obama se ha mostrado en estos a?os m¨¢s partidario de distribuir un poco m¨¢s las responsabilidades y eso se ve tambi¨¦n en c¨®mo ha afrontado las relaciones internacionales". El catedr¨¢tico defiende un control vinculado a la ONU, pero recalca la necesidad de que cualquier gravamen tenga una dimensi¨®n global, dados los desplazamientos de capital que supondr¨ªa que solo se aplicasen en algunos mercados.
La banca tambi¨¦n advierte de eventuales de capital. Los defensores de la tasa coinciden en poner el mismo ejemplo: Reino Unido grava con un 0,5% las transacciones de acciones y Londres permanece como una de las mayores plazas financieras del mundo. Tambi¨¦n Brasil aplica desde 2009 un impuesto sobre operaciones financieras (IOF) del 2% con el fin de frenar la apreciaci¨®n del su moneda, debido al fenomenal crecimiento econ¨®mico y la entrada de capital caliente.
Desde Alemania, Spahn s¨ª reconoce, no obstante, que este tipo de transacci¨®n est¨¢ muy descentralizado, de modo que propone "comenzar con impuestos de transacciones monetarias para lograr cierta experiencia". El catedr¨¢tico alem¨¢n plantea actuar sobre las transacciones que est¨¢n altamente concentradas (y que es necesario resolver con el Banco Central Europeo (BCE), de forma que la parte en euros fuese gravada (a una tasa muy baja) en el cierre. En este caso, el BCE podr¨ªa ser el recaudador y distribuidor de esos nuevos ingresos fiscales generados.
De momento, los que s¨ª se han convertido en realidad son algunos impuestos a la banca en varios pa¨ªses (Alemania, por ejemplo) para asegurar el pago de rescates ante futuras crisis.El estudio de IDEAS defiende tres tipos de impuestos (ver cuadro), uno que incremente el IRPF sobre las plusval¨ªas financieras, otro sobre los activos y el que defiende como id¨®neo, el de las transacciones financieras. Para este ¨²ltimo plantean un tipo de entre el 0,01% y el 0,05% del importe negociado que restase atractivo a las operaciones especulativas cuyo beneficio depende de oscilaciones de precios muy peque?as y de corto plazo (pero sobre grandes vol¨²menes, de ah¨ª lo jugoso del negocio). La medida podr¨ªa reducir este tipo de contrataciones hasta un 65%, tras el cual se prev¨¦ una recaudaci¨®n de 2.200 millones de euros en Espa?a y de 467.000 millones en todo el mundo, seg¨²n los expertos (ver cuadro).
Ese "pu?o" del que hablaba Dominique Strauss-Kahn -se supone que tambi¨¦n invisible, como la mano del mercado, y, por tanto, bastante peligroso- no trata a todos por igual. Paul Krugman habl¨® con mucha iron¨ªa del "sacrificio compartido" en uno de sus ¨²ltimos art¨ªculos: "Los pobres tienen que aceptar grandes recortes en Medicaid
[seguro m¨¦dico para personas con pocos ingresos] y los cupones de alimentos; la clase media tiene que aceptar grandes recortes en Medicare [seguro m¨¦dico para personas mayores de 65 a?os] que en realidad suponen el desmantelamiento de todo el programa, y que las corporaciones y los ricos tienen que aceptar grandes bajadas en los impuestos que tienen que pagar. ?Sacrificio compartido!".
Jes¨²s Lizcano, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Financiera y Contabilidad, enmarca cualquier iniciativa para una tasa en el proceso hacia una mayor gobernanza econ¨®mica global (un tema recurrente en Europa al prender la discordia entre una pol¨ªtica monetaria com¨²n y la falta de sinton¨ªa fiscal). Lizcano destaca que la tormenta financiera "sensibiliza mucho" y que, independientemente del futuro pr¨®ximo, "el debate ha alcanzado un punto sustantivo sobre el que es dif¨ªcil volver atr¨¢s".
Ahora, a la vista de discursos como el de Nicolas Sarkozy, por ejemplo, parece que cosecha m¨¢s apoyos que nunca. Aunque el presidente franc¨¦s ha recibido alguna que otra acusaci¨®n de electoralista. La ¨²ltima, la semana pasada. Su Gobierno anunci¨® una ley para obligar al pago de una prima a los trabajadores de las empresas de m¨¢s de 50 empleados que, aumenten los dividendos que pagan a sus accionistas. Otro -el en¨¦simo- problema de la tasa Robin Hood es que el esp¨ªritu del arquero de Locksley convierta en un juguete pol¨ªtico.
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