La hora de la unidad
Medio siglo de terrorismo nacionalista en el Pa¨ªs Vasco es demasiado tiempo para que se pueda cerrar mediante cualquier atajo tentador, pero ETA y su entramado est¨¢n viviendo el final de la "guerra" que han querido prorrogar, de forma tan arbitraria como in¨²til. El capital delictivo acumulado por los terroristas da buena cuenta del reguero de sangre y destrucci¨®n que el fundamentalismo nacionalista vasco violento tiene en su saldo negativo.
Lo m¨¢s aberrante es que la mayor parte de esta actividad destructiva (90%) lo ha sido en tiempo (70%) de democracia y autogobierno y en medio de una tolerancia, si no complacencia o apoyo expl¨ªcito, en el seno de la sociedad vasca, quien, por lo dem¨¢s, ha sido la m¨¢s atormentada por el azote terrorista y violento (dos tercios de los asesinatos y m¨¢s del 90% de los actos violentos).
Ha llegado la hora de la verdad para ETA y su movimiento. Solo cabe esperar de ellos el punto final
Es cierto que ETA est¨¢ hoy m¨¢s d¨¦bil y arrinconada que nunca
Cincuenta a?os de presencia cotidiana de la violencia, sea en las calles o en los medios, de intimidaci¨®n casi generalizada y de control social ejercido por un ej¨¦rcito de activistas, militantes o simpatizantes de m¨¢s del 10% de la poblaci¨®n adulta han generado una subcultura de la violencia con efectos demoledores sobre el tejido social y pol¨ªtico vasco. El totalitarismo y la intolerancia ¨¦tnicos han sometido a la sociedad vasca a un estr¨¦s identitario sin precedentes, como consecuencia de una clara y efectiva estrategia de limpieza ¨¦tnica. Los cambios t¨¢cticos u org¨¢nicos, impuestos por el paso del tiempo y las transformaciones sociales y pol¨ªticas de la sociedad vasca, no le han impedido a ETA, inspirada en el fundamentalismo sabiniano, ser fiel a su principio fundacional. Este no ha sido otro que la definici¨®n ¨¦tnica y ag¨®nica de lo vasco en guerra con lo espa?ol, como hilo conductor de la construcci¨®n nacional para llegar a la independencia, por las buenas o por las malas. El vergonzante e inmoral pacto de Lizarra, pista de aterrizaje de los distintos planes Ibarretxe, y su ep¨ªgono del "polo soberanista" (en el que se inscriben las operaciones Sortu o Bildu) son los logros estrat¨¦gicos de un MLNV, liderado por ETA, que, como acaba de confirmar, no renuncia, de momento, a tratar de cobrarse sus objetivos m¨¢ximos: autodeterminaci¨®n y territorialidad.
Todo esto no habr¨ªa sido posible sin el apoyo, la complicidad, la complacencia o la inhibici¨®n de miles de ciudadanos, dentro y fuera del movimiento violento, y de una parte importante del entramado institucional. La mayor¨ªa de la sociedad vasca, aunque no ha sido complaciente, ha asistido desorientada, resignada, atemorizada o sumergida en la espiral del silencio y trag¨¢ndose la rabia hasta que, gracias al papel remoralizador de las v¨ªcti-mas, una minor¨ªa de resistentes les planta cara a los violentos y totalitarios y logra catalizar y reactivar la respuesta c¨ªvica democr¨¢tica, como paso previo a una reacci¨®n institucional m¨¢s decidida. Entretanto, en pueblos, escuelas y campus universitarios el movimiento totalitario socializaba hornadas de j¨®venes activistas, que diesen continuidad a su estrategia, cada vez m¨¢s radicalizada, por arbitraria y carente de fundamento racional.
Han tenido que pasar 30 a?os, plagados de aciertos y errores en las respuestas antiterroristas institucionales, hasta que las pol¨ªticas de tolerancia cero han podido desplegarse, no sin dificultad y con resultados evidentes. Es cierto que hoy ETA est¨¢ m¨¢s d¨¦bil y arrinconada que nunca y su movimiento m¨¢s mermado, desorientado, si no aislado. Y esto es as¨ª y por este orden, por la eficacia de la acci¨®n de los cuerpos y fuerzas de seguridad (entre cuyas filas han tenido m¨¢s de la mitad de las v¨ªctimas mortales), por la cooperaci¨®n policial internacional, por la acci¨®n judicial decidida, por los cambios legislativos que han permitido expulsar de las instituciones a los terroristas y sus c¨®mplices, por las pol¨ªticas de firmeza de los Gobiernos y por los momentos de unidad democr¨¢tica. Todo ello ha requerido de un impulso c¨ªvico fundamental: el salto a la escena de las v¨ªctimas al final de los a?os noventa, despu¨¦s de d¨¦cadas de olvido, silencio, oprobio e injusticia, acompa?adas de los movimientos c¨ªvicos de resistencia y de un giro importante en la opini¨®n p¨²blica vasca.
Tal reguero de sangre, destrucci¨®n, odio, persecuci¨®n, extorsi¨®n, perversi¨®n y da?o moral y pol¨ªtico no se puede liquidar a golpe de comunicado espectral o declaraci¨®n de buenas intenciones futuras, porque cerrar¨ªamos en falso una herida sangrante. Ni ETA, ni su movimiento, pueden seguir amagando, propagand¨ªsticamente, con circunloquios o viejas ret¨®ricas desgastadas, intentando, una vez m¨¢s, perdonarnos la vida a cambio de sus objetivos pol¨ªticos. Deben olvidarse de repetir, por tanto, recetas obsoletas, dar por fracasada su estrategia totalitaria y etnicista, aceptar el pluralismo de la sociedad vasca, respetar las reglas de nuestra democracia constitucional y nuestro autogobierno y quedarse, si quieren, con la promoci¨®n, plenamente democr¨¢tica, de sus objetivos pol¨ªticos de independencia y territorialidad en un sistema competitivo. Todo lo dem¨¢s, a fuer de un d¨¦j¨¤ vu, es puro juego malabar para seguir enga?ando incautos, m¨¢s o menos, interesados.
A pesar de algunos cantos de sirena, no hay que esperar que vayan a desistir de su estrategia sin m¨¢s o con incentivos de tolerancia y buena voluntad democr¨¢ticas, repetidamente fracasados. Medio siglo tejiendo e inoculando en nuestra sociedad una subcultura de la violencia, odio e intolerancia ¨¦tnicos, no se van a diluir y transformar en actitudes angelicales, por muchas jaculatorias que se pronuncien o estatutos que se presenten en el registro de partidos. Si no han podido hacernos desistir con la amenaza, no debemos rendirnos ahora ante los cantos de sirena y los sanos deseos del punto y final. No cabe duda que Sortu o Bildu no son un mal s¨ªntoma, pero nada m¨¢s. Por encima del juego de los intereses, m¨¢s o menos confesables, de unos y otros, queda a¨²n camino por andar. La propia sociedad enfr¨ªa sus expectativas, a sabiendas de que la actual ret¨®rica de la izquierda abertzale ilegalizada, jugando a ser y no ser a la vez, a¨²n est¨¢ a a?os luz de lo que se le requiere a estas alturas. Basta ver la resistencia a asumir su ignominioso pasado o a imponerle a ETA decisiones como la entrega de las armas, la declaraci¨®n de los terroristas presos, las manifestaciones a su favor, sus condiciones pol¨ªticas para un supuesto final dialogado o su definici¨®n del llamado "conflicto vasco".
Por fin, le ha llegado la hora de la verdad a ETA y a su movimiento, de la que solo puede esperarse y aceptarse el punto final a medio siglo de un inmenso error. Solo as¨ª podremos erradicar la semilla de la violencia para siempre y sentar las bases de un futuro de libertad verdadera en el Pa¨ªs Vasco. No nos enga?emos, hasta hoy ni unos ni otros han demostrado estar dispuestos a transitar con claridad por este camino, m¨¢s all¨¢ de la hermen¨¦utica al uso de comunicados o declaraciones bien escenificadas, pero sin la sustancia necesaria y exigible. Si de verdad se han convertido a la democracia pluralista y est¨¢n dispuestos a aceptar todas sus reglas, no debemos temer que su actual exclusi¨®n institucional pueda suponer un riesgo para el final de la estrategia terrorista, sino todo lo contrario. Pero no es menor el reto para los partidos e instituciones democr¨¢ticas para mantener la pol¨ªtica de firmeza y unidad sin fisuras, alentando la unidad y respeto a las v¨ªctimas y la resistencia de las sociedades vasca y espa?ola para no caer en la desmoralizaci¨®n o el desistimiento, que buscan los terroristas y sus c¨®mplices. La especulativa divisi¨®n de los violentos es irrelevante ante el riesgo serio de confrontaci¨®n irresponsable de los dem¨®cratas por un incierto pu?ado de votos, una vez m¨¢s.
Francisco J. Llera es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, director del Euskobar¨®metro y autor de Los vascos y la pol¨ªtica.
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