Nuestro amigo Bachar
Un descubrimiento reciente en Twitter es la cuenta falsa de Henry Kissinger (@Henry_Kissinger). No pretende enga?ar a nadie, pues deja bien claro desde el principio que se trata de una imitaci¨®n, pero est¨¢ tan bien hecha que ha logrado 11.495 seguidores. Es como si el padre del hiperrealismo en pol¨ªtica exterior hubiera decidido de repente decir lo que de verdad piensa, ilustrando en 140 caracteres la hipocres¨ªa que hist¨®ricamente ha dominado la diplomacia occidental hacia Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica. Dos ejemplos: "Obama se plantea echar a El Asad de su lista de amigos en Facebook: le he dicho que no conviene sobrerreaccionar" o "las prohibiciones de viajar a los dictadores ¨¢rabes amenazan con arruinar mi fiesta de cumplea?os".
El Asad ha construido su impunidad convirti¨¦ndose en el obst¨¢culo para la paz de la regi¨®n
Todo ello viene a cuento de Siria y Bachar el Asad. Cuando introducimos en la ecuaci¨®n lo que ha sido la pol¨ªtica occidental hacia Siria, los sonrojantes apoyos concedidos a Ben Ali y Mubarak en T¨²nez y Egipto parecen peccata minuta. Cierto que estos reprim¨ªan con dureza y robaban a mansalva, pero el curr¨ªculo represor de los Asad es mucho m¨¢s impresionante. Pap¨¢ Asad, con 30 a?os de Gobierno tras un golpe de Estado en 1970, ya bati¨® todos los r¨¦cords cuando en 1982 aplast¨® la insurrecci¨®n de Hama dejando tras de s¨ª 20.000 muertos. Tras su desaparici¨®n en 2000, el hijo Bachar ha convertido la represi¨®n y el latrocinio en una empresa familiar: el hermano menor, Maher, controla la guardia presidencial, responsable de la represi¨®n brutal que se estima que ha causado 400 muertos en los ¨²ltimos d¨ªas; el cu?ado Asef es el jefe de la inteligencia militar y el primo hermano Rami controla el 60% de la econom¨ªa del pa¨ªs con sus empresas y turbios negocios.
Que Bachar se saliera con la suya en el frente dom¨¦stico podr¨ªa ser comprensible si, como Mubarak o Ben Ali, al menos hubiera sido un buen aliado de europeos o estadounidenses. Pero El Asad ha sido una china de incre¨ªbles proporciones en el zapato occidental. V¨¦ase, por un lado, su papel desestabilizador en L¨ªbano, con las sospechas sobre el papel de sus servicios secretos en los asesinatos en 2005 del ex primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri y de Samir Kasir (autor de De la desgracia de ser ¨¢rabe o Primavera en Damasco), que se convirti¨® desde su columna en el diario Al Nahar en el azote de la ocupaci¨®n siria. T¨¦nganse tambi¨¦n presentes sus conexiones con Ir¨¢n y Hezbol¨¢. Y no se olvide su intento de construir un reactor nuclear con fines militares, que fue discretamente bombardeado por los israel¨ªes en septiembre de 2007 sin que el Gobierno sirio ni siquiera lo reconociera p¨²blicamente ni protestara, lo que sin duda constituy¨® la mejor prueba de sus verdaderas intenciones.
Lo llamativo es que Bachar ha construido su impunidad sobre el supuesto contrario que Ben Ali, Mubarak o los dem¨¢s aut¨®cratas de la zona: convirti¨¦ndose precisamente en el obst¨¢culo m¨¢s formidable para la paz en toda la regi¨®n. Cuando lleg¨® al poder en el a?o 2000, muchos pensaron que ese joven oftalm¨®logo educado en Reino Unido ser¨ªa inofensivo. Pero, haciendo honor a su profesi¨®n, tuvo una gran visi¨®n: dado que el mercado de dictadores ¨¢rabes estaba saturado de serviles colaboradores de Estados Unidos, el valor a?adido hab¨ªa que buscarlo en la diferenciaci¨®n del producto final. Dicho de otra forma, El Asad entendi¨® correctamente que el poder en Oriente Pr¨®ximo lo tiene quien tiene la llave de la paz en el conflicto palestino-israel¨ª, y que esa llave no la tienen los militares egipcios que hicieron y mantienen la paz con Israel, los israel¨ªes de bien como el asesinado Isaac Rabin o los palestinos sensatos como el presidente Mahmud Abbas, sino los m¨¢s radicales e intransigentes, es decir, la extrema derecha israel¨ª, Ham¨¢s, Hezbol¨¢ e Ir¨¢n.
As¨ª que durante la ¨²ltima d¨¦cada, el Gobierno sirio se ha dedicado a amagar constantemente con un acuerdo de paz con Israel con el fin de lograr, uno, el cortejo de todos las diplomacias occidentales, incluyendo la espa?ola, deseosas de atribuirse el papel de mediador de ¨¦xito en la soluci¨®n del conflicto, y dos, a cambio, la impunidad total para reprimir internamente, con el argumento, todav¨ªa o¨ªdo estos d¨ªas, de que la ca¨ªda de la dinast¨ªa El Asad llevar¨ªa a la guerra civil en un pa¨ªs sumamente fragmentado entre etnias y grupos tradicionalmente rivales. Hoy viernes, los ministros de Exteriores de la UE debaten las sanciones al r¨¦gimen de El Asad, as¨ª que tienen una excelente oportunidad de hacerse revisar la vista: el oftalm¨®logo de Damasco se lo ha puesto enormemente f¨¢cil. jitorreblanca@ecfr.eu
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