Madera de figura
Solo un torero con madera de h¨¦roe, un luchador nato, un serio aspirante a figura le corta una oreja al sexto toro de la tarde, un manso de manual ante el que se plant¨® el joven Daniel Luque y lo oblig¨® materialmente a embestir. Solo un torero que se atreve a jugarse el tipo y a romperse para alcanzar el triunfo es capaz de emocionar como ayer lo hizo este cuando, pasadas las nueve de la noche, el p¨²blico comenzaba a abandonar la plaza. Hab¨ªa brindado Luque al respetable y, para su sorpresa, al segundo muletazo, el toro da media vuelta y se dirige al trote hacia las tablas cercanas a toriles. Estaba claro que el manso, ya declarado en los tercios anteriores, tiraba la toalla y no estaba dispuesto a embestir ni una sola vez m¨¢s. Toda la plaza parec¨ªa convencida del aserto menos el propio torero, quien respet¨® los terrenos del toro, respir¨® hondo, hizo el esfuerzo que solo pueden hacer los toreros grandes y se obr¨® el milagro. Le mostr¨® al manso la muleta, dej¨® que le oliera los muslos, se situ¨® donde mandan los c¨¢nones y el toro no tuvo m¨¢s remedio que embestir. Lo someti¨® de verdad, se entreg¨® plenamente, lig¨® los muletazos ante la codicia del animal y los tendidos saltaron como un resorte. Hab¨ªa un torero en el ruedo. Arriesg¨® tambi¨¦n por el lado izquierdo y le rob¨® naturales que parec¨ªan imposibles. La faena fue larga, pero transcurri¨® en un instante. Son¨® un aviso antes de que volcara sobre el morrillo y enterrara el estoque hasta el pu?o. La plaza se cubri¨® de pa?uelos, y Luque pase¨® la oreja como un justo triunfador.
TORREHANDILLA / EL CID, CAYETANO, LUQUE
Toros de Torrehandilla-Torreherberos, desiguales de presentaci¨®n,
muy blandos, mansos y nobles; destacaron primero y quinto.
El Cid: estocada ca¨ªda (oreja); pinchazo y estocada (silencio).
Cayetano: media estocada (silencio); pinchazo y estocada (leve
petici¨®n y vuelta al ruedo).
Daniel Luque: dos pinchazos -aviso- y casi entera (ovaci¨®n); -aviso- estocada (oreja).
Plaza de La Maestranza, 5 de mayo. Duod¨¦cima corrida de feria. Casi lleno.
La verdad es que si no es por esta heroicidad, Luque se va de vac¨ªo, porque aunque se mostr¨® hondo y pinturero con el capote en el toreo a la ver¨®nica, no pas¨® de discreto ante su primero en una faena de cierta entrega, de menos a m¨¢s, pero sin terminar de romper.
Pero romper, lo que se dice romper, no rompen un plato ni El Cid ni Cayetano; y mira que el primero cort¨® una oreja en su primero, y el segundo a punto estuvo de conseguirlo si no pincha al quinto. Pero, no. No convencieron, ni dijeron aqu¨ª estoy yo y van a ver c¨®mo se torea. A los dos se les vio muy tristes, comodones y ventajistas. Cayetano, por ejemplo, se sent¨® en el estribo de la barrera de sombra a esperar que le trajeran el quinto desde los terrenos del sol. Para que vean...
El Cid no levanta cabeza. Su primero ten¨ªa m¨¢s de ovejita que de toro. Reposter¨ªa fina llevaba en su embestida, nobleza y fijeza a raudales, calidad suprema. El toro so?ado en la feria de Sevilla. Y va Manuel Jes¨²s y lo muletea despegado en tandas cortas de tres pases y el de pecho, sin tiempo para gustarse, deleitarse y derretirse de arte. Fue la suya una labor limpia, pero fr¨ªa, sin intensidad, sin alma... Y cit¨® fuera cacho, sin cruzarse, despegado siempre. No es eso, no es ese el torero que conmocion¨® a la afici¨®n con el toreo puro y aut¨¦ntico. Este no es mi Cid, que me lo han cambiado. Pase¨® una oreja, pero ¨¦l sabr¨¢ mejor que nadie que no ten¨ªa ning¨²n peso. Muy parado result¨® el cuarto, y el torero no dijo nada.
Cayetano estaba sentado en el estribo a la espera de que su cuadrilla le devolviera el quinto toro cuando la gente se lo recrimin¨®. Se levant¨® el hombre e hizo el esfuerzo de tomar el camino del sol. All¨ª par¨® la noble embestida del manso dobl¨¢ndose por bajo con gallard¨ªa y suficiencia. Y los que lo pitaban se volvieron locos de contentos. Y el torero se anim¨®, se quit¨® las zapatillas y se puso a torear. Y lo hizo bien por ambas manos, con dulzura, acompa?ando el largo viaje del animal y con una entrega relativa. Pero la gente parec¨ªa estar asistiendo a un milagro. Su toreo, ya se sabe, es elegante y de buen gusto, pero eso no basta para arrebatar. Y Cayetano no parece estar, hoy por hoy, para arrebatos. Como pinch¨®, el premio se redujo a la vuelta al ruedo; la oreja hubiera sido tan barata como la de su compa?ero. Por cierto, ante la sosa embestida de su primera ovejita ni se inmut¨®. Acompa?o su recorrido, muy despegado siempre y sali¨® del paso sin una gota de sudor.
El triunfador, sin duda, fue un chaval que quiere ser torero. Y ayer cambi¨® su destino: un silencio seguro lo convirti¨® en un triunfo de clamor.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.