Champions
El f¨²tbol es un deporte de minor¨ªas selectas, que dir¨ªa Ortega. Enti¨¦ndame, gente que sabe pegarle una patada al bal¨®n hay a montones. Echen cuentas: argentinos, brasile?os, italianos, ingleses, alemanes y, por supuesto, los nuestros. Est¨¢n los que salen al campo a ganar y los que salen solo a pillar seg¨²n como vayan las cosas. Los hay optimistas y perdedores, desgarbados, bajitos, orgullosos, gazapones, fil¨®sofos, teatreros... Pero futbolistas, lo que se dice futbolistas, muy pocos, una aristocracia moral. Esto que vale para la plantilla tambi¨¦n rige para la afici¨®n. Otra prueba de que el f¨²tbol no es solo un deporte, sino una categor¨ªa del esp¨ªritu. Y en el esp¨ªritu, ya se sabe, cada uno es de su padre y de su madre. O sea, del Bar?a o del Madrid.
Los futbolistas no son cr¨ªos, sino gente adulta, talludita, con novia y esas cosas. Profesionales. Se supone que jugar al f¨²tbol es lo mejor que saben hacer en la vida. Pero, como les dec¨ªa, el deporte es el espejo del alma y entre las gradas y el vestuario tampoco hay tantas diferencias. Las zancadillas y el juego sucio est¨¢n a la orden del d¨ªa. No es de extra?ar que en el estadio haya tipos que lo mismo pueden soltarle un pu?etazo en la yugular al adversario que reventarle las lumbares de una patada cuando est¨¢ tirado en el suelo. Coincidir¨¢n conmigo en que con esta clase de individuos cualquier precauci¨®n es poca. Y puestos a arbitrar, m¨¢s vale una tarjeta a tiempo que la tibia y el peron¨¦ de la v¨ªctima convertida en s¨¦mola para hacer cusc¨²s. El jugador que entra a matar probablemente no es due?o de sus actos. Funciona como un rottweiler adiestrado por su amo. Tal vez en otras circunstancias y con otro entrenador podr¨ªa desarrollar una buena defensa.
Pero que un jugador entre a deg¨¹ello no le da carta blanca al contrario. Tirarse al suelo para enga?ar al ¨¢rbitro y que lo saquen en camilla cuando nadie le ha tocado, demuestra unos dotes interpretativos que podr¨ªan ser considerados para la pr¨®xima edici¨®n de los Premios Goya, aunque no en un campo de f¨²tbol donde se valora otro temple. En la liga inglesa, los simuladores est¨¢n muy mal vistos y son abucheados por deshonestos. Como ven, el f¨²tbol est¨¢ muy lejos de ser un paradigma del comportamiento, sin embargo, todav¨ªa queda gente capaz de mantener algunos principios b¨¢sicos y gracias a ellos el f¨²tbol a veces hace Historia. Y es que este deporte como dilema moral contiene algunas ense?anzas impagables. Por ejemplo que el esfuerzo tiene mucho que ver con la dignidad y que la prepotencia en cambio no es digna ni lleva a ninguna parte. Y algo m¨¢s. Muy importante. Que la elegancia vale m¨¢s, infinitamente m¨¢s, que el dinero.
Dicho esto, el segundo gol de Messi contra el Real Madrid en el partido de ida de la Champions fue, no solo cient¨ªficamente preciso, sino moralmente elegante. Una obra de arte. Y punto.
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