Lo que yo creo: una ¨¦tica de izquierda
He aqu¨ª algunas lecciones que he aprendido de mis maestros. Me he convertido en lo que Camus llamar¨ªa un "reformista radical". Practico lo que Michel Foucault denominar¨ªa una "moral de la incomodidad". Albergo la ambici¨®n de alcanzar una "felicidad sin obligaci¨®n de trascendencia", como creo que habr¨ªa podido decir Spinoza. Se trata simplemente de una ¨¦tica de izquierda.
1. Ya no quiero cambiar el mundo; quiero reformarlo. De hecho, creo que el mundo cambia por s¨ª mismo mucho m¨¢s deprisa que nuestro deseo de cambiarlo. Pero si quiero ser reformista no es solo porque haya renunciado a la revoluci¨®n, sino porque creo en los progresos, y quiero subrayar que he escrito esta ¨²ltima palabra en plural. Es evidente que ya no se puede creer en el progreso en el sentido en que lo hac¨ªan Condorcet, Marx o Auguste Comte. Pero antes de que un ¨¢guila le devorase el h¨ªgado, Prometeo consigui¨® robar ciertos secretos a Zeus; y entre ellos hab¨ªa algunos que hicieron posible que la humanidad diera un enorme salto hacia en el conocimiento. La reforma consiste en hacer desaparecer aquellos secretos que resultaron ser mal¨¦ficos.
Soy un reformista radical. No separo la libertad de la igualdad ni la creaci¨®n de riqueza de su reparto
No hay que apoltronarse en la resignaci¨®n. Soy partidario de una no violencia ofensiva
2. El siglo anterior deber¨ªa conducirnos a desconfiar de todas las revoluciones, a comprender todas las resistencias y a abrazar el esp¨ªritu reformista. A condici¨®n que esta conversi¨®n se lleve a cabo con un radicalismo que impida que los compromisos se conviertan en componendas. El "reformismo radical" excluye todo relativismo desencantado. Mendes-France dec¨ªa que la tensi¨®n reformadora debe inocular constantemente patetismo en la virtud. La democracia debe ser una pasi¨®n.
3. La explosi¨®n de los dogmas y de las ideolog¨ªas deber¨ªa condenarnos a la humildad y a un verdadero culto de la complejidad. Al margen de las justas pol¨ªticas y los divertimentos de las pol¨¦micas, lo perentorio ya no es soportable. En lo que a m¨ª respecta, he decidido interesarme siempre por las razones de quienes est¨¢n en desacuerdo conmigo. En este terreno, mi maestro es Raimundo Lulio, un monje mallorqu¨ªn del siglo XIII que invitaba a los imp¨ªos a no escoger entre los tres monote¨ªsmos, sino a formarse su propia s¨ªntesis personal.
4. La sabidur¨ªa consiste ahora en no separar nunca los conceptos de libertad e igualdad. La primera sin la segunda conduce a la jungla de las competiciones. La igualdad sin libertad lleva a la uniformidad y a la tiran¨ªa. Tampoco se deber¨ªa separar nunca la preocupaci¨®n por la creaci¨®n de riquezas de la preocupaci¨®n por su reparto. El hombre sigue siendo la meta de toda creaci¨®n.
5. Desde esta ¨®ptica, el dinero solo puede ser el s¨ªmbolo de unamercanc¨ªa y el instrumento que sirve para hacerla circular mejor. Cuando la especulaci¨®n conduce a considerar el dinero como un fin y no como un medio, en otras palabras, cuando el capital se "financiariza", la sociedad entera se transforma en una bolsa de valores que ya solo puede optar entre un individualismo c¨ªnico y un latrocinio organizado.
6. Seg¨²n Marx, la violencia viene provocada por el paso de una sociedad a otra, como ocurri¨® durante la transici¨®n del feudalismo al capitalismo. Solo en este caso considera que la violencia es progresista o, si se quiere, revolucionaria. Contrariamente a lo que se repite por doquier, esta noci¨®n no es hegeliana. Hegel elogi¨® la Revoluci¨®n (1789), pero no el Terror (1793), en el que no vio un progreso, sino todo lo contrario: una regresi¨®n. No existe pues una fatalidad progresista de la violencia, sino al rev¨¦s. Soy partidario de una no violencia ofensiva y no sacrificial.
7. No obstante, puede ocurrir que una guerra a la vez "inevitable e inexcusable" sea necesaria por razones de autodefensa. Pero solo podr¨ªa ser declarada como ¨²ltimo recurso, despu¨¦s de descartar todas las dem¨¢s soluciones. Una vez que se ha decidido ir a la guerra, hay que tener en mente tres reflexiones: a) "S¨ª, a veces hay que resignarse a la guerra, pero sin olvidar nunca que, pese a la equidad de la causa, eso significa participar de la eterna locura de los hombres" (Barack Obama); b) "Cada vez que un oprimido toma las armas en nombre de la justicia, da un paso en el campo de la injusticia" (Camus); c) "La justicia, esa fugitiva que a menudo deserta del campo de los vencedores" (Simone Weil).
8. No est¨¢ en el destino de una v¨ªctima el seguir si¨¦ndolo; despu¨¦s de liberarse, puede convertirse en verdugo. Todos aquellos que aceptan responder a la barbarie con la barbarie, utilizando las mismas armas que sus enemigos y traicionando as¨ª los valores por los que combaten deber¨ªan tener presente este pensamiento. En tal caso, no hay inocentes, solo vencedores o muertos. En una ¨¦poca en la que la fragmentaci¨®n de los dogmas y los conflictos de la fe conducen a los fanatismos y en la que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil hablar de valores universales, un odio debe imponerse -y la palabra no es demasiado fuerte-: el odio hacia todos los absolutos. El principio del exterminio de un pueblo constituye el mal absoluto. Los supervivientes de Auschwitz y Ruanda no deben decirse: "Nosotros nunca m¨¢s", sino "esto nunca m¨¢s".
9. Ya en mi m¨¢s tierna infancia aprend¨ª a considerar la humillaci¨®n como uno de los peores males de la humanidad. M¨¢s aun que las opresiones, las ocupaciones y las alienaciones, la humillaci¨®n es lo que m¨¢s profundamente hiere el alma de un individuo o una colectividad. Y lo que est¨¢ detr¨¢s de las revoluciones controladas y de las revoluciones fan¨¢ticas.
10. Hay varios medios para no colocar nuestro sill¨®n en el sentido de la resignaci¨®n ante las desgracias de la vida y la maldici¨®n de los hombres. Por ejemplo, considerar que "la vida no es nada, pero nade vale m¨¢s que una vida" (Malraux), que "no hay que buscar a Dios en ninguna otra parte que en todas partes" (Gide) y que solo la admiraci¨®n que se transforma en amor puede impedirnos ver la vida como "un cuento lleno de ruido y furor contado por un idiota y que no significa nada" (Shakespeare). De todas formas, como dice magn¨ªficamente Fran?ois Cheng, "todos los juicios, todos los cultos y todos los ritos pueden desaparecer, salvo uno solo, el de la Belleza".
Jean Daniel es director de Le Nouvel Observateur. Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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