Amor de padres
Les remito a una noticia esperanzadora y llena de vitalidad, Los enemigos del geri¨¢trico, publicada el jueves por Juan Diego Quesada. Resulta que a unos cuantos vecinos y amigos de Vallecas y Moratalaz, de una media de 70 a?os, se les ha ocurrido montar la primera cooperativa de jubilados de Madrid. Tras muchos esfuerzos y tes¨®n han logrado que este Centro Social de Convivencia para Mayores empiece a levantarse en Torremocha del Jarama, como "un acto de amor a sus hijos", una forma de liberarles de la pesada carga de una vejez a veces larga y llena de problemas. Tomo nota. Por fin alguien habla con sensatez y generosidad y borra la frontera entre los buenos hijos (los que desisten de vivir la vida tal como les gustar¨ªa para cuidar de sus ancestros) y los malos (los que se resisten a entregarse a los dem¨¢s m¨¢s all¨¢ de sus fuerzas). Porque supongamos que alguien tiene un hijo a los 20 a?os y que vive hasta los 90 (algo cada vez m¨¢s normal). Cuando el hijo tenga 70 a?os estar¨¢ cuidando del padre de 90. Y puede que el nieto tenga que hacerlo del padre y del abuelo si las cosas se han complicado por el camino y no llegan en buenas condiciones a tales edades (lo que tambi¨¦n es bastante normal). Ese nieto, pongamos que tiene 45 o 50 a?os. Ya ha criado a sus hijos y puede relajarse un poco. Est¨¢ en condiciones de viajar, de divertirse... Pero no puede. Ha pasado del cuidado de los hijos al de los padres, los abuelos y, como sigamos as¨ª, los bisabuelos.
Los queremos y no podemos ignorarlos, los lazos son demasiado fuertes. De eso se vale la Administraci¨®n para mirar solo de reojo un problema de capital importancia, que por cierto se est¨¢ soportando mejor gracias a los inmigrantes. Anciana con ecuatoriana, anciano con rumana, colombiana, dominicana. Los parques madrile?os est¨¢n llenos de estas nuevas parejas, cuyas vidas est¨¢n tejiendo la historia de una nueva convivencia y supervivencia sorda. Los telediarios, por ejemplo, solo abordan el asunto en verano o en Navidades, con im¨¢genes de ancianos solitarios en sus solitarias casas, mientras tal vez alg¨²n familiar ande por ah¨ª de picos pardos, y entonces a todos, aun a los m¨¢s sacrificados, nos remuerde la conciencia porque no estamos constantemente al lado de nuestros mayores viviendo su vejez.
Un poco de respeto para todos, en primer lugar para quienes han perdido la fuerza y ahora son vulnerables y se sienten indefensos. Sus personas, sus profundas arrugas y sus limitaciones f¨ªsicas son dignas y no tienen por qu¨¦ estar sujetos a la compasi¨®n, sino en todo caso a la comprensi¨®n. Nadie est¨¢ obligado a quererles. No todos son unos viejecitos simp¨¢ticos y bonachones, algunos son tan insoportables como eran de j¨®venes. Tienen derecho a ser atendidos y protegidos por nuestro sistema, que para eso est¨¢. M¨¢s inversi¨®n en buenas residencias y en atenci¨®n del tipo que sea para que la p¨¦rdida de facultades sea lo menos tr¨¢gica posible para ¨¦l y su entorno. Porque seg¨²n est¨¢n las cosas, ya no se trata de ahorrar para las vacaciones o para hacer un m¨¢ster en el extranjero, sino para la vejez, para esa residencia privada que nos costar¨¢ un ojo de la cara si no queremos dejarles el marr¨®n a los hijos y donde lamentablemente no se sentir¨¢n ni mucho menos como en casa. Ahora entiendo a mi abuela cuando dec¨ªa refiri¨¦ndose al dinero, "esto para la vejez", como si la vejez fuera el monstruo de las galletas.
Y luego est¨¢ esa man¨ªa de llamar a cualquier anciano "abuelo" en lugar de por su nombre o se?or, tratamiento que a estas alturas de su vida se tiene bien merecido. Por favor, dejemos lo de abuelo para los aut¨¦nticos nietos y no tratemos de infantilizar a personas que dejaron la infancia ya muy atr¨¢s. A mi padre por ejemplo todo esto le saca de sus casillas. Prefiere la palabra viejo para describirse. Le parece m¨¢s exacta, y que lo de "mayores" es demasiado ambiguo porque entre los mayores se ha colado mucho falso viejo y jubilados escandalosamente j¨®venes.
Estos amigos de Torremocha no quieren resignarse a enredar a sus descendientes en una rueda de sacrificio. Se han anticipado al problema, porque tienen raz¨®n, en una residencia no se est¨¢ como en casa, pero tampoco es cuesti¨®n de acabar solo. Este paso intermedio es inspirador, e igual que hacerse un plan de pensiones ya no es s¨ªntoma de estar fuera de juego, dise?ar la etapa m¨¢s comprometida de nuestra edad significa vitalidad y buen coraz¨®n.
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