Gibraltar
Gibraltar recobra su molesto papel de chinita en el zapato para Espa?a. Se ha vuelto a convertir en un continuo dolor de cabeza para nuestro pa¨ªs y, lo que es peor, sin que haya visos de que se resuelva. Nada hace pensar que el discreto encuentro entre Bernardino Le¨®n y Peter Caruana sirva para encauzar el contencioso, por lo que no se descarta que sigan registr¨¢ndose esos lamentables incidentes entre patrulleras y agentes de Espa?a y la Roca as¨ª como efectivos de la Armada Espa?ola y de las autoridades de Reino Unido. La escalada en la gravedad de los percances va a m¨¢s y evidencia que hay que poner coto cuanto antes a un desencuentro en el que, como viene siendo habitual, quien m¨¢s tiene que perder es la poblaci¨®n asentada en esa comarca andaluza. Porque, m¨¢s all¨¢ de las cuestiones de soberan¨ªa, est¨¢n los intereses de unos ciudadanos que contemplan estupefactos c¨®mo se les a?aden nuevos problemas por la falta de un entendimiento elemental. Y las consecuencias son inmediatas. Repercute negativamente en la lucha contra el narcotr¨¢fico al tiempo que genera notables riesgos en la seguridad mar¨ªtima y en el medio ambiente.
Hay, por tanto, razones suficientes para que se tomen en serio el asunto y dejen los calculados pulsos. Para Reino Unido deber¨ªa ser bochornoso el que sus funcionarios y los de la colonia se peleen con los guardias civiles mientras que los que introducen hach¨ªs se r¨ªen de todos. Para colmo, las discrepancias sobre la jurisdicci¨®n de las aguas m¨¢s pr¨®ximas a Gibraltar est¨¢ permitiendo el surgimiento de un floreciente negocio para los llanitos con el fondeo de buques para repostar en las "gasolineras flotantes", acrecent¨¢ndose la posibilidad de vertidos.
Las esperanzas por la creaci¨®n del Foro de Di¨¢logo, integrado por Espa?a, Reino Unido y Gibraltar, no se han visto confirmadas. Si bien sirvi¨® para resolver viejos problemas estancados a uno y otro lado de la verja, lo cierto es que lo sustancial sigue sin conseguirse, esto es, una mejor y efectiva interrelaci¨®n entre ambas comunidades. Puede que estemos ante una nueva t¨¢ctica de presi¨®n de los gibraltare?os para conseguir, por la v¨ªa de los hechos, que no de los tribunales o la diplomacia, la tutela sobre unas determinadas aguas. Pero ha de ponerse fin a un peligrosa din¨¢mica que puede desembocar en peores episodios. En su momento, el estallido del fen¨®meno del contrabando de tabaco y del blanqueo en la Roca supuso tal esc¨¢ndalo que los brit¨¢nicos no tuvieron m¨¢s remedio que mover ficha y corregir los excesos que se estaban cometiendo, cosa que todav¨ªa no han conseguido del todo. En Andaluc¨ªa, y muy especialmente en ese sensible punto del litoral, no estamos ya para nuevos experimentos a costa de la seguridad de todos.
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