Pendiente, cresta, tatuaje
Las fiestas que se nos echan encima son una magn¨ªfica atalaya para observar c¨®mo es el Madrid profundo y callejero.
Creo que fue Fernando Savater quien dijo que se ve mucha m¨¢s gente guapa en una verbena que en una pasarela, o algo por estilo. Si usted quiere ver bellezas aut¨¦nticas, ac¨¦rquese alguna noche a Las Vistillas, por poner un ejemplo.
Hay que destacar que en Madrid, como en toda Espa?a, arrasa una moda que ya es clamorosa. Las chicas j¨®venes y no tan j¨®venes, siempre han sido m¨¢s libres que los hombres a la hora de ponerse o quitarse cosas de encima. Sin embargo, la osad¨ªa masculina est¨¢ ya a punto de equilibrarse con la femenina. Hay tres cosas casi infaltables en un porcentaje elevado de varones j¨®venes y no tan j¨®venes: la cresta, el pendiente y el tatuaje.
El pendiente ya lleva varios unos a?os infiltrado. La verdad es que ya no llama la atenci¨®n. Pero muchos de los hombres que lucen pendiente llevan consigo cierto aire de rebeld¨ªa y un perfil tirando a bucanero. Seguramente han recibido pr¨¦dicas de familiares y amigos intentando quitarles la idea, pero ah¨ª siguen ellos, orgullosos, desafiantes, rebeldes. Tambi¨¦n los hay francamente horteras, todo hay que decirlo.
El peinado tipo cresta de gallo es una moda sacada de los estadios de f¨²tbol. Los h¨¦roes del balompi¨¦ marcan estilo en la cabeza de los ciudadanos. Y tambi¨¦n los futbolistas son los h¨¦roes del tatuaje, que tiene en carne viva a miles de ciudadanos de uno y otro sexo. Los tatuados dan la impresi¨®n de que pertenecen a alguna de las ¨®rdenes de caballer¨ªa.
En la variopinta fauna de los tatuados hay para todos los gustos y para todos los disgustos, desde el barroco m¨¢s animal hasta el rom¨¢nico oculto que lleva sus insignias en rincones escondidos de su cuerpo. Tambi¨¦n hay horteradas sonrojantes.
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