Un experimento en aluminio
Vanguardia sesentera en una de las 100 obras de Antonio V¨¢zquez de Castro
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"Hay l¨ªo, hay l¨ªo". Sobre la enorme mesa de trabajo de Antonio V¨¢zquez de Castro conviven sin orden aparente pilas de correspondencia, planos extendidos, libros abiertos y apuntes. El arquitecto de 81 a?os -barba blanca y ojos azules, sandalias y calcetines- hace sitio con un manotazo. "Ponte aqu¨ª mismo", dice se?alando el marem¨¢gnum. Recibe con energ¨ªa (le fastidia que el m¨¦dico le haya dicho que ya no puede jugar al tenis tras una lesi¨®n en la rodilla) y una memoria milim¨¦trica que abarca 60 a?os de profesi¨®n y un centenar de proyectos.
El edificio de la calle Cedaceros, 11 no est¨¢ entre sus favoritos: "No tiene la misma categor¨ªa que otros, pero hay que tener afecto por todos los hijos". Es una obra de finales de los sesenta; lo m¨¢s interesante es su fachada: una mole gris en la que las ventanas est¨¢n colocadas en artesas, troncos de pir¨¢mide que se van estrechando y conforman una potente colmena. "Est¨¢bamos experimentando con m¨®dulos prefabricados de fundici¨®n de aluminio, piezas que se hac¨ªan en moldes y viajaban apiladas en camiones abaratando la obra; t¨¦cnicamente fue muy llamativo en su momento", dice el arquitecto. Guerrero y sin pelos en la lengua, explica que habr¨ªa sido m¨¢s f¨¢cil hacer un muro-cortina. "Entonces los arquitectos estaban obnubilados por lo que hac¨ªan los modernos en el norte de Europa, esas fachadas enteras de vidrio que estar¨ªan bien para llevar luz a las oficinas en Alemania... pero hacerlas en Madrid era un disparate energ¨¦tico, una barbarie".
Cedaceros, 11
- Autor. Antonio V¨¢zquez de Castro y Manuel Sierra.
- Construcci¨®n. 1966 - 1969.
- Estilo. Modular, prefabricado.
- Ubicaci¨®n. Cedaceros, 11 (Sevilla).
- Funci¨®n original y actual. Oficinas.
El edificio tiene un gemelo en la calle Montera, donde las artesas son de hormig¨®n en vez de aluminio. "Ha envejecido peor", dice V¨¢zquez. En la fachada de Montera apenas se comprende la intenci¨®n original entre la carteler¨ªa de los sex shops, los aparatos de aire acondicionado y la alteraci¨®n de las persianas (versi¨®n cada cual de su padre y de su madre). "Nadie cuida ya nada", dice el arquitecto, "mira la rehabilitaci¨®n siniestra que me han hecho en Ca?o Roto".
El poblado dirigido de Ca?o Roto fue una de las primeras obras de V¨¢zquez de Castro y se nota que sigue siendo una de sus m¨¢s queridas. Eran los a?os cincuenta y los j¨®venes arquitectos espa?oles tuvieron una ocasi¨®n ¨²nica de experimentar con la vivienda social con muy pocos recursos, pero con ideas muy revolucionarias como el dise?o participativo (los vecinos opinaban y pagaban con su mano de obra). "?ramos inocentes y probamos esa baratija de teor¨ªa con ilusi¨®n... fue interesante, pero tambi¨¦n muy frustrante", dice V¨¢zquez, que vivi¨® durante dos a?os en una de las casitas de Ca?o Roto ("parec¨ªa el alcalde, si alguien se pon¨ªa malo solo estaba mi coche para llevarle al m¨¦dico"). El poblado era moderno, limpio, sociable, sostenible... "pero muchos vecinos no lo comprend¨ªan, ellos quer¨ªan casas de rico a su escala, te ped¨ªan cosas como un portal vistoso". V¨¢zquez incluso dise?¨® econ¨®micos muebles de tubo de acero (a lo Marcel Breuer) que tuvieron poco ¨¦xito: la gente prefer¨ªa sillones de toda la vida aunque supusiesen endeudarse.
"Cada vez se habla menos de los arquitectos de esa ¨¦poca", dice el arquitecto Paco Casas, de 37 a?os, que junto a su socia Beatriz Villanueva se ha entrevistado con V¨¢zquez sobre el experimento de Ca?o Roto. "Hay que hacerles justicia, representan una inocencia perdida cuando llegaron los promotores y la vivienda social se convirti¨® en un negocio. V¨¢zquez pertenece a una generaci¨®n que supli¨® con ilusi¨®n, bondad e ideas las muchas limitaciones econ¨®micas de la ¨¦poca". "Su obra encierra buenas lecciones", opina Casas, "pero los arquitectos j¨®venes miran revistas, y solo en el doctorado se interesan por las fotos en blanco y negro".
La mitad de la obra de V¨¢zquez de Castro est¨¢ en blanco y negro, pero otra gran parte es ya en color, como por ejemplo los ascensores exteriores del Reina Sof¨ªa. Ha construido en Latinoam¨¦rica y en los Emiratos, e ideado cosas como un proyecto para las Colecciones Reales que preve¨ªa encajonar la Almudena "en una hornacina de lujo" para evitar as¨ª la visi¨®n de "ese pecado" a los madrile?os. Entusiasta, relata 81 a?os de an¨¦cdotas y arquitectura, que pasan por una guerra vivida como una "aventura" que le convirti¨® en "un golfillo callejero", o por una carrera estudiada al repr¨ªs de uno de sus nueve hermanos para poder heredar los libros y no sangrar la econom¨ªa familiar. Aprob¨® el ingreso antes que el mayor y para no fastidiar el plan se tom¨® un a?o sab¨¢tico. Lo aprovech¨® para aprender a tocar el viol¨ªn. Ten¨ªa toda la vida por delante para hacer edificios.
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
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