Canciones para el hundimiento
"Me interesa trabajar con la idea de un pa¨ªs en decadencia", afirma el m¨²sico estadounidense Bill Callahan, que publica nuevo disco, 'Apocalypse', y una novela
"Este va a ser mi ¨²ltimo disco. Est¨¢ claro, ?no?". Bill Callahan ensaya un conato de chanza al respecto del t¨ªtulo de su nuevo ¨¢lbum, Apocalypse (Apocalipsis). Pero su tono es tan serio que incluso el hombre m¨¢s airado del folk siente la necesidad de justificarse. "Es broma". ?Es la primera vez en su vida que dice 'es broma'? "Podr¨ªa ser", interviene circunspecto uno de los personajes m¨¢s opacos, ¨¢ridos e interesantes de la m¨²sica norteamericana de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Desde su rancho a las afueras de Austin (Tejas), Callahan responde con la misma displicencia preguntas sobre su legado musical, su posicionamiento vital actual, su aventura literaria e incluso su nuevo ¨¢lbum, el que se supone que se halla promocionando en estos momentos. "Pocos m¨²sicos encontrar¨¢s que amen tanto el silencio como yo. Lo adoro en la m¨²sica y, sobre todo, en las entrevistas", apunta el artista.
"Estados Unidos no ha asumido que va a dejar de ser una potencia econ¨®mica"
Apocalypse es el tercer disco de Callahan desde que abandonara el alias de Smog, proyecto personal que le dio una vida extra al folk, gracias a sumar a una personalidad apabullante una aproximaci¨®n musical mucho m¨¢s acorde con la vanguardia que con la tradici¨®n conservadora del g¨¦nero. No por nada estamos hablando de un tipo que ha colaborado con Jim O'Rourke o Tortoise. Tras el sorprendente ¨¦xito de su anterior propuesta (Sometimes I wish I were an eagle), Apocalypse retorna de alguna manera a reflejar su displicencia ante una realidad de la que parece formar parte de manera accidental.
Grabado en directo, el disco ofrece el arrastrado y atonal fraseo de Callahan sobre una producci¨®n espartana que solo se permite alg¨²n que otro flirteo con el jazz o el soul. Es menos efectista, pero mucho m¨¢s efectivo. Lo presentar¨¢ en directo en San Sebasti¨¢n, Barcelona y Madrid los pr¨®ximos 21, 22 y 23. En septiembre se podr¨¢ adquirir la traducci¨®n de su novela epistolar, Cartas a Emma Bowlcut, que editar¨¢ Alpha Decay y que, desafortunadamente, no contiene misivas reales enviadas a Joanna Newsom o Chan Marshall, pin ups underground y ex parejas de este imposible seductor. Eso s¨ª, el libro cuenta con m¨¢s de una pista sobre la naturaleza del personaje: "Al respeto de tu visita, debo decirte que no soy una persona de formas amables, as¨ª que mejor trae un libro", escribe el autor de Knock Knock.
"Creo que el mensaje que quiero transmitir se entiende mejor en Apocalypse que en otros discos anteriores. Bueno, para eso deber¨ªa querer yo lanzar alg¨²n mensaje, claro. Al final, no s¨¦, los discos los forman canciones y este disco tiene estas como otros cuentan con otras", analiza concienzudamente el norteamericano, quien a pesar de -por posicionamiento vital- rehuir el enfrentamiento directo con su propia obra no puede escaquearse de comentar un tema del largo, America!, en el que visualiza su tierra natal mediante referencias a Johnny Cash o David Letterman. "Soy consciente de que ¨²ltimamente no le caemos demasiado bien al mundo. A pesar de eso, seguimos siendo una potencial cultural, con nuestras est¨²pidas pel¨ªculas de Hollywood y todo eso. El problema es que no hemos asumido que estamos a punto de dejar de ser una potencia econ¨®mica. Me interesa mucho la idea de empezar a trabajar con el tema de un pa¨ªs en decadencia".
Callahan se dio a conocer a finales de los a?os 80 con la grabaci¨®n de una serie de cintas de casete experimentales -m¨¢s por necesidad que por vocaci¨®n- que, poco a poco, le granjear¨ªan el favor de la escena m¨¢s alternativa y, finalmente, un contrato discogr¨¢fico. Lo que entonces era trayecto hoy parece convertirse en destino. La baja fidelidad y los formatos de reproducci¨®n supuestamente superados son en la actualidad parte de una tendencia con visos de realidad ineludible, mientras que en aquella ¨¦poca "se hac¨ªa lo que se pod¨ªa", interrumpe el m¨²sico. "Hoy no tiene sentido hablar sobre el poco tiempo o dinero que empleas en grabar un disco, cuando ya nadie se gasta un duro en hacerlos. Y as¨ª suenan muchos, claro. Supongo que si empezara ahora har¨ªa lo mismo que hac¨ªa entonces, que no es demasiado distinto a lo que grabo hoy, la verdad. Eso s¨ª, nadie ver¨ªa nada original en mi forma de grabar discos. Tal vez deber¨ªa recuperar los par¨¦ntesis en mi nombre, para parecer moderno".
En 2001, Smog se convirti¨® en (Smog). La leyenda cuenta que, con este movimiento, Callahan buscaba centrar la atenci¨®n en la m¨²sica y no en el ep¨ªgrafe que por aquel entonces se hab¨ªa convertido en motivo de adoraci¨®n underground. Luego optar¨ªa por su propio nombre.: "Lo hice por... ninguna raz¨®n en especial. Se me ha olvidado ya lo que dec¨ªa en todas las entrevistas en que me preguntaban esto hace cuatro a?os. Una pena, pero, si quiere, le puedo dar mi repuesta robot para la gestaci¨®n de mi ¨²ltimo disco: escrib¨ª las canciones durante dos meses y medio, ensay¨¦ tres d¨ªas con la banda, cog¨ª el coche hasta los estudios Sonic Ranch...".
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