Sombras sobre Pakist¨¢n
Estados Unidos debe extremar la precauci¨®n en el trato con un aliado complejo e imprescindible
Las relaciones de Estados Unidos con Pakist¨¢n se enfrentan a una dura prueba de cuyo desenlace depender¨¢, en gran medida, el futuro de la regi¨®n. Al hecho de que Bin Laden hubiera estado residiendo durante los ¨²ltimos cinco a?os a escasa distancia de uno de los principales establecimientos militares paquistan¨ªes se ha sumado, tras su captura y muerte, la revelaci¨®n de la identidad del principal jefe de la CIA en el pa¨ªs. Es dif¨ªcil imaginar que al menos una parte del Estado paquistan¨ª ignorase la presencia del m¨¢ximo cabecilla de Al Qaeda en Abbottabad. Como tampoco es posible desmentir que la filtraci¨®n proceda, directa o indirectamente, de los propios servicios de inteligencia de Islamabad.
Las dificultades de Estados Unidos sobre la posici¨®n que debe adoptar frente a Pakist¨¢n no proceden, ¨²nicamente, de que sea una potencia nuclear y un aliado imprescindible en la guerra de Afganist¨¢n. El Estado paquistan¨ª no es una estructura monol¨ªtica, sino una carcasa bajo la que se desarrolla una lucha subterr¨¢nea entre sectores infiltrados por la ideolog¨ªa yihadista y otros que tratan de combatirlos. La ambigua pol¨ªtica del presidente Zardari frente a Al Qaeda y los talibanes no ha sido distinta de la de su predecesor, el general Musharraf, puesto que obedece a las mismas limitaciones internas. Zardari ha tratado de contener a los yihadistas y los talibanes en proporci¨®n suficiente para no poner en peligro las relaciones con Estados Unidos y sus aliados, pero tambi¨¦n para no entrar en una confrontaci¨®n directa con esos movimientos que podr¨ªan poner en peligro la estabilidad de Pakist¨¢n.
Puede que, en la b¨²squeda de este explosivo equilibrio, Zardari haya llegado demasiado lejos, sea en la ignorancia, sea en las concesiones. Es algo que se conocer¨¢ en alg¨²n momento. Pero, entretanto, existen razones para que la Administraci¨®n norteamericana act¨²e extremando la precauci¨®n, m¨¢s en unos momentos en que, muerto Bin Laden, una pieza fundamental de la bomba de relojer¨ªa sobre la que se encuentra instalado el pa¨ªs haya sido desactivada. Zardari lleg¨® a la presidencia de Pakist¨¢n lastrado por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y su falta de experiencia pol¨ªtica, solo empujado por ser el viudo de Benazir Bhutto, asesinada antes de iniciarse la campa?a electoral. Seguramente, la protecci¨®n concedida a Bin Laden por algunas estructuras del Estado que te¨®ricamente dirige Zardari lo hayan debilitado a¨²n m¨¢s, tanto en el plano internacional como en el interno.
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