Ternuristas
Ambos tienen evidentes puntos en com¨²n: les faltan una o las dos piernas, se pasaron la adolescencia en un hospital y son una fuente contagiosa de optimismo, superaci¨®n y alegr¨ªa de vivir. Me refiero al escritor y guionista Albert Espinosa y a la psic¨®loga, periodista y deportista Irene Villa. Estaba pensando en el primero cuando, de pronto, su actitud me record¨® otra actitud, su sonrisa otra sonrisa. Un paralelismo que bien merece una columna.
Espinosa se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en un escritor de ¨¦xito. Sus libros son originales a la vez que f¨¢ciles de leer, enganchan y dejan un poso de vitalismo en el paladar del lector. Empez¨® escribiendo su historia, convertida tambi¨¦n en gui¨®n de pel¨ªcula (Planta 4?): a los 13 a?os le diagnosticaron un c¨¢ncer, que luego se convertir¨ªa en tres; a los 14 le amputaron la pierna, a los 16 un pulm¨®n y a los 18 parte del h¨ªgado.
Casi diez a?os de hospital y, despu¨¦s, una insospechada libertad. Y una gran responsabilidad, porque "los ni?os que est¨¢bamos enfermos en el hospital hac¨ªamos un pacto. Los que sobreviv¨ªamos nos repart¨ªamos la vida de los dem¨¢s. A m¨ª me tocaron 3,7 m¨¢s la m¨ªa". As¨ª que Albert se dedica a vivir intensamente sus 4,7 vidas, a dejar salir, saltar y corretear a su desaforada creatividad. Tambi¨¦n a ense?ar lo aprendido: a los j¨®venes enfermos, a llenar de vida la vida; a los m¨¦dicos y sanitarios, a tocar y abrazar a los pacientes.
Irene Villa ten¨ªa 12 a?os cuando un coche-bomba de ETA se llev¨® sus dos piernas y tres dedos de una mano. Muchos a?os de hospitales y muchas pr¨®tesis despu¨¦s, ha estudiado tres carreras y se ha dedicado a una impresionante variedad de actividades, sin perder jam¨¢s la sonrisa. Como si ella tambi¨¦n, tras volver de la muerte y perderle el miedo, tuviera m¨¢s vidas que vivir y m¨¢s intensas que la mayor¨ªa de la gente. Ha escrito asimismo exitosos libros autobiogr¨¢ficos sobre c¨®mo puede uno crecer, aprender y superarse en la adversidad. Ella ha tenido que enfrentarse a una labor m¨¢s dif¨ªcil que Albert, eso s¨ª: detr¨¢s de la desgracia del primero no hab¨ªa una voluntad mal¨¦vola (como no fuera la divina), en la de ella s¨ª. Eso es m¨¢s dif¨ªcil de afrontar, m¨¢s dif¨ªcil de entender y asumir sin odio, sin rencor. Y ella lo consigue.
Ni el uno ni la otra han querido que sus historias fueran "tristorias", historias tristes escritas por "trist¨®ricos". Han elegido ir mucho m¨¢s all¨¢ de la supervivencia, sin permitir que el dolor se zampe la alegr¨ªa. Y la ternura, eso tan denostado o mitigado que Espinosa reivindica tanto para el cine y la literatura como para la vida.
Recuerda que el director Antonio Mercero, con quien trabaj¨®, le cont¨® "que existen los diez terroristas m¨¢s buscados y los diez ternuristas m¨¢s buscados". Pues bien, ¨¦l aspira -y me parece que tambi¨¦n Irene- a formar parte de esa segunda lista. Y a mucha honra.
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