Mi¨¦nteme y confiar¨¦ en ti
Yo soy otro, dec¨ªa el poeta Arthur Rimbaud, y como las cosas siempre acaban por parecerse al modo en que las cuentas, consigui¨® que eso fuera verdad hasta el punto de que hoy en d¨ªa, despu¨¦s de haberse escrito cientos de libros sobre ¨¦l, nadie sabe muy bien qui¨¦n era o cu¨¢ntos era: se sabe que uno de ellos escribi¨® Una temporada el infierno, otro la odi¨® y un tercero fue traficante en Abisinia, pero nadie se explica c¨®mo todas esas personas lograron ser la misma.
El mundo de la pol¨ªtica es infinitamente menos atractivo que el de la poes¨ªa, entre otras cosas porque lo ¨²ltimo que puede esperarse de sus protagonistas es el m¨¢s peque?o detalle de originalidad: esa gente no inventa, repite; no tiene ideas, sino solo ocurrencias y, sobre todo, casi nunca dice lo que piensa sino lo que quiere que pensemos nosotros. Tal vez por eso cada vez que un escritor se ha metido a ministro los resultados han sido catastr¨®ficos para ambas partes, y a veces a¨²n peor que eso.
Los pol¨ªticos hacen en ocasiones sus promesas sabiendo que no les creen aunque les voten
Y sin embargo, Rimbaud, que a Juan Urbano, por otra parte, le parece el poeta m¨¢s sobrevalorado de la historia, est¨¢ siempre ah¨ª, en cada campa?a electoral y en cada mitin, se les transparenta a los candidatos en cada fotograf¨ªa y cada discurso proyecta su sombra, porque su mensaje ha calado y lo que quiere cualquier aspirante a alcalde, presidente auton¨®mico o diputado es no ser ¨¦l, ser otro, o al menos aparentarlo.
Escuchas sus promesas y te das cuenta, seg¨²n los casos, del nivel o de hipocres¨ªa o de ingenuidad de quienes nos las hacen, en muchas ocasiones sabiendo que nadie les cree aunque algunos les voten. Por ejemplo, estos d¨ªas tenemos el asunto de las hipotecas y a los cabezas de lista de los dos partidos principales queriendo darnos a entender que si ganan obligar¨¢n a los bancos a aceptar a cambio de sus pr¨¦stamos abusivos las casas que, gracias a su voracidad de usureros, no podemos pagar. Aqu¨ª tienen ustedes el piso, ya pueden dejarme salir de su caja fuerte.
Todo el mundo sabe que eso jam¨¢s va a pasar en este mundo que gobiernan con mano de hierro y maneras totalitarias los siniestros mercados, y para demostrarlo tenemos como ejemplo muy cercano la sentencia de un tribunal de Navarra que en enero dict¨® un auto contra el BBVA en el que consideraba liquidada la hipoteca de uno de sus clientes con la devoluci¨®n de la vivienda a la entidad y que fue anulado dos semanas m¨¢s tarde por otro tribunal: la Justicia es lenta, pero solo para algunos.
Todo el mundo sabe eso, pero da la impresi¨®n de que muchos de nosotros hemos decidido hacer como que nos creemos lo que no es posible, tal vez para no tener que aceptar que esto se nos ha ido de las manos y que vivimos en unas sociedades en las que el dinero y el poder cambian de manos, pero nunca de due?os: mi¨¦nteme y confiar¨¦ en ti, parecemos estar dici¨¦ndole a los pol¨ªticos. Y la rueda sigue dando vueltas. No hay m¨¢s que ver lo que est¨¢n diciendo de los bancos y las hipotecas los aspirantes a la Comunidad y la alcald¨ªa de Madrid.
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