Por delante y por detr¨¢s

?Alguien recuerda Lapin Chasseur, espect¨¢culo de J¨¦r?me Deschamps ambientado en un restaurante? Con el teatro partido, la mitad de los espectadores ve¨ªan lo sucedido en el comedor; la otra mitad, el caos de las cocinas, y tras el descanso cambiaban sus asientos. En Circenses, de Circus Ronaldo, sucede algo parecido. Los espectadores de un lado asistimos a una funci¨®n de bolsillo descacharrante, y los del otro esp¨ªan lo que se cuece tras la cortina roja del fondo.

Sobre la pista hay una lanzadora de hachas furibunda que pone en fuga a su partenaire, a la orquesta y a todo bicho viviente, y una dulce fun¨¢mbula, protagonista de un romance en lo m¨¢s alto de una ara?a de cristal palaciega con un clown exc¨¦ntrico capaz de escalar el Empire State por ella, en un falso final que huele a puro Chaplin. Circenses sabe a circo anta?¨®n, de entreguerras, pasado por el filtro ir¨®nico de la familia Ronaldo, que lleva siete generaciones bajo la carpa y en el teatro de variedades. En su montaje se alternan el gui?o humor¨ªstico sobre el lado cutre del circo, los gags de habilidad f¨ªsica pura, los momentos de poes¨ªa melanc¨®lica y arrebatada, y la idea de transmisi¨®n y herencia, encarnada en el benjam¨ªn de la familia.