Propuesta fr¨ªvola
El debate sobre el sistema electoral reaparece peri¨®dicamente en la mayor parte de los pa¨ªses democr¨¢ticos. El refer¨¦ndum celebrado el pasado 5 de mayo en el Reino Unido ha venido a recordarnos que incluso el Estado constitucional m¨¢s antiguo y con una de las m¨¢s brillantes trayectorias democr¨¢ticas en el mundo no dispone de un sistema electoral libre de toda sospecha. Aunque el resultado del refer¨¦ndum haya ratificado por una muy amplia mayor¨ªa el sistema tradicional brit¨¢nico de mayor¨ªa en una primera y ¨²nica vuelta, que se traduce en que un porcentaje muy amplio del cuerpo electoral se queda sin representaci¨®n institucional, el hecho mismo de que se haya celebrado el refer¨¦ndum ya es un indicador de que se consideraba que hab¨ªa un problema importante. El refer¨¦ndum no es una instituci¨®n por la que los ingleses sientan inclinaci¨®n. Buena prueba de ello es que este ha sido el segundo refer¨¦ndum que se ha celebrado en toda la historia inglesa.
Quiero decir con ello que no debe extra?arnos que el debate sobre el sistema electoral se haya abierto tambi¨¦n en Andaluc¨ªa en la campa?a electoral del pr¨®ximo 22 de mayo. Como es sabido, el PP ha puesto en circulaci¨®n la propuesta de que sea alcalde el candidato de la lista m¨¢s votada en cada municipio, independientemente del porcentaje de voto alcanzado. Esta propuesta supone la modificaci¨®n parcial de facto del sistema de representaci¨®n proporcional por otro mayoritario. El sistema proporcional operar¨ªa para la elecci¨®n de los concejales, pero no para la elecci¨®n del alcalde.
La propuesta del PP supone la combinaci¨®n de dos principios de legitimaci¨®n democr¨¢tica distintos, que operan de manera diversa y, con frecuencia, de manera opuesta. De ah¨ª la dificultad, por no decir la imposibilidad, de que una propuesta de esta naturaleza se pueda poner en pr¨¢ctica. Para que una corporaci¨®n municipal pudiera funcionar con un sistema en el que el alcalde fuera autom¨¢ticamente el candidato de la lista m¨¢s votada, se tendr¨ªa que prever una cierta correcci¨®n en la asignaci¨®n de esca?os a los diferentes partidos atribuidos mediante el sistema de representaci¨®n proporcional, ya que, de lo contrario, el riesgo de que el gobierno municipal estuviera permanentemente en minor¨ªa ser¨ªa muy alto. En tales condiciones, la par¨¢lisis de la acci¨®n de gobierno estar¨ªa a la orden del d¨ªa.
Creo que podr¨ªa ser oportuno que se hiciera una reflexi¨®n, en la Comisi¨®n Constitucional del Congreso de los Diputados, por ejemplo, sobre la conveniencia de revisar nuestro sistema electoral para las elecciones municipales, y que se investigara si, tras la experiencia acumulada en las m¨¢s de tres d¨¦cadas transcurridas desde las primeras elecciones de 1979, ser¨ªa conveniente modificar el sistema electoral en el sentido apuntado por los dirigentes andaluces del PP para la elecci¨®n de alcalde, incluyendo en la reforma los cambios que adem¨¢s fueran necesarios en la atribuci¨®n de concejales para que dicha f¨®rmula pudiera operar.
Una reforma de esta naturaleza no puede alcanzarse mediante un pacto entre partidos elevado a escritura p¨²blica ante notario. Esto es una frivolidad impropia de un partido que no ha gobernado en Andaluc¨ªa, pero que s¨ª ha gobernado en Espa?a y en m¨²ltiples comunidades aut¨®nomas y municipios y que deber¨ªa saber que las reglas del juego son las reglas del juego y que con ellas no se puede jugar. Ser¨ªa bueno saber si el PP estar¨ªa dispuesto a llevar en su programa electoral de 2012 una propuesta en este sentido, porque al final un cambio de esta naturaleza tiene que introducirse mediante ley org¨¢nica.
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