"Esto no es un piso, es un bancal de cabras"
El electricista ?ngel Olmedo camina a tientas sobre un suelo de cascotes de azulejo cuyo chirrido produce a partes iguales dentera e inquietud. Su vivienda, un bajo en el n¨²mero 3 de la calle Procesi¨®n del Silencio, ha sido una de las m¨¢s afectadas por el terremoto dentro de su bloque. "Esto no es un piso, es un bancal de cabras", afirma ?ngel, que prefiere tomarse con humor que el piso por el que lleva pagando seis a?os es una pura ruina.
Las grietas en los tabiques, por las que cabe una mano, dejan entrar la luz de la calle, los pocos muebles que hay est¨¢n tirados por el suelo y los falsos techos parecen a punto de caerse. Sin embargo, hay que llegar hasta el sal¨®n, con m¨¢s miedo que verg¨¹enza, para observar el destrozo m¨¢s espectacular: un gran boquete en la pared permite ver, en la calle, a los vecinos del inmueble, que esperan la llegada del arquitecto municipal para que ponga el temido c¨®digo de color en el portal del edificio.
Ayer, los lorquinos comenzaban a regresar a sus casas, aunque casi todos lo hac¨ªan para recoger enseres y refugiarse en segundas residencias en las afueras o en casas de familiares. Es el caso de la vecina de portal de ?ngel, la ucrania Elena Nikityuk, de 38, y que trabaja en un almac¨¦n de verduras. Elena, que paga 550 euros mensuales de hipoteca, se atrevi¨® a entrar en el domicilio para recuperar su canario. El animal, ya sin agua ni alpiste y despu¨¦s de un lustro de vivir sin nombre, ha sido bautizado Once, como la fecha del terremoto.
Por la noche, todos los inmuebles alrededor de la avenida de Europa, a lo largo de la cual se sit¨²an los barrios de San Diego y San Crist¨®bal, dos de los m¨¢s castigados, aparecen sin luz. Aunque los da?os son m¨¢s notables en los bajos y en las primeras plantas de los edificios, que han absorbido el estallido del terremoto, los habitantes de las plantas altas todav¨ªa no se han atrevido a ocuparlas.
En La Vi?a, los habitantes del edificio m¨¢s da?ado de la ciudad, conocido con el pomposo nombre de Puerta de Lorca, una de cuyas fases se desplom¨® matando a una mujer, se quejaban de que en su inmueble aparecieron enormes grietas desde meses antes del se¨ªsmo. "El constructor y la administradora se quitaron de en medio", afirmaba Remedios Meseguer, que se ha quedado sin casa.
Los espa?oles damnificados generalmente cuentan con redes sociales -de las de verdad, no de las virtuales- que les acogen en sus casas. En el caso de los extranjeros, el regreso a los domicilios da?ados es por verdadera necesidad de recoger enseres para luego ir a los diferentes campamentos habilitados por los servicios de emergencia.
Bright y Estela Odeh, matrimonio nigeriano que trabaja en el envasado de verduras, regresaron ayer a su casa, en la c¨¦ntrica plaza Saavedra, con su hijo Godstime, de siete meses. "En el campamento no hay instalaciones buenas para lavar a los ni?os, yo tengo que limpiar a mi hijo con su propia ropa y luego cambiarlo", relata la madre. "Pero tuvimos suerte, gracias a Dios podemos contarlo".
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