Los lugares comunes m¨¢s comunes
Ante un paro muy elevado, como el de ahora, se suele recurrir en Espa?a a un par de t¨®picos: nuestro sistema de negociaci¨®n colectiva es excepcional y nuestro mercado laboral es muy r¨ªgido. No es as¨ª
Pens¨¢bamos que cuando Kierkegaard hablaba de la "dram¨¢tica persecuci¨®n de lo obvio", quer¨ªa decir que conseguir lo evidente resultaba a menudo imposible, de ah¨ª la desaz¨®n y el malestar. Luego surgi¨® otra explicaci¨®n: lo dram¨¢tico es no distinguir lo evidente. Comprendo que resulte sorprendente esta reflexi¨®n al hilo de la reforma del mercado de trabajo o de la negociaci¨®n colectiva, pero esperen y ver¨¢n que no es para tanto, porque lo laboral est¨¢ plagado de evidencias -incluso cient¨ªficas-, y sobre estas obviedades incontestables se hace un diagn¨®stico y se proponen medidas siempre trascendentales, siempre concluyentes.
Se suele partir de una relaci¨®n causal entre regulaci¨®n de mercado de trabajo y situaci¨®n socioecon¨®mica; y si esta -como en nuestro caso- no es buena, necesariamente la regulaci¨®n es mala y se exigen cambios. Habitualmente, "valientes". Paulatinamente se deriva a una "culpa-bilizaci¨®n de lo social": los responsables acaban siendo las organizaciones empresariales y sindicales. Inmovilistas, por antonomasia, dispuestas en exclusiva a la defensa de intereses particulares. Si no pactan son irresponsables, si acuerdan, el pacto es insuficiente... Otra ocasi¨®n perdida.
En Espa?a es m¨¢s f¨¢cil despedir que en Francia, Alemania, Luxemburgo, B¨¦lgica, Portugal y Austria El grado de centralizaci¨®n de nuestra negociaci¨®n colectiva es similar al de la Europa continental
Solo por bondad calificamos nuestra situaci¨®n laboral de "no buena". Lo cierto es que es pavorosa. En los ¨²ltimos tres a?os se han perdido dos millones de puestos de trabajo, lo que significa que, seg¨²n el crecimiento de la poblaci¨®n activa, habr¨¢ que crear unos 3.500.000 empleos en 10 a?os para encontrar tasas de desempleo como las del ¨²ltimo trimestre de 2007. El reto es tal que, al menos, deber¨ªamos ser capaces de alcanzar un diagn¨®stico compartido y ser m¨¢s cautos con las "evidencias cient¨ªficas".
Existen por ah¨ª b¨¢sicamente dos: nuestro sistema de negociaci¨®n colectiva representa una excepci¨®n en Europa y nuestro mercado laboral es muy r¨ªgido. La doble "excepci¨®n espa?ola".
No es infrecuente achacar al sistema espa?ol de negociaci¨®n una singularidad respecto a Europa, consistente en la eficacia general de los convenios sectoriales, en su aplicaci¨®n a la totalidad de empresas y trabajadores incluidos en su ¨¢mbito, al margen de su afiliaci¨®n a las organizaciones firmantes. Habr¨ªa que recordar que esta eficacia general no se establece para cualquier convenio, al margen de la representatividad de sus firmantes. Est¨¢ condicionada a que los sindicatos firmantes representen a la mayor¨ªa absoluta de los representantes de los trabajadores en su ¨¢mbito, y a que las asociaciones empresariales tengan afiliados a empresarios que ocupen a la mayor¨ªa de los trabajadores afectados por el convenio.
Los sindicatos han de tener el apoyo mayoritario de los trabajadores en elecciones en los centros de trabajo, y los datos de estos comicios muestran persistentemente la concentraci¨®n del voto en los m¨¢s representativos. Las organizaciones empresariales miden su representatividad por la afiliaci¨®n empresarial y el peso laboral de sus empresas, con lo que se eliminan los riesgos de patronales formadas por sujetos poco significativos en el tejido empresarial. No parece ser esta esa realidad que FEDEA llama "irradiaci¨®n de la legitimidad", que a veces se representa como un universo de convenios firmados por c¨²pulas burocr¨¢ticas sin representatividad real, en las que los insiders logran acomodadas posiciones a costa de los olvidados outsiders.
Respecto de la excepcionalidad de esta f¨®rmula de extender la eficacia de los convenios, la realidad europea no parece abonar esta conclusi¨®n. Si lo usual en la UE fuese limitar la eficacia de los convenios a los afiliados a los firmantes, no deber¨ªan existir diferencias entre los porcentajes de afiliaci¨®n sindical y los de cobertura de la negociaci¨®n colectiva. Comparemos la cobertura en el sistema espa?ol de eficacia general, en torno al 80%, con algunos datos del Observatorio Europeo de Relaciones Industriales (EIRO): afiliaci¨®n en Austria, 34%, cobertura, 98%; afiliaci¨®n en B¨¦lgica, 53%, cobertura, 90%; afiliaci¨®n en Francia, 8%, cobertura, 90%; afiliaci¨®n en Alemania, 22%, cobertura, 70%; afiliaci¨®n en Italia, 34%, cobertura, 90%; afiliaci¨®n en los Pa¨ªses Bajos, 21%, cobertura, 80%.
La cr¨ªtica a la eficacia general suele ir acompa?ada de cr¨ªticas a la estructura negociadora espa?ola, basadas en el escaso peso de la negociaci¨®n de empresa. Pero los datos del citado Observatorio, y tambi¨¦n otras fuentes (Wage dynamics in Europe), muestran que en la UE-15, con la excepci¨®n de Reino Unido, el nivel dominante de negociaci¨®n es el sectorial. ?C¨®mo puede ser entonces que en los pronunciamientos m¨¢s recientes sobre los males de la negociaci¨®n colectiva se siga afirmando la "excepci¨®n espa?ola"?
Y si esto ocurre respecto a la eficacia de los convenios o los niveles de negociaci¨®n, en los que parece factible una aproximaci¨®n objetiva, ?qu¨¦ no ocurre en terrenos m¨¢s valorativos, como los de esa especie de rating laboral de la medici¨®n de la flexibilidad de las relaciones laborales?
Tomemos el Global Competitiveness Report, que dirige el profesor Sala i Mart¨ªn, que contiene una clasificaci¨®n de pa¨ªses ordenados por su capacidad competitiva. De un total de 139 pa¨ªses, Espa?a se sit¨²a en un discreto puesto 42, pero en el indicador de eficiencia de los mercados de trabajo, Espa?a cae al puesto 115. Ello se debe a unos indicadores muy negativos en temas como la cooperaci¨®n en las relaciones laborales (103), la flexibilidad en la determinaci¨®n de salarios (124), la rigidez del empleo (119), las pr¨¢cticas de contrataci¨®n y despido (137), y los costes de despido (un m¨¢s discreto 89).
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de esos indicadores? En la valoraci¨®n de la cooperaci¨®n en las relaciones laborales, los puntos se asignan en funci¨®n de la dial¨¦ctica entre confrontaci¨®n y cooperaci¨®n y no se comprende esta valoraci¨®n negativa del clima laboral en Espa?a, cuando las jornadas perdidas por conflictividad est¨¢n en niveles muy bajos. En cuanto a la flexibilidad en la determinaci¨®n de salarios, los puntos se asignan seg¨²n el nivel de determinaci¨®n de salarios, entre la centralizaci¨®n y la empresa. Hemos visto que el grado de centralizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva espa?ola es similar al de Europa continental, con el sector como nivel predominante, y por ello es dif¨ªcil intuir c¨®mo se puede llegar a adjudicar una posici¨®n comparativamente tan desventajosa. En los indicadores de rigidez en las relaciones laborales, lo primero que llama la atenci¨®n es el contraste en los puntos asignados a las pr¨¢cticas de despido y a los costes de despido, quedando estos ¨²ltimos en posici¨®n bastante m¨¢s confortable que los primeros. ?Y c¨®mo se puede hablar de rigidez en la contrataci¨®n en un pa¨ªs que ha procedido a un severo ajuste del empleo a trav¨¦s de una modalidad de contrataci¨®n como es la temporal?
Adem¨¢s, el contraste con otras fuentes es considerable. En los indicadores de rigidez de los sistemas de protecci¨®n del empleo de la OCDE, los del despido individual sit¨²an a Espa?a en un nivel por debajo de Francia, Alemania, Luxemburgo, Portugal, Rep¨²blica Checa o Grecia, y en despidos colectivos, la rigidez espa?ola es para la OCDE inferior a la de Luxemburgo, Alemania, B¨¦lgica, Italia, Polonia o Austria.
Pero parece que lo dicho poco importa, como poco importa que hayamos pasado de perder 16.000.000 de jornadas no trabajadas en los setenta, a un mill¨®n escaso en 2009. Lo cierto es que la sabidur¨ªa acad¨¦mica constata que Espa?a lidera el pelot¨®n de los torpes, flanqueada, y no es broma, por Mauritania y Mozambique.
?A qu¨¦ conduce esta reflexi¨®n? A lo de casi siempre, que lo primero es comprender, y para comprender hay que conocer, y para ello hay que registrar desapasionadamente nuestra realidad. Es urgente encontrar una base com¨²n de datos e indicadores que permitan que, cuando se describa el mercado de trabajo espa?ol, se haga desde la realidad. Esto es lo primero, despu¨¦s vienen las propuestas, incluso las reformas.
Marcos Pe?a es presidente del Consejo Econ¨®mico y Social de Espa?a (CES). Francisco Gonz¨¢lez de Lena es director del Gabinete de Presidencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.