Sin levantar la voz
Urrutia, como le hemos seguimos llamando, por el apellido, los amigos del colegio hasta hoy mismo en que le despedimos, era un miembro de la generaci¨®n que Juaristi bautiz¨® (en El bucle melanc¨®lico) como la de "los chicos de los Escolapios": un grupo de escolares nacionalistas cuya patria era Bilbao y del que tambi¨¦n formaron parte Gregorio L¨®pez Irasuegui, uno de los condenados en el juicio de Burgos (1970), que muri¨® joven, a los 42, y Javier Echebarrieta, bajo cuya influencia, anterior y sobre todo posterior a su muerte, a los 23 a?os, se produjo el acercamiento del grupo hacia la ETA antifranquista de los sesenta. Jos¨¦ Ignacio Urrutia, si bien public¨® un art¨ªculo en Zutik, no lleg¨® a integrarse en la organizaci¨®n, como tampoco lo hizo Javier Viar, el m¨¢s joven de la cuadrilla. Seg¨²n Juaristi, Urrutia fue el primero en comprender la influencia que en esa decantaci¨®n tuvo la melancol¨ªa por la derrota de la patria sembrada en nuestros corazones por quienes nos educaron durante la adolescencia.
Jos¨¦ Ignacio Urrutia, un ingeniero que siempre quiso ser escritor
Hijo de un gudari exiliado, Urrutia hab¨ªa nacido en Chile, de donde lleg¨® cumplidos los ocho a?os. Tres o cuatro despu¨¦s desapareci¨®. Solo a su regreso, ya al final del Bachillerato, supimos que hab¨ªa estado con sus padres en Argentina; un d¨ªa apareci¨® en clase con un libro de Plat¨®n, lo que hizo que comenz¨¢ramos a llamarle "el fil¨®sofo". Teniendo unos 16 a?os le plante¨® al profesor de filosof¨ªa una pregunta que nos caus¨® cierta inquietud: la relaci¨®n entre el pensamiento y el cuerpo; por qu¨¦ el recuerdo de algo vergonzoso hace que nos ruboricemos; por qu¨¦ un sue?o er¨®tico provoca una erecci¨®n.
Siempre quiso ser escritor; a los 23 a?os fue uno de los tres premiados en el certamen de cuentos Miguel de Unamuno en Bilbao. Pero por presiones familiares se hizo ingeniero industrial. Trabajando como tal en una empresa de ?lava se produjo su segunda desaparici¨®n: v¨ªctima de un arrebato de misticismo, a finales de los setenta y siguiendo a un maestro suf¨ª se fue a un campamento de creyentes pr¨®ximo a Nueva York. Lo hizo en compa?¨ªa de la mujer que m¨¢s le ha querido en esta vida, Amaya. Un a?o despu¨¦s fueron a Marruecos, donde adquiri¨® Urrutia conocimientos de, digamos, fisioterapeuta, y a su vuelta a Bilbao abandon¨® definitivamente su profesi¨®n para trabajar con las manos: como masajista. Pero su ocupaci¨®n principal fue desde entonces la escritura, aunque solo lleg¨® a publicar una novela, Zig zag un d¨ªa (Haizegoa, 1991), relato urbano suavemente sarc¨¢stico de una jornada en la vida de una estudiante de periodismo en Bilbao. A partir de los a?os noventa se pasa al ensayo pol¨ªtico, y varios originales suyos comienzan a circular por el correo electr¨®nico, sin llegar a publicarse formalmente. En una carta que me escribi¨® en 2002 expresaba su temor de que el texto que hab¨ªa enviado a una editorial interesase a los editores y quisieran publicarlo, lo que "ser¨ªa un problema"; y expresaba su esperanza de que el texto llegase a contar con "media docena de lectores".
Son escritos muy cr¨ªticos con el nacionalismo, especialmente en el periodo del Pacto de Lizarra y lo que vino despu¨¦s. En un gesto de solidaridad caracter¨ªstico de su forma de ser, tras el asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco, en julio de 1997, se present¨® en una sede del PP solicitando afiliarse. En los a?os siguientes particip¨® sobre todo en las movilizaciones de ?Basta ya!
Ha seguido escribiendo, aunque pocas personas conocen sus ¨²ltimos textos. Preparaba un ensayo sobre referencias t¨¦cnicas o no s¨¦ si cient¨ªficas en el Quijote.
El viernes 13 muri¨® en el hospital de Basurto, v¨ªctima de un c¨¢ncer de efectos fulminantes. Frente a tantos publicistas que no saben escribir y publican incesantemente, Urrutia fue un escritor de cuerpo entero y completa dedicaci¨®n que public¨® poco. Una persona modesta, siempre con temor a molestar, una de cuyas frases caracter¨ªsticas, frente a los ruidosos cargados de raz¨®n, era: "S¨ª, vale, pero sin levantar la voz". Otro rasgo de su car¨¢cter, la iron¨ªa sin subrayados, se refleja en el nombre que, para mosquear al padre espiritual del colegio, le puso al equipo de Acci¨®n Cat¨®lica del que formaba parte: KN. Hubo muchas c¨¢balas sobre su significado, pero solo unos pocos sab¨ªamos la verdad: eran las iniciales de Kim Novak, de quien todos los del grupo nos hab¨ªamos enamorado viendo V¨¦rtigo.
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