BCE: cambio de guardia
El fin del mandato de Jean-Claude Trichet como presidente del Banco Central Europeo (BCE) es un buen momento para realizar una sosegada reflexi¨®n sobre el conjunto de su mandato y la nueva ¨¦poca en la principal instituci¨®n econ¨®mica de la Uni¨®n Europea. ?sta no deber¨ªa centrarse en el an¨¢lisis de hechos circunstanciales, como las caracter¨ªsticas personales de Mario Draghi, el principal candidato. Draghi, gobernador del Banco de Italia, puede ser un buen presidente: credenciales acad¨¦micas y experiencia profesional en el mundo de las finanzas no le faltan. Su pasaporte italiano nunca debi¨® ser considerado un obst¨¢culo. Por todo ello, la salida de Trichet y su sutituci¨®n por Draghhi, el pr¨®ximo octubre, debe verse como una oportunidad para que el BCE asiente el respeto t¨¦cnico de los mercados y los agentes financieros.
Si, al igual que ocurre en otros importantes bancos centrales, la evaluaci¨®n tuviera que hacerse solo por los resultados econ¨®micos que deja como legado en la eurozona, la calificaci¨®n no ser¨ªa buena. El banco central con la mayor autonom¨ªa pol¨ªtica del mundo, y con enormes medios materiales y humanos, se ha empleado a fondo en controlar las tensiones inflacionistas que, sin embargo, a¨²n hoy existen en el conjunto del ¨¢rea. La magnitud de la crisis, sin embargo, ha tenido su efecto en el crecimiento econ¨®mico y el empleo, y ha disparado las amenazas que pesan sobre algunos sistemas bancarios del ¨¢rea monetaria. La crisis de la deuda soberana de la eurozona cumple ahora un a?o sin que las primas de riesgo de algunos de los pa¨ªses se hayan reducido de forma significativa, y el tipo de cambio del euro sigue excesivamente apreciado, distanciado de una referencia de equilibrio, penalizando la competitividad internacional de las exportaciones del ¨¢rea monetaria.
La amplia mayor¨ªa de las econom¨ªas que comparten moneda est¨¢n sufriendo las consecuencias de la crisis desencadenada en el sistema financiero estadounidense, aunque los ¨²ltimos datos, conocidos el viernes, muestran que Alemania y Francia vuelven a tirar de Europa, con crecimientos superiores al de EE UU. Han sido a?os pavorosos. Trichet cierra su mandato con el reconocimiento de haber realizado un buen trabajo en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles que Europa y el mundo recuerdan, y ha mostrado m¨¢s determinaci¨®n y m¨¢s voluntad en la defensa del proyecto europeo que la mayor¨ªa de l¨ªderes de la Uni¨®n. Un legado que se sobrepone a errores como la elevaci¨®n de tipos en 2008 por el BCE, cuando otros bancos centrales importantes adoptaban decisiones contrarias.
En la candidatura de Draghi que, una vez respaldada por la canciller Merkel, aprobar¨¢n los ministros de Finanzas este mismo lunes, el expreso alineamiento con las posiciones m¨¢s ortodoxas no deber¨ªa impedir una aproximaci¨®n matizada a la muy complicada realidad econ¨®mica de la eurozona. Del asentamiento de una senda de crecimiento econ¨®mico suficiente depende no s¨®lo la creaci¨®n de empleo en la eurozona, sino la superaci¨®n de una crisis de deuda p¨²blica que, adem¨¢s de endurecer las condiciones de vida de los ciudadanos europeos, amenaza con erosionar los propios fundamentos del conjunto de la UE.
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