?C¨®mo se restaura un charco de leche?
Las obras creadas con material biodegradable son un reto para los conservadores de arte contempor¨¢neo - Instalaciones y 'picassos' ocupan los talleres del Reina Sof¨ªa
La Mujer en azul (1901), temprana obra maestra de Picasso, exhibe estos d¨ªas su legendario y ol¨ªmpico desd¨¦n color verdoso en un sal¨®n ciertamente poco frecuentado por las damas de su edad y condici¨®n, tan lleno de microscopios de alta tecnolog¨ªa, c¨¢maras de 15.000 millones de p¨ªxeles y focos ultravioleta. Se halla instalada en un caballete m¨®vil del laboratorio de conservaci¨®n del Museo Reina Sof¨ªa, en la fase crucial de un ambicioso proceso de restauraci¨®n iniciado el oto?o pasado y financiado con 200.000 euros por un programa de Bank of America Merril Lynch.
Obviamente, atrae menos miradas que en su emplazamiento habitual de la sala 201, adonde volver¨¢ en oto?o. Pero estos otros ojos la escrutan con extraordinario inter¨¦s. Humberto Dur¨¢n y Jos¨¦ Loren, dos de la treintena de trabajadores del departamento, se mueven entre equipos digitales multiespectrales y placas radiogr¨¢ficas, hacen barridos fotogr¨¢ficos con los que obtienen 800 im¨¢genes con un solo clic y ampl¨ªan detalles como ese siete que el ¨®leo luce a la altura de la bufanda, o la parte del env¨¦s que prueba que el cuadro fue intervenido en dos ocasiones, barnizado y reentelado con consecuencias un tanto verduzcas.
Las colillas que usaba Barcel¨® no envejecen mal, dice el jefe del ¨¢rea
El mi¨¦rcoles, D¨ªa de los Museos, se estrena un filme sobre el tema
El gran enemigo del arte org¨¢nico es el ataque de los insectos
No se ha decidido a¨²n si eliminar¨¢ el barniz verdoso de 'Mujer en azul'
El sal¨®n, y su anfitriona, se preparan para recibir visitas este mi¨¦rcoles, D¨ªa Internacional de los Museos. La actividad principal del Reina Sof¨ªa para la jornada ser¨¢ dar a conocer al p¨²blico, que se puede apuntar en tres turnos de grupos reducidos, la actividad de estos profesionales, que rara vez empu?an un pincel para limpiar un lienzo. Por eso, Jorge Garc¨ªa G¨®mez-Tejedor, jefe del departamento, quiere emplear el reclamo de la dama para llamar la atenci¨®n sobre los retos de la restauraci¨®n en el arte contempor¨¢neo.
Para ello cuenta con una pel¨ªcula de unos 20 minutos. Financiada por la Red Internacional de Restauradores de Arte Contempor¨¢neo (INCCA, a la que pertenece el museo madrile?o), su t¨ªtulo, Installation art, who cares?, es un juego de palabras intraducible que coquetea con la doble acepci¨®n inglesa del verbo: ?Qui¨¦n cuida de las instalaciones? Y lo que es m¨¢s: ?Le importan a alguien?
"Esta ciencia, como todas, evoluciona", explicaba el jueves Garc¨ªa G¨®mez-Tejedor ante un monitor de v¨ªdeo del pleistoceno. "Con el arte contempor¨¢neo es fundamental preservar al m¨¢ximo la esencia de los materiales de la obra. Y efectuar lo que se conoce como restauraciones evolutivas". Para ilustrar el concepto, se?ala la pantalla, cuadrada y cat¨®dica a m¨¢s no poder, que en realidad es una obra de Wolf Vostell, miembro de Fluxus y pionero del videoarte. Para su restauraci¨®n y digitalizaci¨®n se tiene que conservar "la esencia" (que ata?e a asuntos como la forma del monitor o el grano de la imagen) y al mismo tiempo retrasar lo m¨¢ximo posible la llegada de su pr¨®xima obsolescencia.
Esta es la clase de retos a los que se enfrenta el departamento cada d¨ªa. ?Qu¨¦ hacer frente a la sobrecarga de trabajo de los especialistas de obra en papel, abrumados por la tendencia del arte actual al archivo? ?C¨®mo restaurar la leche, el polen o el arroz de las creaciones de Wolf-gang Laib? ?Habr¨¢ que creer al conceptual alem¨¢n Hans-Peter Feldman, objeto de una reciente retrospectiva, cuando asegura que desea que su obra desaparezca de la faz de la tierra (y eso incluye las colecciones permanentes de los muesos) tras su muerte?
De estas preguntas surgen respuestas que Garc¨ªa G¨®mez-Tejedor y los suyos ponen en com¨²n en un simposio anual sobre la materia que tiene lugar en el museo en febrero y formar¨¢n parte del programa de un nuevo m¨¢ster universitario a partir de octubre. Hablamos de conclusiones como la de que, despu¨¦s de todo, las colillas de Barcel¨® no envejecen tan mal ("no s¨¦ qu¨¦ clase de resina emple¨®, pero hizo un buen trabajo"); que el mayor enemigo del arte org¨¢nico son los insectos; o que el net art cuenta entre las disciplinas menos obsolescentes, siempre que los servidores que lo soportan permanezcan en uso, claro.
A veces, esas respuestas las ofrecen los propios artistas. Una fuente primordial de informaci¨®n para el restaurador contempor¨¢neo proviene de entrevistas con ellos. "Cuanto mejor documentados queden los procesos creativos, mejor se podr¨¢n conservar las piezas", explica Maite Ortega, coordinadora de proyectos.
Eso no siempre es posible. El caso m¨¢s extremo quiz¨¢ sea el del simpar Tino Sehgal, autor de This is propaganda (2002), uno de los tres casos estudiados en la pel¨ªcula que se proyectar¨¢ en el Reina, que muestra tambi¨¦n el proceso de conservaci¨®n o restauraci¨®n de una compleja instalaci¨®n (agua incluida) de Olafur Eliasson o de un v¨ªdeo en laser disc (?tan a?os noventa!) de Bill Seaman. El problema con el joven Sehgal es que no permite que sus performances, ensalzadas por la cr¨ªtica, se documenten de ning¨²n modo. Ante una apuesta tan radical, Ortega, obligada por la Ley de Patrimonio a conservar el arte, por muy conceptual que sea, para generaciones futuras, no puede sino poner los ojos en blanco y mostrarse de acuerdo con una conservadora de la Tate, centro propietario de la obra, que ve en las pr¨¢cticas de Sehgal una "interesante reflexi¨®n sobre la memoria".
Porque de eso se trata, al fin y al cabo, de hacer memoria. Conocer el pasado, por muy reciente que sea, para garantizar el futuro de las piezas. En una sala contigua, Carmen Muro trata de establecer, leyendo con contagioso entusiasmo las capas de pintura de Mujer en azul, la peripecia de una tela presentada en la Exposici¨®n Nacional de Bellas Artes de 1901, tibiamente acogida por la cr¨ªtica, abandonada a su suerte por el propio Picasso y reatribuida en los cincuenta. Cuando el equipo disponga de toda la informaci¨®n posible se tomar¨¢n decisiones, que no necesariamente pasar¨¢n por eliminar los reentelados o los barnices que amarillearon el a?il original. Por algo les llaman conservadores.
Solo entonces la dama volver¨¢ a presidir su sal¨®n habitual. M¨¢s azul, pero con el mismo gesto torcido. Hay moh¨ªnes que no hay quien restaure.
Babelia
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