Compartir la m¨²sica para defenderla
La agon¨ªa del negocio discogr¨¢fico empuja a muchos artistas al 'copyleft' - Internet ya no se ve como el enemigo, sino como oportunidad - El control de la industria est¨¢ en entredicho
Cuando en 1997 Prince llam¨® a los j¨®venes m¨²sicos a hacerse due?os y se?ores de sus propias obras y a romper las "cadenas de esclavo" con la industria discogr¨¢fica, seguramente, no sab¨ªa lo que estaba por venir. Pero el pasaje de la Biblia que utiliz¨® como frase ilustrativa de su fin de etapa con Warner Music para tirar por su cuenta y riesgo guardaba algo de premonitorio: "El demonio ofreci¨® el mundo a Jes¨²s, este lo rechaz¨® y gan¨® su alma". A medida que el negocio discogr¨¢fico agoniza cada vez m¨¢s, incapaz de adaptarse a Internet y luchar contra la pirater¨ªa, son m¨¢s las alternativas que se les presentan a los m¨²sicos para ganarse su alma, es decir, dar a conocer su obra e intentar vivir, o sobrevivir en la mayor¨ªa de los casos, de ella. El papel crucial de las tecnolog¨ªas en el consumo trasciende ahora tambi¨¦n en el impulso de nuevas v¨ªas de relaci¨®n entre el artista y el p¨²blico. Las licencias copyleft -libres de derechos- o Creative Commons -derechos definidos por los autores-, alumbradas en la ¨¦poca digital, empiezan a consolidarse en un panorama donde el tradicional control de la industria musical sobre la obra del autor est¨¢ m¨¢s en entredicho que nunca.
"Muchos autores han decidido que la cultura se defiende comparti¨¦ndola y que la difusi¨®n de sus obras, a medio plazo, termina siendo m¨¢s beneficiosa que impedir su acceso", asegura David Bravo, abogado especialista en propiedad intelectual y derecho inform¨¢tico. Entre ellos, se encuentra Jorge Otero, l¨ªder de Stormy Mondays, grupo de rock que lider¨® en 2001 una campa?a contra la antipirater¨ªa y distribuye su m¨²sica en Creative Commons. "Internet es una oportunidad", afirma. Lo mismo piensa Luis Asia¨ªn, de la formaci¨®n folk Triolocr¨ªa, que vive, como Stormy Mondays, fuera del modelo cl¨¢sico sin registrarse en la Sociedad General de Autores (SGAE) ni contar con una compa?¨ªa discogr¨¢fica: "El mainstream cierra las puertas a m¨²sicos que quieren darse a conocer".
Es ir m¨¢s all¨¢ de la conocida autoedici¨®n, que lleva a muchos artistas, como proclamaba Prince, a publicarse sus trabajos y luego distribuirlos ante un mercado concentrado en cuatro grandes discogr¨¢ficas y con pocas opciones de riesgo. "Hay una dimensi¨®n de autogesti¨®n que pide paso en Internet", dice Juan Palacio, responsable de Safe Creative, plataforma creada en 2006 que permite a los creadores autogestionar las licencias de sus obras as¨ª como sus ventas en los nuevos modelos, adem¨¢s de certificar su autenticidad ante terceros. "Esto es imparable", sentencia.
En plena vor¨¢gine de transformaci¨®n tecnol¨®gica, la m¨²sica pasa cada d¨ªa m¨¢s por Internet. Mientras la venta de ¨¢lbumes f¨ªsicos sigue cayendo en picado, la de discos y canciones digitales ha aumentado en Estados Unidos en el ¨²ltimo a?o un 16,8% y 9,6%, respectivamente, con respecto al mismo periodo de 2010, seg¨²n datos de la compa?¨ªa Nielsen publicados en mayo. Este incremento en el mercado estadounidense, referencia en el mundo de la m¨²sica, supuso que los vendedores digitales recibieran m¨¢s de la mitad de las transacciones musicales. El aumento de venta digital contrasta a su vez con el de la pirater¨ªa, la gran lacra para el sector que no deja de crecer. En Espa?a, mientras se mantiene el debate encendido por la reci¨¦n aprobada ley Sinde, que pretende combatir las descargas no autorizadas mediante el cierre de p¨¢ginas webs, las cifras hacen que el pavor se haya adue?ado de la industria discogr¨¢fica. La tasa de pirater¨ªa en la m¨²sica es de un 97,9%, seg¨²n datos del Observatorio de Pirater¨ªa y H¨¢bitos de Consumo de Contenidos Digitales, elaborado por la consultora IDC Research, a instancias de la Coalici¨®n de Creadores e Industrias de Contenido, que representa entre otros a la SGAE y la Sociedad de Productores de M¨²sica (Promusicae).
Con estas cifras, queda claro: el consumo musical est¨¢ cambiando a velocidad de v¨¦rtigo. Los nuevos modelos de gesti¨®n y distribuci¨®n propios de la Red no se incluyen en estos datos pero indican que algo se est¨¢ moviendo con determinaci¨®n al margen de la industria. "Las licencias copyleft y Creative Commons son una forma de adaptarse a la nueva realidad que nos ha tocado vivir", explica Bravo. "Las entidades de gesti¨®n llevan a?os inoculando la idea de que el conflicto con las nuevas tecnolog¨ªas se logra con la persecuci¨®n de usos masivos e imposibles de frenar", a?ade. El responsable de Safe Creative justifica el desarrollo de otros tipos de licencias por la mera l¨®gica de los tiempos: "La propiedad intelectual ha cambiado m¨¢s en dos d¨¦cadas que en dos siglos".
La pr¨¢ctica de copyleft, nacida a mediados de los ochenta en la industria inform¨¢tica, forma parte de la cultura de puertas abiertas y es contraria al habitual copyright de derechos reservados. Permite la libre distribuci¨®n de copias y versiones modificadas. Es el esp¨ªritu de la Wikipedia. Trasladado a la m¨²sica, una canci¨®n se puede explotar y transformar tantas veces como se quiera. Las licencias Creative Commons (CC), en cambio, vienen condicionadas, haciendo posibles seis tipos de permisos diferentes m¨¢s abiertos y flexibles que los tradicionales. "Damos satisfacci¨®n al autor. Le damos las herramientas para que pueda decidir qu¨¦ hacer con su obra", se?ala Ignasi Labastida, responsable de CC en Espa?a. La organizaci¨®n, que se mantiene a trav¨¦s de donaciones, reduce las barreras legales de la creatividad, por medio de nueva legislaci¨®n y nuevas tecnolog¨ªas, pone encima de la mesa una gesti¨®n que no tiene por qu¨¦ ser colectiva. En el modelo tradicional, el m¨²sico cede toda la gesti¨®n de sus derechos a la SGAE. Ahora, por primera vez en la historia, la gesti¨®n individual de los derechos de autor adquiere el m¨¢ximo valor, que puede reservar los derechos que quiera. "La clave es el protagonismo de las personas", asegura Palacio. "Los ¨²ltimos que lo van a reconocer son los intermediarios, que se les ha ido el suelo de los pies", a?ade.
Pero los intermediarios, que exigen una legislaci¨®n eficaz contra la pirater¨ªa, consideran que son mundos complementarios. "No tenemos por qu¨¦ ser algo contrapuesto a las licencias CC. Esta labor de seguimiento en cuanto al cumplimiento por terceros de las licencias CC la pueden llevar a cabo en muchos casos las entidades de gesti¨®n colectiva", afirma un portavoz de la SGAE. Desde Promusicae tambi¨¦n se afirma que no est¨¢n en contra del copyleft o las licencias CC mientras se respeten los derechos de unos y otros. Aunque desde el otro lado las cosas se ven algo diferentes. "Ha sido divertido ver la evoluci¨®n de las entidades de gesti¨®n", dice el responsable de Creative Commons. "Al principio dec¨ªan que ellos las gestionar¨ªan, luego lo vieron como un ataque y ¨²ltimamente empiezan a ver que esto es interesante y quieren estudiarlo". Con la consolidaci¨®n de estas licencias y su registro en Internet, Labastida afirma que "el objetivo es que el m¨²sico no est¨¦ atado al mismo modelo de siempre".
Las ataduras a las que se refiere Labastida recuerdan a las cadenas de las que hablaba Prince. Por el a?o en que el autor de Purple rain tom¨® la decisi¨®n ins¨®lita de adue?arse de sus canciones, el l¨ªder de Stormy Mondays choc¨® con la SGAE. Otero se convirti¨® en el primer m¨²sico que quer¨ªa distribuir por descarga su obra en MP3 en una web. Pero la SGAE, que gestionaba sus derechos por copyright, no le dejaba. "No ten¨ªamos cabida dentro del sistema", se?ala Otero, que tard¨® a?os en darse de baja de la sociedad debido a los tr¨¢mites burocr¨¢ticos. Gracias a Internet, Stormy Mondays fueron contratados para tocar en el aniversario de Woodstock en 1999 y ahora se han convertido en el primer grupo espa?ol en sonar en el espacio, a bordo del Endeavour. Su iniciativa, que fue un obst¨¢culo en el anterior contexto, tiene un abanico de opciones en la era digital.
Una de las m¨¢s atractivas es Jamendo, una web nacida en 2005 con m¨¢s de 300.000 canciones y 45.000 m¨²sicos bajo licencias CC. "Hemos creado una gran comunidad con m¨¢s de un mill¨®n de usuarios en el mundo", cuenta Alexandre Saboundjian, director general de Jamendo. La plataforma, cuya m¨²sica se escucha en streaming, protege el trabajo de los artistas al mismo tiempo que los difunde. Especializada en hilos musicales y listas de reproducci¨®n para comercios, vende tambi¨¦n las obras que almacena, en cat¨¢logos o de forma individual, para todo tipo de soportes inform¨¢ticos y m¨®viles. "Es un nuevo mundo para la m¨²sica, donde los artistas se llevan m¨¢s porcentajes por su obra", asegura Saboundjian. En Jamendo este porcentaje gira en torno al 35%. Otras p¨¢ginas como Musicleft, creada en 2006 y con m¨¢s de 100 artistas, buscan ser un trampol¨ªn para los m¨²sicos desconocidos o que no quieren participar en el sistema actual licenciando sus obras en copyleft. "La m¨²sica ya no es como hace 20 a?os", afirma Borja S¨¢nchez, responsable de Musicleft. "Somos gratuitos y una buena manera de promocionar al artista que recibe ingresos a trav¨¦s de conciertos, merchandising...", a?ade.
Por ahora, m¨¢s all¨¢ de la gesti¨®n de los ingresos, especialmente si se diese un uso masivo, se antoja como el principal escollo al que se enfrentan las nuevas licencias al margen del modelo tradicional gestionado por la SGAE. El seguimiento no es algo que preocupe a sus protagonistas, que se?alan que, mientras se da con la f¨®rmula ideal, hay algo que seguro que no tiene futuro. "Nos desligamos de esa actitud p¨²blica de la SGAE de criminalizar al fan", afirma Otero. "La SGAE se ha monopolizado y pervertido. No vale para Internet", indica Asia¨ªn, que ha conseguido firmar un acuerdo con los herederos de Federico Garc¨ªa Lorca para poner m¨²sica a uno de sus poemas en licencia CC. "Est¨¢n juntos los editores y autores. Y eso es como meter a los p¨¢jaros y las semillas en el mismo saco, negando la realidad".
Grandes que coquetean con la m¨²sica libre
- Radiohead colg¨® su disco In Rainbows en Internet en 2007. Dej¨® que el p¨²blico que estableciera el precio al que deber¨ªa comprarlo. Nunca se dieron cifras oficiales, pero diversas publicaciones hablaron de casi un mill¨®n de descargas
y un promedio de 4,5 euros por cada una, aunque cerca de un tercio de los que lo bajaron no pagaron.
- REM utiliz¨® las licencias Creative Commons para su disco Collapse into now. Concretamente, para todo el material utilizado para grabar la canci¨®n It happened today. REM pidi¨® a sus seguidores que mezclasen y editasen con toda libertad y con el objetivo de que las interpretaciones de la canci¨®n fueran compartidas con la misma licencia.
- En 2004, la revista Wired difundi¨® un disco en uno
de sus n¨²meros en el que apostaban por la m¨²sica Creative Commons. Para ello pidi¨® a una serie de autores que grabasen canciones con esta licencia. Beastie Boys, My Morning Jacket, David Byrne, Spoon o Gilberto Gil fueron algunos de los que participaron.
- Peter Gabriel ha sido muy activo en el mundo de la m¨²sica digital con su proyecto The Filter y se sum¨® a las licencias Creative Commons para diversos trabajos.
- Los Arctic Monkeys, en cambio, hicieron el camino contrario. Empezaron en Internet, pero su ¨¦xito les llev¨® a fichar por una discogr¨¢fica independiente.
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