Rebeli¨®n en la jungla
Llega la ley Sinde y los disidentes difunden el correspondiente manual de desobediencia. De fondo, la amarga discusi¨®n sobre el hundimiento de la industria cultural: si fueron responsables las grandes discogr¨¢ficas, emperradas en sus privilegios, o si las empresas de Internet ejercieron de Bruto, conscientes de poner en marcha los mecanismos que permiten el acceso libre a los frutos de la creaci¨®n.
Desde ambas trincheras, se reitera el mantra de la urgencia del "nuevo modelo de negocio". Hay truco: nadie garantiza que haya verdadero negocio cultural seg¨²n avanza el siglo, con una poblaci¨®n saturada de ofertas de entretenimiento y que cree ardientemente en el gratis total. Conviene precisar: es muy probable que sobrevivan las multinacionales; Lady Gaga y sus equivalentes pueden asumir las p¨¦rdidas derivadas del presente paradigma de consumo. Como en cualquier casino, la casa tiene todas las de ganar. Hay una Lady Gaga, s¨ª, pero MySpace asegura alojar las p¨¢ginas de 14 millones de artistas. Vistas las probabilidades, lo extra?o es que no haya m¨¢s m¨²sicos que rompan con el espejismo del statu quo. La SGAE huele mal y, efectivamente, los dados est¨¢n manipulados a favor de sus socios principales. Respecto a las discogr¨¢ficas fuertes, apenas fichan nuevos nombres: todo lo m¨¢s, se quedan con grupos y solistas que destacaron en independientes. ?El mundo indie? Los que escaparon cuentan y no paran de sus miserias.
La clave est¨¢ en la autoedici¨®n: conservar la propiedad de las grabaciones. Esencialmente, cualquier discogr¨¢fica es un banco al que acudes a pedir un pr¨¦stamo. La diferencia es que, al terminar de pagar esta hipoteca, el piso sigue siendo del banco (y nunca sabr¨¢s exactamente cu¨¢ndo has cumplido). En otros tiempos, tales pactos pod¨ªan estar justificados: las disqueras aportaban filtros de calidad y savoir faire; conoc¨ªan al p¨²blico potencial y colocaban la m¨²sica en los puntos de venta.
En el actual entorno, con plantillas fantasmales, sus poderes han disminuido. Un artista guerrillero puede vender su m¨²sica en tiendas digitales y, m¨¢s dif¨ªcil, en los comercios tradicionales. Un engorro con m¨ªnimos rendimientos, pero luego no hay que repartir los beneficios de directos y merchandising. Se vuela mejor sin cadenas. De cualquier forma, si sale tu n¨²mero en la loter¨ªa del ¨¦xito, all¨ª aparecer¨¢n discogr¨¢ficas y editoriales. Fijo.
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