Indignaci¨®n en el Gobierno israel¨ª por la iniciativa
Escepticismo entre los palestinos por la negativa a reconocer su Estado
En Oriente Pr¨®ximo ya se han escuchado muchos discursos sobre "nuevos comienzos" y sobre las buenas intenciones de Estados Unidos. El que ayer pronunci¨® Barack Obama no ser¨¢, probablemente, de los m¨¢s recordados. Fue especialmente tibio al abordar la cuesti¨®n israelo-palestina, pero la simple menci¨®n de las fronteras previas a 1967 como base para un acuerdo (un principio ya respaldado por Clinton y Bush) bast¨® para enfurecer a la derecha israel¨ª y al primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu, quien calific¨® de "indefendibles" esas fronteras. Fue un mal augurio para la reuni¨®n que Obama y Netanyahu ten¨ªan previsto mantener hoy en la Casa Blanca.
Netanyahu contemplaba la cita con Obama como una simple formalidad. Su vista estaba puesta en el discurso ante el Congreso estadounidense, el d¨ªa 24, y en los entusiastas aplausos que iba a recibir de la mayor¨ªa republicana y de no pocos congresistas dem¨®cratas con donantes y electores jud¨ªos. Cuando Netanyahu afirm¨® anoche que Palestina no pod¨ªa crearse a costa de territorio israel¨ª no solo implic¨® que los territorios ocupados, que incluyen Jerusal¨¦n oriental, pertenecen a Israel: lanz¨® un mensaje resistencialista a su electorado.
Netanyahu ve su cita de hoy con Obama como una simple formalidad
Israel conf¨ªa en que un republicano ocupe la Casa Blanca en 2013
La l¨ªnea verde establecida en el armisticio de 1949, es decir, la frontera (que entonces separaba Israel de Jordania) vigente hasta la guerra de 1967, ya fue la base de las fallidas negociaciones de Camp David en 2000. En 2004, George W. Bush escribi¨® una carta a Ariel Sharon en la que calificaba de "irrealista" un "completo retorno a las l¨ªneas del armisticio de 1949" y se?alaba que dichas fronteras deb¨ªan adaptarse con "intercambios mutuamente acordados". Exactamente lo mismo que ha mantenido el Cuarteto (Estados Unidos, Uni¨®n Europea, Rusia y ONU) estos ¨²ltimos a?os y lo que el propio Obama plante¨® en su discurso de El Cairo, hace dos a?os, al referirse a la llamada Iniciativa ?rabe.
Obama no propuso nada nuevo, nada que alterara el statu quo tras el colapso de las negociaciones de paz en septiembre pasado. Ni siquiera mencion¨® la necesidad de que Israel dejara de colonizar los territorios ocupados, como establece la Hoja de Ruta del Cuarteto y como ¨¦l mismo exig¨ªa meses atr¨¢s. Pero el Gobierno israel¨ª da por amortizado al actual presidente de Estados Unidos y prefiere cerrarse en banda, con la esperanza de que a principios de 2013 haya en Washington un presidente republicano m¨¢s favorable a sus intereses. Obama y Netanyahu se llevan mal personalmente y la coalici¨®n derechista que gobierna Israel se ha habituado a considerar enemigo al presidente estadounidense. El diputado Danny Danon, miembro del Likud de Netanyahu, dijo anoche que Obama hab¨ªa adoptado "el plan de Yasir Arafat para la destrucci¨®n de Israel".
Tzipi Livni, jefa de la oposici¨®n y l¨ªder de Kadima (el partido m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones), declar¨® por el contrario que las propuestas de Obama resultaban convenientes para Israel y que el gran problema era el inmovilismo de Netanyahu.
Las reacciones fueron las previsibles. Las de siempre. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, reuni¨® a su c¨ªrculo interno y telefone¨® a otros l¨ªderes ¨¢rabes antes de expresar oficialmente una opini¨®n. Bastaba hablar, sin embargo, con algunos dirigentes palestinos para captar el habitual escepticismo, denso desde que Obama vet¨® una resoluci¨®n de la ONU que condenaba la colonizaci¨®n de Cisjordania y reforzado por su anuncio ayer de que por m¨¢s que lo aprobara la asamblea general de la ONU, Washington no pensaba reconocer en septiembre al Estado palestino. Ham¨¢s calific¨® el discurso de "trampa".
En un nivel m¨¢s popular, muchos ¨¢rabes creyeron detectar el aroma de la hipocres¨ªa ante la exigencia de que el libio Muamar el Gadafi y el yemen¨ª Al¨ª Abdul¨¢ Saleh abandonaran ya el poder, mientras segu¨ªa ofreci¨¦ndose al sirio Bachar el Asad la posibilidad de erigirse en l¨ªder de las reformas democr¨¢ticas en cuanto terminara de masacrar a sus conciudadanos.
Tambi¨¦n impresion¨® que en un discurso sobre la democratizaci¨®n del mundo ¨¢rabe Obama no mencionara ni de pasada a Arabia Saud¨ª, con un r¨¦gimen m¨¢s represivo que el de Ir¨¢n. Esa omisi¨®n evoc¨® la tradicional sospecha de que el suministro de petr¨®leo importa m¨¢s en Washington que el ansia de libertad de millones de ¨¢rabes.
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