Deseos de juventud de Susan Sontag
Es posible que Susan Sontag no hubiera querido que se publicaran sus diarios, las notas personales que escribi¨® desde que ten¨ªa 15 a?os hasta su muerte, cerca ya de los 72, en 2004. Su hijo, David Rieff, que tom¨® la decisi¨®n de editarlos, admite que, en cualquier caso, este no ser¨ªa el libro que ella habr¨ªa creado. Es muy probable que, si hubiera aceptado publicar estos textos, lo que su propio hijo duda, Sontag hubiera "intervenido" para organizarlos y presentarlos de otra manera. Y, desde luego, es casi seguro que no hubiera aceptado un t¨ªtulo tan detestable: Renacida. Para superar la repulsi¨®n que produce la idea de que se est¨¢ violando la intimidad de alguien, una persona que, para colmo, tiene una brillante y amplia obra publicada, perfectamente suficiente para conocer qu¨¦ pensaba y c¨®mo analizaba el mundo, sin necesidad de meterse, adem¨¢s, en su casa y en su cama, quiz¨¢s convenga recordar lo que dijo su compa?era, Annie Leibovitz, cuando public¨® las amargas fotos de la agon¨ªa de Sontag: "Si estuviera viva, por supuesto que este trabajo no se hubiera publicado. Pero est¨¢ muerta y eso es otra historia. Quiero decir, ella hubiera defendido este trabajo". Algo as¨ª viene a alegar su hijo en el pr¨®logo de este volumen, el primero que aparece de una serie planeada con tres tomos: "A mi madre le apasionaban los diarios y las cartas... cuanto m¨¢s ¨ªntimos mejor".
Sea pues. Sontag, que hizo en vida muy pocas confidencias sobre su intimidad, est¨¢ ahora muerta y expuesta. Conste, sin embargo, que Renacida (Diarios tempranos, 1947-1964) no constituye un autorretrato de la autora de Contra la interpretaci¨®n o La enfermedad y sus met¨¢foras, dos ensayos que marcaron, por su inteligencia, independencia y originalidad, la cr¨ªtica cultural del siglo XX, sino un retrato en el que ha intervenido la paleta de su hijo, que suprime notas que le parecen aburridas y potencia otras, generalmente las que est¨¢n relacionadas con la formidable, y muy temprana, convicci¨®n de Susan Sontag de ser una persona intelectualmente sobrecapacitada y con su paralela y aparente incapacidad de mantener relaciones sexuales y sentimentales (lesbianas) que no conllevaran un gran sufrimiento. Quien haya le¨ªdo alguno de los magn¨ªficos ensayos de Sontag conoce su manera ferozmente independiente de pensar y su voraz deseo de analizar la sociedad contempor¨¢nea, sin dejarse encorsetar por definiciones entre lo serio y lo culto y lo popular y lo fr¨ªvolo. Ella fue, por ejemplo, quien introdujo en toda una generaci¨®n el t¨¦rmino camp. Su colecci¨®n de art¨ªculos Contra la interpretaci¨®n (que se public¨® cuando ten¨ªa 33 a?os) la convirti¨® instant¨¢neamente en uno de los pensadores m¨¢s pol¨¦micos e importantes no solo en Estados Unidos, sino tambi¨¦n en Europa, que visit¨® con frecuencia, y en cuyos ambientes intelectuales siempre deslumbr¨®.
Los Diarios tempranos quiz¨¢s no desvelen, en ese sentido, una personalidad desconocida, pero s¨ª una precocidad y una voluntad de construirse a s¨ª misma inconcebible, si no fuera porque es ella misma quien lo describe y demuestra. La Susan Sontag conocida, admirada y famosa mostr¨® siempre una absoluta confianza en su capacidad intelectual y en su destreza para desentra?ar los mitos de las sociedades modernas. Lo asombroso es que cuando ten¨ªa 15 a?os era tambi¨¦n consciente de tener un don especial. La jovenc¨ªsima Sontag (entonces se llamaba Rosenblatt) hace listas interminables (un h¨¢bito que mantendr¨ªa toda su vida) en las que apunta qu¨¦ leer, en qu¨¦ pensar, qu¨¦ hacer. La primera, cuando le faltan tres meses para cumplir 15 a?os, empieza as¨ª: "Creo: a) que no hay un dios personal o vida despu¨¦s de la muerte; b) que lo m¨¢s deseable es la libertad de ser fiel a uno mismo, c) que la ¨²nica diferencia entre los seres humanos es la inteligencia; d) que el ¨²nico criterio de una acci¨®n es su efecto ¨²ltimo en la felicidad de una persona, e) que est¨¢ mal privar a cualquiera de la vida (...)".
Los diarios no son cuadernos en los que se anotan las incidencias del d¨ªa sino su apabullante deseo de construirse a s¨ª misma. Con 16 a?os llega a la Universidad de California y hace por primera vez el amor con una mujer (Harriet, la misma con la que a lo largo de muchos a?os, intermitentemente, mantendr¨ªa una relaci¨®n casi masoquista, dolorosamente detallada en p¨¢ginas posteriores). Pero entonces, confiesa: "Dios, vivir es enorme" y poco despu¨¦s, "todo comienza a partir de ahora, he renacido". A los 19 a?os, acepta casarse con un joven profesor ("me caso con Philip con plena conciencia-temor a mi voluntad de autodestrucci¨®n") con quien tendr¨¢ su ¨²nico hijo (un ni?o al que no se menciona en el diario hasta que aparece un buen d¨ªa, cuando ya tiene dos a?os). Nada, ni el fracaso matrimonial, ni el reencuentro con Harriet, ni esa relaci¨®n cruel, empa?an esa voracidad intelectual ni su enorme voluntad de desarrollarla sin cortapisas. "En el diario me creo a m¨ª misma, no solo registra mi vida real sino que en muchos casos ofrece una alternativa". "?Esta pasi¨®n es una enfermedad!", se queja, pero pocas horas antes ha escrito con la misma furia: "Banalidad y dominaci¨®n (...). Una arist¨®crata de la sensibilidad as¨ª como una arist¨®crata del intelecto. ?No me gusta nada, nada, que me traten como una plebeya!". Sontag tiene en ese momento 25 a?os. Con dos m¨¢s, ya de vuelta a Estados Unidos, sigue pensando que amar duele. "Es como entregarse a que te desuellen a sabiendas de que en cualquier momento la otra persona puede marcharse con tu piel". Cuando el primer tomo de sus diarios se cierra, a punto de publicar Contra la interpretaci¨®n, Sontag sigue confrontada a los mismos problemas: "El ¨¦xtasis intelectual al que he tenido acceso desde mi temprana infancia. Pero el ¨¦xtasis es el ¨¦xtasis". Habr¨ªa que haber pedido a Sontag que pensara si es posible que los seres humanos se diferencien, adem¨¢s de por su inteligencia, por sus m¨¢s ¨ªntimas pulsiones: c¨®mo enfrentarse a la muerte, en los hombres, y c¨®mo enfrentarse al amor, en las mujeres.
Renacida (Diarios tempranos, 1947-1964). Susan Sontag. David Rieff (editor). Traducci¨®n de Aurelio Major. Mondadori. Barcelona, 2011. 336 p¨¢ginas. 20,90 euros.
![Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004) y Tom Wolfe, en una fotograf¨ªa de los a?os sesenta tomada durante una fiesta en casa de Robert Rauschenberg.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I3DUY7KXIFNZBTAI26MCOP3244.jpg?auth=c1ad80ccf7c5fac8001491db2e46885f361dfc4c9f4423c69585cb3934143f03&width=414)
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