Una ley de innovaci¨®n e innovadora
Alguien dijo que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo; simplemente, porque las decisiones adoptadas hoy condicionar¨¢n la realidad a medio y largo plazo. Y una de ellas, sin duda, tiene que ver con el porvenir de nuestra econom¨ªa: hablaremos de la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n.
Aprobada definitivamente en el Congreso de los Diputados, nos hallamos ante una ley que intenta responder a las necesidades y demandas de nuestro sistema de I+D+i, un sistema que ha debido fajarse dentro del marco normativo en vigor desde 1986; en concreto, desde la aprobaci¨®n de la Ley de Fomento y Coordinaci¨®n General de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (m¨¢s conocida como ley de la ciencia). Aquella, por qu¨¦ negarlo, ha llevado a Espa?a a ocupar la novena posici¨®n internacional en materia de producci¨®n cient¨ªfica. De hecho, nuestra comunidad investigadora es hoy seis veces mayor que en 1986.
La estrategia pone en liza una maquinaria potente. Ahora requiere energ¨ªa para hacerla funcionar
El sue?o de convertirnos en potencia innovadora estar¨ªa m¨¢s cerca de convertirse en realidad
Sin embargo, eran muchas las voces que reclamaban la adecuaci¨®n de la normativa a un contexto global que propiciara no solo la generaci¨®n de conocimiento, sino tambi¨¦n su aprovechamiento econ¨®mico. Un panorama en el que la colaboraci¨®n y la internacionalizaci¨®n, entre otros factores, juegan un papel cr¨ªtico en el camino hacia el tra¨ªdo cambio de modelo productivo.
A todo ello se suman datos que, en cierto modo, cuestionan el balance innovador de nuestro tejido econ¨®mico. Sin perdernos en cifras, un par de ellas pueden resultar elocuentes.
En 2009 (¨²ltimos datos del INE), Espa?a invirti¨® en I+D el 1,38% del PIB, frente al 2,33% de media de los pa¨ªses de la OCDE. Si hablamos de empresas, las espa?olas gastaron, en t¨¦rminos relativos, menos de la mitad que sus hom¨®logas de pa¨ªses pertenecientes a dicho organismo. En cuanto a solicitud de patentes, otro baremo que configura la actividad innovadora de un territorio, sabido es que Espa?a ha venido mostrando una actitud m¨¢s bien timorata. Por t¨¦rmino medio, solicitamos 29 patentes europeas por cada mill¨®n de habitantes, frente a las 105 de media en la UE-27; o lo que es lo mismo, patentamos menos de la tercera parte de lo que debi¨¦ramos para alcanzar el tren europeo.
Dadas las circunstancias, y conforme a su t¨ªtulo preliminar, el objeto de la nueva ley es consolidar un marco para el fomento y la coordinaci¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica y sus instrumentos de coordinaci¨®n general con un fin concreto: contribuir al desarrollo econ¨®mico sostenible y al bienestar social a trav¨¦s del conocimiento y -atenci¨®n a este concepto- la innovaci¨®n.
Y es que la inclusi¨®n del t¨¦rmino innovaci¨®n en el t¨ªtulo completo de la ley que nos ocupa no es, en absoluto, balad¨ª. Al contrario, supone reconocer impl¨ªcitamente la importancia del mercado desde su misma concepci¨®n. Significa poner los medios para estimular todo lo que tiene relaci¨®n con la creaci¨®n de valor. Porque, como se suele decir, sin generar IVA no existe innovaci¨®n; todo lo dem¨¢s se queda en investigaci¨®n m¨¢s o menos b¨¢sica, m¨¢s o menos aplicada.
Abundando en esta cuesti¨®n, se reconoce la diferencia sustancial entre el fomento de la investigaci¨®n y la innovaci¨®n, siendo esta ¨²ltima un reto mucho m¨¢s transversal. Su impulso se plantea a partir de la denominada Estrategia Estatal de Innovaci¨®n para 2015 (E2I), instrumento clave para ajustar la normativa a la realidad del mercado.
Dicha estrategia, incluida y enfatizada dentro de la propia ley, plantea duplicar la actividad innovadora de nuestra econom¨ªa con objeto de situar a Espa?a en la novena potencia innovadora del mundo. Para ello se plantean ambiciosos objetivos cuantitativos. Entre ellos, aumentar la I+D privada en 6.000 millones de euros anuales, subir al vag¨®n de la innovaci¨®n a 40.000 nuevas empresas y generar 500.000 empleos en media y alta tecnolog¨ªa.
Para alcanzar estos n¨²meros, la Estrategia Estatal de Innovaci¨®n plantea un plan de acci¨®n sustentado en cinco pilares: la cooperaci¨®n territorial, las personas, las finanzas, los mercados y la internacionalizaci¨®n. Se trata de un entramado fuertemente cohesionado que propone m¨²ltiples iniciativas que merecer¨ªan an¨¢lisis aparte: el fomento de la compra p¨²blica innovadora, la introducci¨®n de las empresas en el mercado alternativo burs¨¢til, la adopci¨®n de medidas para el aumento del retorno en programas europeos de apoyo a la I+D+i y un largo etc¨¦tera.
El eje de este mecanismo lo constituye la transferencia de conocimiento. Un leitmotiv que pone de manifiesto la importancia de la cooperaci¨®n en este escenario. Una colaboraci¨®n con may¨²sculas que se refleja en, al menos, tres dimensiones: en el empleo de estrategias complementarias en un plano regional, estatal y europeo; en la coordinaci¨®n entre los resortes y organismos concebidos por la Administraci¨®n para el impulso de la ley; y, finalmente, en la propuesta de actuaciones para propiciar la interacci¨®n entre los m¨²ltiples actores implicados (empresas, centros de conocimiento, Administraci¨®n, organismos intermedios y consultoras, etc¨¦tera).
Por lo expuesto, la carrera por la innovaci¨®n est¨¢ planteada. La estrategia es clara y pone en liza una maquinaria potente. A partir de ahora, requerir¨¢ energ¨ªa para hacerla funcionar a pleno rendimiento. Al menos, la misma empleada por nuestras empresas, en las que sus partidas de I+D adquieren un protagonismo creciente. As¨ª lo confirma, por ejemplo, la Comisi¨®n Europea en su informe anual Industrial R&D Investment Scoreboard. Mientras que las firmas europeas invirtieron en 2009 un 2,6% menos que en el ejercicio anterior, las compa?¨ªas m¨¢s innovadoras de nuestro pa¨ªs, en el mismo ejercicio, incrementaron sus inversiones en I+D en m¨¢s del 15%.
El tejido empresarial espa?ol parece estar, por tanto, en buena disposici¨®n. Al menos, en cuanto a las grandes corporaciones se refiere, tractoras de buena parte de nuestra econom¨ªa. Si, adem¨¢s, sabe aprovechar la panoplia de medidas propuestas por la ley, el sue?o de convertirnos en potencia innovadora estar¨ªa m¨¢s cerca de convertirse en realidad. Al menos existe cierta unanimidad en un plano pol¨ªtico. Y eso, en Espa?a, no es poco.
Jos¨¦ Mar¨ªa Zabala Mart¨ªnez es director general de Zabala Innovation Consulting.
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