'Elector of Middlesex'
El resultado deber¨ªa hacer recapacitar a PSOE y BNG sobre su estrategia individual y conjunta
Se cuenta que, en plena ¨¦poca imperial, un comerciante ingl¨¦s que recorr¨ªa Prusia se aloj¨® en un hotel en el que, por sentirse muy satisfecho, decidi¨® prolongar su estancia. Pasados unos d¨ªas, el director le inform¨® de que deb¨ªa abandonarlo, ya que sus habitaciones hab¨ªan sido solicitadas por una baronesa alemana. El comerciante ingl¨¦s pidi¨® detalles del rango y posici¨®n nobiliaria de la distinguida dama, y una vez los obtuvo, solicit¨® que le permitiesen corregir su registro en el libro de entrada del hotel. A?adi¨®, a su nombre y ocupaci¨®n, la frase "elector en Middlesex"; un t¨ªtulo que llev¨® al impresionado director del hotel a deshacerse en disculpas y a insistirle para que retuviese su habitaci¨®n.
Y, efectivamente, en democracia nada hay m¨¢s importante que los electores, y su palabra que, agregada, deciden los Gobiernos. No cabe la menor duda de que los electores han mandado, en t¨¦rminos agregados, un muy claro mensaje: el Partido Popular incrementa sus apoyos en toda Espa?a, y el partido socialista los pierde. La diferencia real en las urnas es de entorno a 10 puntos; cuando hace cuatro a?os en las mismas elecciones apenas llegaba a uno. Es cierto que, en los comicios locales, ambas fuerzas pol¨ªticas suelen perder apoyos con relaci¨®n a los comicios generales, europeos y auton¨®micos, porque es en el ¨¢mbito municipal en el que m¨¢s afloran los partidos independientes en los que un porcentaje relevante de personas conf¨ªan, desoyendo el famoso consejo (volviendo a los cl¨¢sicos brit¨¢nicos) de Lord Derby: los pol¨ªticos independientes son pol¨ªticos de los que no se puede depender. Por ello mismo, el resultado del PP tiene m¨¢s m¨¦rito a¨²n.
Si ello es cierto en Espa?a, m¨¢s a¨²n lo es en Galicia, donde el PP logra un porcentaje muy cercano al 45%, incrementando en m¨¢s de cinco puntos el de hace cuatro a?os; mientras que PSdeG y BNG pierden cada uno tres puntos porcentuales, quedando, respectivamente, en el 26% y el 16%. En t¨¦rminos auton¨®micos, y dada la dura campa?a de desgaste a la que la oposici¨®n ha sometido desde el primer d¨ªa al partido que apoya al Gobierno aut¨®nomo, da la impresi¨®n de que, lejos de da?ar o afectar a la Xunta del PP, el resultado contribuye m¨¢s bien a reforzarla, m¨¢xime cuando el agregado de los dos principales partidos de la oposici¨®n se queda bien por detr¨¢s del respaldo obtenido por el del Gobierno; y cuando adem¨¢s parece que se va a traducir en la ganancia de tres importantes capitales m¨¢s una o quiz¨¢s dos de las dos Diputaciones gobernadas por bipartitos.
Socialistas y nacionalistas pueden consolarse con el ¨¦xito obtenido en algunas ciudades y villas, tal vez en la Diputaci¨®n lucense, que a partir de ahora ser¨¢n plazas fuertes. Pero el que ambas fuerzas bajen a la vez, y el que su descenso solo sea capitalizado muy modestamente por Izquierda Unida, deber¨ªa hacerles recapacitar sus estrategias individuales, y tambi¨¦n su estrategia conjunta de permanente confrontaci¨®n con el PPdeG. Durante a?os, desde la etapa en que el profesor Beiras lideraba el BNG, muchos analistas insist¨ªan en la importancia de construir una alternativa veros¨ªmil al PPdeG mediante la visualizaci¨®n de un entendimiento program¨¢tico en lo fundamental para articular una pol¨ªtica conjunta y viable. El gran fracaso del bipartito auton¨®mico no consisti¨® tanto en su incapacidad de lucir un balance de acci¨®n gubernamental que resultase atractivo para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n (en tiempos de abundantes recursos p¨²blicos) sino, precisamente, en la imposibilidad de presentarse, tras cuatro a?os de sonoras desavenencias, como capaces de construir una alternativa definida y coherente frente al PPdeG. Se ha hablado mucho, tambi¨¦n en esta campa?a, de la amplia tradici¨®n europea en la formaci¨®n de gobiernos de coalici¨®n para justificar la oportunidad de los bipartitos PSdeG-BNG. Pero se han omitido algunos datos relevantes, como el hecho de que esas coaliciones se forman entre partidos que aceptan claramente el conjunto del sistema pol¨ªtico y econ¨®mico y en torno a programas a corto plazo en los que las responsabilidades se reparten proporcionalmente entre los socios, y no (como transmiti¨® el bipartito) repartiendo proporcionalmente los puestos y los presupuestos sin que, desde cada uno de los partidos del Gobierno, hubiese un compromiso program¨¢tico y superior com¨²n.
Algo que las personas investidas de la condici¨®n de "electores de su pueblo" parecen haber comprendido, y manifestado a trav¨¦s de su voto. Los electores gallegos, al igual que el de Middlesex, parecen satisfechos, pese a la situaci¨®n terrible por la que atraviesan las cuentas p¨²blicas auton¨®micas, y no dispuestos a abandonar de momento el hotel que actualmente ocupan.
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