Funerales art¨ªsticos
Mi relaci¨®n con la fiesta es ambigua. Por una parte, comprendo muchos de los sentimientos de los que la atacan; por otra, me ha hecho vivir momentos -contados pero memorables- de intensa emoci¨®n est¨¦tica. Lo curioso es que mientras esta actitud salom¨®nica indigna a los antitaurinos -entre ellos, a mi hermana- me granjea simpat¨ªa entre los aficionados que han llegado incluso a invitarme a participar en alguna mesa redonda con motivo de su prohibici¨®n en Catalu?a (prohibici¨®n que poco tuvo que ver con los argumentos m¨¢s o menos bienintencionados de los amantes de los animales y mucho con la err¨®nea apreciaci¨®n de que la fiesta no tiene ra¨ªces catalanas, como demostr¨® el inmediato blindaje pol¨ªtico de los crueles correbous).
Acepto que la fiesta est¨¢ agonizando y acabar¨¢ por desaparecer pero, como muy bien afirma F¨¦lix de Az¨²a, esto sucede, o ya ha sucedido, con la pr¨¢ctica totalidad de las artes. Cuando acudimos a la plaza quiz¨¢s estemos asistiendo, si tenemos mucha suerte, a un bello y tr¨¢gico funeral, pero en la Biennale de Venecia o en la Documenta de Kassel el funeral no es siquiera bello (ni lo pretende) ni tr¨¢gico (que s¨ª lo pretende).
A pesar de la decadencia del rito, la tragedia puede aparecer, y de hecho de tanto en tanto aparece, sobre la arena. La ¨²nica tragedia que puede darse en las exposiciones de arte contempor¨¢neo es que lo mostrado ya haya pasado de moda para los cuatro iniciados que deciden sobre estas banalidades.
Por lo aqu¨ª expuesto considero, lo digo muy en serio, que la prohibici¨®n de los toros en Catalu?a ha sido producto de una sonrojante hipocres¨ªa, pero una bendici¨®n para la fiesta. Entre ver la Monumental languideciendo, pr¨¢cticamente vac¨ªa domingo tras domingo, entre un pu?ado de turistas que nada pueden entender, o escapar de tapadillo al sur de Francia -como hac¨ªamos hace tantos a?os para ver Dernier tango ¨¤ Paris- para compartir entusiasmo con el p¨²blico de Nimes, no hay color.
?scar Tusquets Blanca es arquitecto.
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