Mara?¨®n, ciencia y compromiso
Una obra desvela el radicalismo juvenil y la defensa de los exiliados del intelectual
Si hubiese sido zapatero, habr¨ªa pugnado por ser el mejor. Proclamaba que de lo ¨²nico que alguien puede "envanecerse" es del trabajo. Por fortuna, Gregorio Mara?¨®n (Madrid, 1887-1960) se hizo m¨¦dico y se emple¨® con ah¨ªnco en la cura de lo individual y lo colectivo. Atend¨ªa por igual pacientes privados con posibles y necesitados de lo imposible, investig¨® sobre endocrinolog¨ªa y sexualidad, y esboz¨® un discurso de la sanidad como herramienta para erradicar la miseria y cortejar el progreso. Mara?¨®n fue uno de aquellos prohombres que dio el siglo XX a los que les interes¨® la pol¨ªtica, les preocup¨® la sociedad y les deslumbr¨® la ciencia. Un hijo de la generaci¨®n del 14.
Figura poli¨¦drica para un tiempo convulso: una combinaci¨®n irresistible para un historiador. A Antonio L¨®pez Vega, profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense, le atrajo esa mezcla de compromiso social y af¨¢n cient¨ªfico. Mara?¨®n es la ant¨ªtesis del investigador enclaustrado tras la soledad de su proyecto: prueba de ello es su preocupaci¨®n por el malvivir en Las Hurdes o la epidemia de la gripe espa?ola de 1918 que se cobr¨® m¨¢s de 50 millones de vidas en el mundo. "Es hombre de ciencia que asume un protagonismo extraordinario como intelectual en la vida p¨²blica".
En su libro Gregorio Mara?¨®n. Radiograf¨ªa de un liberal (Taurus, Grupo PRISA, editor de EL PA?S), presentado ayer en el C¨ªrculo de Bellas Artes con el presidente del Congreso, Jos¨¦ Bono, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, el historiador ofrece aspectos novedosos del personaje tanto en su juventud como en su madurez.
El retrato de los primeros a?os se ha enriquecido con la correspondencia entre Mara?¨®n y Lolita Moya, su futura esposa, hasta ahora in¨¦dita. En las cartas que intercambian mientras el m¨¦dico ampl¨ªa estudios en Fr¨¢ncfort bulle un esp¨ªritu radical. El socialista Pablo Iglesias es su gran referencia. "El ¨²nico que habla en todas partes lo mismo y es capaz de remover profundamente las cosas", le escribe a su novia el 9 de julio de 1910.
"Es un Mara?¨®n desconocido que nos ayuda a comprender mejor su evoluci¨®n posterior", sostiene L¨®pez Vega. La documentaci¨®n sobre los a?os cuarenta y cincuenta acredita al intelectual como "una de las poqu¨ªsimas voces que en la inmediata posguerra reivindic¨® la espa?olidad del exilio desde Espa?a frente al discurso de la dictadura", seg¨²n el bi¨®grafo.
El crudo y apasionante siglo XX espa?ol se refleja en la biograf¨ªa. Contrario a la dictadura de Primo de Rivera, fue uno de los intelectuales liberales hondamente comprometidos con la causa republicana. En su domicilio madrile?o se celebr¨® la entrevista entre Niceto Alcal¨¢-Zamora, futuro presidente de la Segunda Rep¨²blica, y el mon¨¢rquico conde de Romanones para pactar la salida pac¨ªfica de Alfonso XIII y su familia al exilio. Un cambio de r¨¦gimen civilizado, en las ant¨ªpodas de lo que estaba a la vuelta de la esquina. En 1936, un decepcionado Mara?¨®n no quiere saber nada de radicalismos ni revoluciones. "Como muchos intelectuales liberales de antes de la guerra, se percat¨® del peligro de bolchevizaci¨®n o sovietizaci¨®n del Gobierno de Madrid, pero no se dio cuenta de lo que Franco representaba a finales de los treinta", sostiene L¨®pez Vega.
En 1942, Mara?¨®n volvi¨® del exilio. Dice el historiador Juan Pablo Fusi que el regreso conllev¨® claudicaciones y cierto uso por parte del franquismo. Pero tambi¨¦n afirma que nada empa?a su obra entre 1942 y 1960, el a?o de su muerte. "Mara?¨®n fue ante todo un acontecimiento, algo que le sucedi¨® a la sociedad espa?ola del siglo XX".
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