Indignados e ignorados en la Cuesta de Moyano
Cooperativistas del sureste mantienen un campamento desde hace 26 d¨ªas
Hubo un campamento antes de Sol, aunque nadie lo recuerde. El 30 de abril un grupo de cooperativistas decidi¨® instalarse en la Cuesta de Moyano. Y ah¨ª siguen en grupos de no m¨¢s de 20 personas, por exigencias de la polic¨ªa. Algunos llevan 14 a?os esperando su casa y por el camino se han dejado de 40.000 a 70.000 euros de media. Sobre el suelo en el que deb¨ªan levantarse sus viviendas solo hay un erial. Los futuros barrios de El Ca?averal, Los Berrocales o Los Ahijones (distrito de Vic¨¢lvaro) solo existen en planos, como hace 15 a?os. A 1.700 metros del kil¨®metro cero tambi¨¦n se duerme al raso, se recogen firmas y hay indignaci¨®n, mucha.
Aquilina Mart¨ªn, de 57 a?os, advierte de que ni con una gr¨²a la levantan del campamento y muestra la cicatriz de guerra que tiene en la pierna. A principios de los noventa le alcanz¨® una lata de humo de la polic¨ªa en una protesta de los afectados por la estafa de la cooperativa PSV, vinculada a UGT. Aunque Aquilina no estaba implicada, particip¨® muy activamente en las concentraciones porque varias de sus amigas s¨ª perdieron sus ahorros. "Digo que soy de la PSV porque luch¨¦ como la que m¨¢s", dice. A?os despu¨¦s de todo aquello, Aquilina aconsej¨® a sus dos hijos entrar en otra cooperativa. "El banco, el registro oficial y todo el mundo dec¨ªa que la gestora Ofigevi era segura", explica. Y decidi¨® volver a confiar.
Unas 15.000 familias llevan m¨¢s de 10 a?os esperando sus casas
Los afectados han perdido de 40.000 a 70.000 euros de media
Ofigevi, actualmente en concurso de acreedores, cobr¨® por adelantado 48 millones de euros en concepto de gesti¨®n, sin haber levantado ni una casa. Sus 6.100 socios, tras m¨¢s de una d¨¦cada pagando mensualmente las cuotas para sus pisos, han llevado el caso a los tribunales. Quieren demostrar que fueron v¨ªctimas de una estafa.
Aquilina coge el metro hasta Atocha desde Valdebernardo todas las ma?anas y se sienta a ganchillar y recoger firmas. Cada d¨ªa hace con hilo una funda para el m¨®vil. Ya lleva 25. Por la tarde, cuando sus hijos salen de trabajar se acercan al campamento y, si les toca, se quedan a dormir. Cada uno ha perdido 67.000 euros y el peque?o a¨²n sigue viviendo en casa de sus padres. "No quiero nada del Ayuntamiento ni del Ministerio, solo quiero lo m¨ªo", reclama su madre.
Los afectados viven una situaci¨®n dram¨¢tica: a la p¨¦rdida del dinero y a no tener casa, se suman las exigencias de Hacienda. El fisco les pide que devuelvan los intereses que gener¨® la cuenta ahorro vivienda que abri¨® la mayor¨ªa para comprar su casa. Las normas de ese tipo de cuenta, con amplios beneficios fiscales, exigen que todo el dinero se invierta en una vivienda, por lo que si no hay casa, hay que devolver los intereses.
As¨ª est¨¢ Javier Plaza, que pedalea en una bicicleta est¨¢tica al lado de la mesa de firmas. Tiene 32 a?os y lleva trabajando desde los 16. En 2005 entr¨® en una cooperativa que promet¨ªa construir en Los Berrocales. Pidi¨® un cr¨¦dito para conseguir el montante inicial que le exig¨ªan para ponerse al d¨ªa con los pagos e igualar al resto de cooperativistas. Desde la casa de su madre, en la que a¨²n vive, paga religiosamente cada mes la cuota del pr¨¦stamo bancario. Ni rastro de su casa.
Plaza es de los que hace turnos para quedarse a dormir. Para que no les desalojen, los acampados tienen prohibido instalar tiendas de campa?a y duermen sobre varias esterillas. Comparte "cama" con los hijos de Manuela Serrano, tambi¨¦n afectados. Manuela representa a los suyos en el campamento mientras ellos est¨¢n trabajando. Con los 800 euros de su pensi¨®n de viudedad, y con un dinerillo que saca de cuidar a una mujer mayor, esta mujer de 60 a?os mantiene a dos de sus hijos. Junto a Aquilina son dos de las madres que dan en la calle la batalla por los suyos. Luchan y se quejan: ?d¨®nde est¨¢n los 15.000 afectados del sureste? Ninguno de los cooperativistas que est¨¢n en el campamento entiende por qu¨¦ no se les suman m¨¢s afectados. Creen que si fueran m¨¢s, quiz¨¢s alguien les escuchar¨ªa. "Con la PSV conseguimos las casas porque se luch¨® de verdad. Encerrados en una iglesia y en la calle", recuerda Aquilina.
Hasta el momento, lo que s¨ª han conseguido es poner de moda la acampada de protesta en la ciudad. Tras ellos se instalaron los bomberos, para exigir una mejora de sus condiciones laborales, y despu¨¦s llegaron los indignados de Sol, para exigir una democracia real. Los cooperativistas quieren algo mucho m¨¢s concreto: la casa que han pagado. Hoy cumplen 26 d¨ªas en la calle.
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