Palabras y poder
Entre los numerosos hallazgos del curso de ling¨¹¨ªstica general, de Ferdinand de Saussure, se encuentra la afirmaci¨®n de que la realidad es continua en tanto que la lengua es discreta. Lo que el fundador de la ling¨¹¨ªstica moderna quer¨ªa subrayar era que la existencia de dos palabras distintas en una lengua, como, por ejemplo, monte y colina, no permit¨ªa distinguir el punto exacto en el que, en la realidad, la colina dejaba de ser monte para convertirse en colina, y viceversa. Era el hablante quien, al preferir un t¨¦rmino u otro, proyectaba sobre la realidad una diferencia que parec¨ªa enteramente objetiva. Saussure ilustraba el argumento refiri¨¦ndose a los esquimales, en cuya lengua no exist¨ªa el t¨¦rmino nieve. En su lugar, dispon¨ªa de varias decenas de palabras que designaban otras tantas variedades de nieve que solo los esquimales alcanzaban simult¨¢neamente a distinguir y a nombrar.
La observaci¨®n de Saussure resulta fecunda m¨¢s all¨¢ de la ling¨¹¨ªstica, y ayuda a comprender por qu¨¦ el poder pol¨ªtico, y, m¨¢s a¨²n, el poder pol¨ªtico autoritario, empieza a manifestarse, por lo general, como una reivindicaci¨®n del monopolio para designar la realidad. Nuevos t¨¦rminos y, a veces, nuevos significados para t¨¦rminos antiguos, crean nuevas realidades sobre las que, en estricta correspondencia, es preciso aplicar nuevas medidas, precisamente las que defiende el poder pol¨ªtico. Cuando, durante la guerra contra el terror, Georges W. Bush se refiri¨® a los detenidos en Afganist¨¢n y otros lugares como combatientes enemigos, no como prisioneros, no estaba realizando una operaci¨®n ling¨¹¨ªstica inocente. Estaba creando las bases para establecer un limbo jur¨ªdico como el de Guant¨¢namo, donde no regir¨ªan las normas de trato a los prisioneros, contenidas en las Convenciones de Ginebra, sino una legislaci¨®n especial, y nueva, para la nueva categor¨ªa y, por tanto, para la nueva realidad, que representaban los combatientes enemigos.
Los art¨ªculos de Pier Paolo Pasolini incluidos en recopilaciones como Escritos corsarios (recientemente publicado en Espa?a), son un buen ejemplo de que existen formas de contestaci¨®n pol¨ªtica que siguen, respecto de la lengua, la misma estrategia que el poder autoritario. Pasolini fue acusado en no pocas ocasiones de condescendencia, incluso de complicidad ideol¨®gica, con el terrorismo. Fueran exageradas o no estas acusaciones, lo cierto es que cuando se esforzaba en definir Italia como una sociedad burguesa, la pauta de contestaci¨®n que derivaba de esta caracterizaci¨®n convert¨ªa la confesi¨®n p¨²blica de su homosexualidad en un desaf¨ªo. Definir Italia como una sociedad fascista, como tambi¨¦n hizo Pasolini, sentaba las bases, por su parte, para legitimar un desaf¨ªo de naturaleza completamente distinta, en el que buscaron cobijo ideol¨®gico las Brigadas Rojas.
Sin llegar a estos extremos, los penalistas saben la diferencia de trato legal que conlleva calificar una muerte como homicidio o como asesinato. Esa diferencia tambi¨¦n existe cuando se define a una persona desamparada como inmigrante, n¨¢ufrago o refugiado. Pero esa es, precisamente, la diferencia que se est¨¢ borrando, y no de manera inocente.
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