Madro?ero: ejemplo de funcionario p¨²blico
El 19 de mayo, minutos despu¨¦s de salir de su casa, ?ngel Madro?ero muri¨® repentinamente. Dos d¨ªas antes hab¨ªa cumplido 82 a?os. Nacido en Cervera del R¨ªo Alhama (La Rioja), pas¨® parte de su ni?ez en Haro, donde su padre dirig¨ªa un colegio. Estuvo dos a?os en el seminario de Logro?o, de donde sali¨® al convencerse de que no le llegaba la vocaci¨®n sacerdotal, pero con unas s¨®lidas creencias religiosas. En 1946, su familia lleg¨® al Madrid de la posguerra y aqu¨ª preparar¨ªa las oposiciones al Cuerpo de Aduanas que le llevaron al dulce y lluvioso paisaje de la r¨ªa de Muros y Noya como primer destino.
Al volver a Madrid, se convirti¨® en jefe de Gabinete del todopoderoso ministro de Hacienda Mariano Navarro Rubio. El Plan de Estabilizaci¨®n de 1959 hab¨ªa dado sus frutos y la econom¨ªa y la sociedad espa?ola estaban inmersas en un r¨¢pido proceso de cambio y mejora, progresos que cautelosamente se reflejaban en un sistema financiero hasta entonces r¨ªgido e ineficaz. En 1962 se hab¨ªan dado pasos para liberalizar algunos tipos de inter¨¦s, vinculando los restantes al Banco de Espa?a, una instituci¨®n cuyo Servicio de Estudios resurg¨ªa gracias a Juan Sard¨¢, a quien Madro?ero sustituir¨ªa en 1965 cuando Navarro Rubio fue nombrado gobernador.
Ha sido y ser¨¢ en d¨¦cadas el directivo m¨¢s querido en el Banco de Espa?a
Madro?ero continu¨® su tarea para convertir la oficina en lo que hab¨ªa sido antes de la Guerra Civil, el centro de investigaci¨®n econ¨®mica m¨¢s respetado del pa¨ªs. Ayudado por sus dos subjefes (Mariano Rubio y Antonio S¨¢nchez Pedre?o), no solo lo logr¨®, sino que lo convirti¨® en una cantera de hombres p¨²blicos, profesores y en granero de directivos del propio banco, entre ellos ¨¦l mismo.
Esa d¨¦cada fue escenario de cambios radicales, en los cuales jug¨® un papel destacado pero poco conocido debido a uno de sus rasgos m¨¢s destacados: la discreci¨®n. Se liberalizaron los tipos, las comisiones y la apertura de sucursales; se eliminaron las diferencias entre bancos comerciales e industriales; se abrieron las puertas a la banca extranjera y se equipararon en numerosos aspectos bancos y cajas.
Pero las cualidades de Madro?ero se pusieron a prueba con el estallido de la primera crisis bancaria de la democracia, iniciada a comienzos de 1978 con el Banco de Navarra. Tuvo que dirigir un reducido y escogido grupo que trabaj¨® bajo una enorme presi¨®n. El resultado fue satisfactorio y sirvi¨® de prueba porque al poco tiempo -en 1982 y 1983 con la Banca Catalana y los bancos del Grupo Rumasa- el banco central tuvo que intervenir (?55 entidades resultaron afectadas!) un sistema que se enfrentaba a una pol¨ªtica monetaria y de deuda p¨²blica cada vez m¨¢s ¨¢gil y complicada.
Madro?ero mostr¨® entonces sus mejores cualidades: capacidad de di¨¢logo, claridad, acierto en la elecci¨®n de sus colaboradores, infinita discreci¨®n y absoluta entrega al servicio p¨²blico, que fue siempre su norte. Hab¨ªa dejado la direcci¨®n del Servicio de Estudios en manos de un buen amigo, Luis ?ngel Rojo, para concentrarse en el desarrollo de la inspecci¨®n y la regulaci¨®n financiera.
En 1984, Mariano Rubio, que hab¨ªa entrado en el banco de su mano, era nombrado gobernador. Ocho a?os despu¨¦s le suceder¨ªa ?ngel Rojo. Madro?ero acoger¨ªa esos ascensos con toda afabilidad y ser¨ªa para ambos un colaborador leal y eficaz, trabajando para consolidar el prestigio de la instituci¨®n. Esa entrega fue reconocida sobre todo por los empleados del banco, quienes le consideraron un modelo de virtudes profesionales y humanas. Puedo afirmar sin incurrir en exageraci¨®n que ha sido y ser¨¢ en d¨¦cadas el directivo m¨¢s querido por el personal. Fuera de ella sucedi¨® lo mismo, nadie en el dif¨ªcil mundo de la banca y las cajas pudo jam¨¢s reprocharle ni parcialidad en sus decisiones ni soberbia en su trato.
En 1995, tras la crisis de Banesto, decidi¨® jubilarse cuando le quedaban cuatro a?os de vida activa. Sorprendi¨® y origin¨® multitud de interpretaciones, ninguna de ellas plenamente satisfactoria, tanto m¨¢s cuanto que el propio interesado jam¨¢s aclar¨® las razones. Desde entonces, llev¨® una vida tranquila, dedicado a su familia y amigos, disfrutando de vez en cuando, como buen riojano, de la buena mesa y los excelentes vinos de su tierra. Tambi¨¦n en esta etapa fue un ejemplo, pues a pesar de haber mantenido una relaci¨®n constante y delicada con las m¨¢s poderosas instituciones, jam¨¢s acept¨® ning¨²n puesto que pudiera interpretarse como reconocimiento a pasadas atenciones.
Ejemplo de una concepci¨®n del bien com¨²n como conjunto de virtudes, desprecio a la banalidad y confianza en la fuerza de un liderazgo ilustrado, Madro?ero encarn¨® como muy pocos la figura del alto funcionario p¨²blico, tan escasa en estos tiempos de fragmentaci¨®n social y pol¨ªtica. Sus ¨²ltimos a?os fueron ejemplo de confianza y serenidad, seguramente porque de acuerdo con sus principios siempre vivi¨® en paz consigo mismo y con los dem¨¢s.
Raimundo Ortega fue director general del Tesoro y del Banco de Espa?a.
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