La democracia es tambi¨¦n para el invierno
El lunes pasado, las voces todav¨ªa maltrechas de algunos de mis compa?eros de la Comisi¨®n Ejecutiva Federal del PSOE delataban el esfuerzo de la campa?a. La m¨ªa tambi¨¦n. Recuerdo bien c¨®mo se me rompi¨® la voz. En mitad de una plaza empec¨¦ un mitin en un tono muy alto y luego no hubo manera de bajarlo, as¨ª que durante un cuarto de hora largo defend¨ª al presidente Zapatero y al Gobierno socialista a grito pelado.
Ahora, tras una severa derrota, no voy a decir lo contrario de lo que sostuve con tanta pasi¨®n por las plazas de nuestros pueblos. No ir¨¦ contra mis propios actos. Es verdad que el mill¨®n y medio de electores que nos dieron su confianza hace cuatro a?os y que ahora nos la han retirado merecen que exploremos y atendamos sus razones para no votarnos; pero tambi¨¦n es verdad que los votos de los seis millones que han permanecido fieles a nuestro proyecto merecen como m¨ªnimo igual respeto. No es f¨¢cil conciliar esa contradicci¨®n, pero conciliar contradicciones es el trabajo de la pol¨ªtica; y del ¨¦xito en ese trabajo depende el futuro del socialismo espa?ol.
El reto es interpretar los mensajes tras la derrota de los socialistas en las ¨²ltimas elecciones
Hemos presumido de que todos los afiliados eligen a nuestros candidatos
Despu¨¦s de una derrota, resulta m¨¢s que obligado decirle a los ciudadanos que hemos entendido el mensaje y que lo vamos a atender. Sin embargo, no es f¨¢cil entender el mensaje. Porque lo que tenemos la noche electoral no es un mensaje, sino la suma de muchos mensajes, gran parte de ellos contradictorios. No es f¨¢cil deducir del resultado de las elecciones si el PSOE ha de girar a la izquierda o al centro, por la sencilla raz¨®n de que la mitad de los electores que se nos han ido son de izquierdas, pero la otra mitad se divide a partes iguales entre personas que se califican de centro y personas que no saben decir cu¨¢l es su ideolog¨ªa cuando se les pregunta.
Unos y otros nos fueron abandonando en diferentes momentos y por diferentes razones. Primero nos retiraron su apoyo una parte de las personas "sin ideolog¨ªa" y de centro. Su marcha coincidi¨® con las cr¨ªticas a la falta de competencia del Gobierno para identificar y resolver la crisis. M¨¢s tarde se march¨® una parte de nuestros electores de izquierdas, coincidiendo con la subida del IVA despu¨¦s del verano de 2009, y con las reformas, y las cr¨ªticas a las reformas, de mayo de 2010.
?Eran ambos ataques insuperables? Los economistas m¨¢s reputados de nuestro pa¨ªs previeron durante la campa?a electoral de 2008, y para ese a?o, un crecimiento del 2,5; obtuvimos uno del 0,9. Nadie les ha acusado de enga?ar a los ciudadanos, ni se ha cebado con su incompetencia como algunos han hecho con el presidente Zapatero. En cuanto a la gesti¨®n de la crisis, conviene recordar que una crisis consiste en la suspensi¨®n de la normalidad, es decir, que resulta muy complicado tener un plan contra la crisissi no se conoce el plan de la crisis. Y las crisis no suelen contar sus planes a los seres humanos, incluso aunque sean los economistas del FMI, que hasta un mes antes de la crisis de la deuda soberana que nos llev¨® a los recortes de mayo exig¨ªan pol¨ªticas expansivas.
As¨ª que para ganar a los de centro, en lugar de girar a la derecha, bastar¨ªa con convencerlos de nuestra competencia econ¨®mica. Despu¨¦s de todo, y diciendo la verdad, uno puede dejarse la garganta en las plazas de Espa?a gritando que si la econom¨ªa de Espa?a no ha sido intervenida, a diferencia de las de Grecia, Irlanda y Portugal, es porque el presidente Zapatero y su Gobierno han sido m¨¢s competentes que otros.
Para ganar a los de izquierdas es posible que el Gobierno pueda hacer pol¨ªticas m¨¢s a la izquierda, pero lo que es bastante improbable es que las haga el PP. Y, sin embargo, ha habido un n¨²mero suficiente de electores de izquierdas que, en lugar de votar a IU, por ejemplo, se han quedado en sus casas y permitido que gobierne el PP. Quiz¨¢ adem¨¢s de las pol¨ªticas tengamos que hacer algo m¨¢s.
Como pauta general, electoralmente nos suele ir mejor en los pueblos que en las ciudades, mejor all¨ª donde las relaciones entre el partido y los electores son inmediatas que all¨ª donde est¨¢n mediadas por los medios de comunicaci¨®n. La derecha tiene una supremac¨ªa abrumadora en los medios de comunicaci¨®n. No es frecuente que las personas ricas est¨¦n dispuestas a invertir su dinero en medios cuyas l¨ªneas editoriales sean favorables a la izquierda, y tambi¨¦n es cierto que, en ocasiones, desde los medios que siguen habitualmente la mayor¨ªa de los socialistas hay profesionales m¨¢s interesados en apoyar a sus aliados dentro del partido que en informar a sus lectores con rigor y objetividad. Es verdad que esto tambi¨¦n pasa en la derecha. Los poderes no democr¨¢ticos de nuestras sociedades est¨¢n consiguiendo que los ciudadanos se concentren en el control y debilitamiento de sus representantes, mientras dichos poderes campan poderosos e incontrolados por los lugares m¨¢s sensibles de la vida social, incluidos los medios de comunicaci¨®n.
Dicho esto, sabiendo todo el mundo que las elecciones municipales movilizan mucho menos voto que las generales, baste recordar que la abstenci¨®n en las municipales de 2007 fue del 36% y en las generales de 2008 fue del 26%, los populares se empe?aron en convencer a sus electores de que el 22 de mayo se trataba de unas generales, y los socialistas nos empe?amos en convencer a los nuestros de que se trataba del gobierno de su calle. Se ve que ambos tuvimos ¨¦xito en nuestra estrategia, y los electores del PP se movilizaron como si fueran generales, y los del PSOE se desmovilizaron como si fueran locales. Ciertamente la publicaci¨®n de la EPA con casi cinco millones de parados no ayud¨® mucho a centrar la atenci¨®n en los temas locales.
Hasta aqu¨ª he querido aproximarme de manera sumaria a un diagn¨®stico de lo que nos ha ocurrido a los socialistas en estas elecciones. Lo que est¨¢ ocurriendo despu¨¦s no es mejor.
Durante estos a?os hemos blasonado de que somos los m¨¢s democr¨¢ticos, de que no usamos el dedazo. Hemos presumido de que a nuestros candidatos los eligen los afiliados en una elecci¨®n directa. Nos hemos dado democr¨¢ticamente esas normas, y no por primarias, sino en un congreso; no por los militantes de base en una asamblea, sino por los compa?eros y compa?eras m¨¢s experimentados, que son los que suelen ir a los congresos.
Yo me sentir¨ªa fracasado como dirigente de mi partido, si tuviera que decirle a mis compa?eros que lo he llevado a tal situaci¨®n de debilidad que para preservar su unidad es mejor que renuncien a una elecci¨®n verdadera, y por tanto re?ida, del candidato. Me sentir¨ªa fracasado si tuviera que decirles que lo he llevado a un estado de excepci¨®n en el que es necesario suspender los procedimientos que dan la decisi¨®n a las bases, para poner en marcha los procedimientos que dan la decisi¨®n a las ¨¦lites. Y, desde luego no se me ocurrir¨ªa, despu¨¦s de haber llevado al partido a esa situaci¨®n, pedir que me dieran todo el poder a m¨ª. Yo no creo que esta sea la situaci¨®n del PSOE; pero en todo caso, no imagino una situaci¨®n tan grave en la que el miedo haga a un socialista entregar su decisi¨®n a otros. Siempre que aparece un hombre providencial que nos exige que le entreguemos todo el poder para salvarnos debemos negarnos, sea cual sea la amenaza. Este es el precio que se paga por ser libre.
Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora es miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE.
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