"Mi sue?o es conjugar islam y modernidad"
Hace 16 a?os Rachid Ghanouchi fue expulsado de Espa?a cuando asist¨ªa, en C¨®rdoba, a un congreso sobre "el islam ante el desaf¨ªo de la modernidad": al parecer se le consideraba sospechoso de ideolog¨ªa extremista. Es probable que dentro de poco regrese y tenga derecho incluso al sal¨®n de autoridades del aeropuerto, porque sea ya ministro en el primer gobierno democr¨¢tico de T¨²nez.
Ghanouchi, de 69 a?os, es el l¨ªder del movimiento islamista tunecino En Nahda (Renacimiento) que fund¨®, con otro nombre, hace 30 a?os y cuyas actividades le valieron dos condenas a prisi¨®n y a trabajos forzados -la primera en 1981 y la segunda en 1987- y una estancia de m¨¢s de tres a?os en la c¨¢rcel.
Formado en teolog¨ªa en la universidad de T¨²nez, y en filosof¨ªa en Damasco, Ghanouchi tambi¨¦n estudi¨® en la Sorbona (Par¨ªs), pero como otros tantos opositores musulmanes eligi¨® Londres, en 1991, para ponerse a salvo de la dictadura de Ben Ali derrocado en enero pasado por la primera de las revoluciones ¨¢rabes. Se le considera af¨ªn a los Hermanos Musulmanes egipcios con los que mantiene estrechos lazos.
"Con 30.000 detenidos, nuestro partido fue la principal v¨ªctima de la matraca del r¨¦gimen de Ben Ali"
"La corrupci¨®n se combate con una prensa libre, una justicia independiente; pero tambi¨¦n con la religi¨®n"
"Somos un movimiento no violento y apoyamos la paridad de hombres y mujeres en las listas de candidatos electorales"
"Ya es dif¨ªcil disponer de recursos para fundar un hogar con una sola mujer. As¨ª que olvidemos a las dem¨¢s"
Tras 20 a?os de exilio regres¨® a T¨²nez el 30 de enero, donde fue acogido por m¨¢s de 3.000 militantes. Fue el exiliado que tuvo el recibimiento m¨¢s multitudinario. Acaso por eso muchos temen que sea tambi¨¦n el que coseche m¨¢s votos en las elecciones democr¨¢ticas, las de la Asamblea Constituyente, fijadas para el 24 de julio. Sus palabras revelan el pensamiento de los islamistas que, junto con otras corrientes pol¨ªticas, se han echado a las calles del mundo ¨¢rabe para acabar con la autocracia.
Pregunta. Se ha salido con la suya y finalmente habr¨¢ elecciones dentro de menos de dos meses, seg¨²n decidi¨® el Gobierno esta semana.
Respuesta. Llam¨¦ al primer ministro y le ped¨ª que respetase la fecha a la que se hab¨ªa comprometido. La transici¨®n democr¨¢tica es un periodo propenso a los disturbios. Empez¨® hace cuatro meses y medio y si se alarga la situaci¨®n puede empeorar. La seguridad deja que desear. S¨¦ que es dif¨ªcil organizar las elecciones en menos de dos meses sin contar, adem¨¢s, con el Ministerio del Interior, pero no es imposible.
P. ?Qu¨¦ resultado espera lograr en el estreno democr¨¢tico?
R. Somos el mayor partido y seremos el m¨¢s votado. Conf¨ªo en obtener un 30% de los sufragios. No solo ganaremos all¨ª donde se cree que estamos mejor implantados, en el interior del pa¨ªs, donde arranc¨® la revoluci¨®n, sino en la costa. En Sfax, la segunda ciudad, hubo 25.000 personas en mi primer mitin. Vamos a cosechar los frutos de nuestra larga y abnegada lucha contra la dictadura. Somos las primeras v¨ªctimas de la represi¨®n. Le dar¨¦ un dato entre otros muchos: en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas tuvimos 30.000 detenidos. En este pa¨ªs peque?o con familias amplias no hay familia alguna que no haya sufrido la represi¨®n, de lejos o de cerca. No hay una familia que no sepa que fuimos las principales v¨ªctimas de la matraca del r¨¦gimen.
P. En las ¨²nicas elecciones a las que pudieron presentarse, en 1989, solo alcanzaron el 17% de media y un 30% en la capital. ?Tanto van a subir?
R. Estuvieron manipuladas y todo el mundo lo reconoce hoy en d¨ªa. Obtuvimos m¨¢s del 60%. Alg¨²n d¨ªa se sabr¨¢ con precisi¨®n porque Interior guarda a¨²n en sus archivos el verdadero recuento.
P. ?Entrar¨ªan en el Gobierno si ganan? ?Con qu¨¦ intenciones?
R. Claro que s¨ª. Lo har¨ªamos con una primera prioridad: ganar la guerra a la corrupci¨®n. La Administraci¨®n, el pa¨ªs en general, est¨¢n enfermos de corrupci¨®n. Es una lacra que perjudica al desarrollo. Nuestro principal problema socio-econ¨®mico es el paro con m¨¢s de 700.000 desempleados, muchos de ellos licenciados, en un pa¨ªs con una poblaci¨®n activa que apenas rebasa los tres millones. Para espolear el crecimiento y crear empleo hay que acabar con la corrupci¨®n. Nuestra segunda prioridad es fomentar el desarrollo de las zonas m¨¢s desheredadas del interior del pa¨ªs. Hay que acabar con los desequilibrios regionales. Si no se hace la revoluci¨®n continuar¨¢.
P. ?Qu¨¦ significar¨¢ ese programa anticorrupci¨®n para el inversor extranjero?
R. Son bienvenidos y podr¨¢n hacer negocios con mayor seguridad jur¨ªdica. Ya no tendr¨¢n que sobornar a nadie para instalarse en T¨²nez. Se acabaron las "comisiones" a la familia presidencial. Dicho esto, la corrupci¨®n no es una exclusividad del mundo ¨¢rabe. Por culpa de otra modalidad de corrupci¨®n el capitalismo estuvo a punto de hundirse hace dos o tres a?os y a¨²n no sali¨® del todo de la crisis.
P. ?Qu¨¦ papel atribuye al islam en el T¨²nez del futuro?
R. La corrupci¨®n se combate con una prensa libre, una justicia independiente, pero tambi¨¦n con la religi¨®n. Hay que utilizar la religi¨®n para luchar contra la corrupci¨®n y fomentar el trabajo bien hecho. Ser honrado y trabajar bien son deberes religiosos de primordial importancia. ?C¨®mo se consigue que el pueblo lo interiorice? Pues con educaci¨®n, apoy¨¢ndose tambi¨¦n en las mezquitas y con gobernantes que sean ejemplares. Ben Ali y su familia eran corruptos. Daban un p¨¦simo ejemplo que facilit¨® la propagaci¨®n de la corrupci¨®n a todos los niveles.
P. La Asamblea Constituyente que saldr¨¢ de las urnas decidir¨¢ si en T¨²nez se implanta un sistema presidencialista o parlamentario. ?Aspira a ser presidente?
R. Creo que los tunecinos est¨¢n escaldados del presidencialismo y prefieren un sistema parlamentario. Es la mejor soluci¨®n. Si no fuese as¨ª me doy por satisfecho, a mi edad, con que T¨²nez sea una democracia. Pero el partido s¨ª presentar¨ªa un candidato a las presidenciales.
P. ?Hasta qu¨¦ punto la nueva Constituci¨®n de T¨²nez y las leyes deben inspirarse en la sharia (cuerpo de derecho isl¨¢mico)?
R. Hasta algunos acad¨¦micos musulmanes se equivocan con relaci¨®n a la sharia. No es un c¨®digo que estipula castigos. Es m¨¢s bien una manera de prevenir el delito. Los delincuentes deben ser considerados, exceptuando los casos patol¨®gicos, como v¨ªctimas de la sociedad a las que hay que ayudar a reinsertarse. La actual Constituci¨®n estipula que el Estado tunecino es isl¨¢mico. Con mantener ese primer art¨ªculo basta.
P. ?Hay alg¨²n modelo? ?Y un ejemplo que reprueben?
R. La Turqu¨ªa gobernada por el Partido de la Justicia y del Desarrollo
nos inspira en muchos aspectos. Viajo con cierta frecuencia a Turqu¨ªa desde 1995. He aprendido de ellos y ellos tambi¨¦n algo de m¨ª. ?Sabe usted que se me ha le¨ªdo m¨¢s en Turqu¨ªa, donde mis obras fueron traducidas, que en T¨²nez? Mi sue?o es convertir a T¨²nez en un modelo que conjugue islam y modernidad. El ejemplo a no seguir es el de Argelia con todos los errores que all¨ª se cometieron hace 20 a?os.
P. ?Es decir, el extremismo que asol¨® el pa¨ªs en los noventa y caus¨® cerca de 200.000 muertos?
R. Luchamos contra el extremismo. Es una enfermedad que han padecido todas las civilizaciones en alg¨²n momento, incluida la nuestra. Naci¨® en las c¨¢rceles de Egipto y se desarroll¨® en un entorno insano. La imagen del islam result¨® muy da?ada. Se equipara a nuestra religi¨®n con la antidemocracia, la violencia, el terrorismo. Se nos supone enemigos del arte, de la belleza, de los derechos de la mujer. Falso.
P. Sus detractores dicen que usa un doble lenguaje, que no cree en lo que dice.
R. Me combaten con malas artes. No utilizan argumentos sino que difunden sospechas. Se asemejan en eso a Ben Ali. ?l emple¨® la polic¨ªa. Ahora nuestros adversarios utilizan los medios de comunicaci¨®n. Solo les pido una cosa si no se creen nuestro discurso: que nos juzguen por los hechos. Somos un movimiento no violento y apoyamos la paridad de hombres y mujeres en las listas de candidatos a las elecciones.
P. ?Hay que creerse tambi¨¦n que respetar¨¢n el "estatuto personal" que consagra una cuasi igualdad entre hombres y mujeres en T¨²nez desde 1956?
R. S¨ª. Mire, tengo cuatro hijas. Todas han estudiado muchos a?os, en Quebec, en Cambridge, en la Universidad de Londres. Son profesionales que trabajan e investigan en centros de prestigio. Una de ellas, Soumaya, colabora con regularidad con el diario The Guardian. As¨ª las he educado. ?Qu¨¦ m¨¢s tengo que demostrar?
P. El "estatuto personal" proh¨ªbe la poligamia en T¨²nez mientras que la ley isl¨¢mica permite a un hombre tomar hasta cuatro mujeres. ?C¨®mo resuelve esa contradicci¨®n?
R. T¨²nez es un pa¨ªs golpeado por el paro y con bajos salarios. Es ya de por s¨ª harto dif¨ªcil, para un hombre, disponer de recursos para fundar un hogar con una sola mujer. As¨ª que olvidemos a las dem¨¢s mujeres.
P. ?Se sigue torturando en las comisar¨ªas? ?Qu¨¦ hacer con todos los polic¨ªas que cometieron exacciones?
R. Ya no es sistem¨¢tica la tortura aunque las malas costumbres no se acaban de un d¨ªa para otro. Durante la revoluci¨®n pedimos a nuestros militantes que no cayeran en la venganza personal, que no aprovecharan el desorden para ajustar cuentas. Ahora preconizamos que perdonen a sus verdugos, pero si optan por denunciarles y sentarles en el banquillo tambi¨¦n lo aprobamos. Est¨¢n en su derecho. Anhelo una soluci¨®n global a la surafricana en la que los verdugos pidan perd¨®n a las v¨ªctimas y estas se lo concedan. Tambi¨¦n deseo para ellas que reciban una compensaci¨®n pecuniaria.
P. ?Sigue habiendo un problema de seguridad en T¨²nez como lo repite el Gobierno?
R. S¨ª, pero en parte causado por la polic¨ªa. Antes reprim¨ªa brutalmente en la calle sin respetar la ley, a lo Rambo. Ahora se le ha exigido que su actuaci¨®n sea proporcionada. Su primera reacci¨®n fue de negarse a colaborar: si no me dejan hacer mi trabajo como s¨¦ hacerlo all¨¢ se las arreglen ustedes con gamberros y violentos. Ahora, gracias a la labor de Interior, han recapacitado y mantienen el orden con mesura. -
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