Cuesti¨®n de limpieza
A la cabeza privilegiada que se le ocurri¨® desalojar el pasado viernes la Plaza de Catalu?a habr¨ªa que nombrarle bobo del a?o. No solo fue incapaz de conseguir el cometido y enfangar la imagen de un cuerpo policial como los Mossos d'Esquadra, que se han revelado fieles seguidores de los grises franquistas en sus m¨¦todos, sino que, con su torpeza, reactiv¨® un movimiento que empezaba a languidecer.
Pero como las razones para la indignaci¨®n siguen creciendo, cualquiera que avive la llama con esas salidas de pata de banco ser¨¢ bienvenido para rearmar una moral de lucha que parece estar a la que salta.
En Madrid, en cambio, se est¨¢ jugando una extra?a e interesante partida de p¨®quer entre los inquilinos de la Casa de Correos, sede de la presidencia del Gobierno regional, y sus palmeros medi¨¢ticos contra la actitud de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. El ministerio del Interior es ya oficialmente el enemigo a batir, y la trampa que le puedan tender es jugosa. Si la polic¨ªa la emprende a palos, le hunden. Complicado. Parece un western.
La denuncia de los comerciantes suena a encargo venido de alg¨²n despacho
Cuando el 15 de mayo surgi¨® la mecha, los candidatillos de los grandes partidos se quedaron blancos y hasta mudos pensando: "A ver a qui¨¦n perjudican estos". Con los resultados en la mano, est¨¢ claro que han chafado pero bien al PSOE. No porque los simpatizantes del movimiento naciente a uno y otro extremo del pa¨ªs simpatizaran con los peperos, sino porque la indignaci¨®n ha provocado en parte la abstenci¨®n, el desprecio y el castigo a la izquierda real.
La derecha ha sacado tajada del asunto. Pero es conveniente aconsejarles que se muestren un poco m¨¢s agradecidos. Sobre todo empleando t¨¦rminos. Esperanza Aguirre exige que los acampados en la Puerta del Sol sean desalojados. Y su maromo consejero de Interior con ¨ªnfulas de agente secreto, el amigo Granados, dice que hay que limpiar la plaza. Despu¨¦s aparecen unos comerciantes con pinta de haber celebrado recientemente una primera comuni¨®n a decir que los acampados est¨¢n provocando una cat¨¢strofe econ¨®mica.
Alto ah¨ª. Primero, eso habr¨ªa que verlo y probarlo bien. Si fuera verdad, quienes no aprovechen para hacer caja esa ola y el tr¨¢fico constante de curiosos por los alrededores del centro tendr¨¢n que hac¨¦rselo mirar. No es cre¨ªble. No cuela. Suena a recado y a encargo venido de alg¨²n despacho.
En cuanto a la limpieza, lo primero que se ha puesto de manifiesto es que entre el Gobierno regional y el Ayuntamiento contin¨²a el baile de cuchillos. El aguirrismo urge a meter la fregona, y los agentes de Gallard¨®n responden que han realizado una inspecci¨®n sanitaria y que aquello est¨¢ como los chorros del oro. Uno se pasea por debajo de los toldos, entre las tiendas, y lo comprueba. Ni un papel, ni un mal olor, las camas hechas, la guarder¨ªa impecable, la consulta del fisioterapeuta con sus masajes, proverbial; y la biblioteca comod¨ªsima pero poco surtida todav¨ªa. Aquella peque?a ciudad donde ahora todo es posible seduce al visitante como todo un ejemplo de limpieza e higiene moral.
Justo la que les falta a ciertos dirigentes como Granados, sobre quien pesa la sospecha de haber empleado fondos p¨²blicos para organizar una red de esp¨ªas encargados de husmear en cargos de su propio partido. Aunque hayan revalidado la confianza de un electorado al que le resbala tambi¨¦n la catadura de algunos de sus compa?eros de lista enfangados con diversas "tonter¨ªas", seg¨²n calificaci¨®n de Aguirre, la definici¨®n de limpieza no debe llamarnos a enga?o. Bien saben muchos que no hay lej¨ªa en el mundo suficiente para desinfectar los g¨¦rmenes que dejan algunos en la vida p¨²blica. El consejero de Interior, su jefa y dem¨¢s ac¨®litos deben enterarse de que el ciudadano decente distingue perfectamente donde huele a mierda.
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