Derecho al pantal¨®n
Las empresas pueden decidir los uniformes, pero no discriminar a las trabajadoras - El traje masculino empieza a provocar quejas
Un paso atr¨¢s en el t¨²nel del tiempo, reci¨¦n compensado con otro adelante. Al fondo, el debate falda-pantal¨®n, y, sobre todo, el derecho a la igualdad plasmado en que las mujeres puedan trabajar con la prenda anta?o exclusiva de los hombres. El pantal¨®n fue el siglo pasado una conquista femenina: facilita los movimientos y viste la igualdad. Pero la falda sigue asociada al sexo desde la tierna infancia: en muchos colegios, incluso p¨²blicos, es obligatoria para las ni?as. En estas est¨¢bamos cuando, esta semana, el Tribunal Supremo quit¨® la raz¨®n al Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa en un caso de faldas; en realidad, de derechos y libertades.
Los magistrados acaban de fallar a favor de las enfermeras de la cl¨ªnica privada San Rafael, de C¨¢diz, que pleitearon por tener que ejercer con falda, delantal, cofia y medias en lugar de con un pijama sanitario, como sus compa?eros varones y las f¨¦minas que ejercen en quir¨®fano. Para sorpresa de muchos, el Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa hab¨ªa tumbado la reivindicaci¨®n de las trabajadoras -cuya puesta en pr¨¢ctica les supuso sanciones de la empresa-.
Las militares deben llevar falda en el uniforme de gala y las polic¨ªas eligen
Las azafatas visten pantal¨®n en Barcelona, pero no en Madrid
Ahora el Supremo abona una jurisprudencia ya abundante contra la discriminaci¨®n por motivo de sexo -en este caso, vestida de uniforme-, una conducta que el alto tribunal andaluz no hab¨ªa apreciado en el caso. En su sentencia, recuerda adem¨¢s la doctrina del Constitucional: "La libertad de empresa no legitima que los trabajadores hayan de soportar limitaciones injustificadas de sus derechos fundamentales y libertades p¨²blicas".
"Uf, es antediluviano hablar todav¨ªa de esto", exclama Carmen Bravo, secretaria de la Mujer del sindicato Comisiones Obreras, el que apoy¨® a las enfermeras gaditanas. "Lo desconcertante es que el Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa lo hubiera dado por bueno", reflexiona en el mismo sentido que otros muchos expertos consultados. Y es que, coinciden, la igualdad entre mujeres y hombres ha dado pasos de gigante. Pero a¨²n as¨ª esta responsable tiene una queja: el Supremo no ha atendido uno de los argumentos de la demanda, el de la higiene y seguridad en el trabajo. "Para una enfermera, ejercer con falda no es seguro ni c¨®modo", afirma Bravo.
La artiller¨ªa del alto tribunal es la del art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n, el que establece que todos los espa?oles son iguales, sin que quepa ninguna discriminaci¨®n. De ah¨ª que la imposici¨®n de falda a las enfermeras "resulta discriminatoria por contener il¨ªcita distinci¨®n entre hombres y mujeres y no permitir a estas la utilizaci¨®n de la prenda de uniforme que utilizan los hombres en las mismas dependencias".
Y va m¨¢s all¨¢: "La uniformidad femenina que existe en la empresa tiene un cierto componente tradicional o antiguo, que se vincula con una serie de valores pr¨®ximos a una posici¨®n no equilibrada de la mujer en relaci¨®n con la de los hombres".
Todo un varapalo a la falda, la cofia, el delantal y las medias para atender a los enfermos. Con esa indumentaria se pretende "proyectar al exterior una determinada imagen de diferencias entre hombres y mujeres que no se corresponde con una visi¨®n actual que el usuario pudiera percibir de los servicios sanitarios", seg¨²n la sentencia cuyo ponente ha sido Jes¨²s Gull¨®n.
Y s¨ª, las compa?¨ªas tienen derecho a imponer uniforme a sus empleados, recuerda el Supremo, pero dentro de un orden. "Un contrato de trabajo no puede restringir los derechos fundamentales", plantea Almudena Fontecha, secretaria para la Igualdad del sindicato UGT. "El uniforme lo determina la empresa, pero no puede vulnerar el derecho a la propia imagen, al honor ni establecer un trato discriminatorio entre trabajadores y trabajadoras", a?ade esta responsable.
Lo que s¨ª abunda en estas prendas obligatorias que se asocian a la imagen de una empresa o instituci¨®n es el estereotipo: ellas falda, ellos pantal¨®n. "Frente al avance de las mujeres en el ¨¢mbito laboral, aparecen elementos que no son profesionales y que las mantienen en un registro de lo femenino, como la obligaci¨®n de llevar falda", observa Isabel Mart¨ªnez-Benlloch, profesora de la Universidad de Valencia experta en g¨¦nero. "Negar a las trabajadoras la posibilidad de elegir la prenda que llevan perpet¨²a los estereotipos y las hace aparecer como objeto sexual", a?ade a grandes rasgos.
Pero la falda goza de buena salud en la uniformidad. Ni siquiera el Ministerio de Defensa lo ha fulminado pese a la creciente feminizaci¨®n de sus filas: las militares est¨¢n obligadas a llevarla cuando visten uniforme de gala y el pantal¨®n solo es preceptivo cuando portan armas. En las situaciones intermedias pueden elegir entre una y otro, explican en el departamento.
Mayor flexibilidad existe en el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil, que siguen id¨¦ntica pauta para sus funcionarias: pantal¨®n obligatorio excepto en el uniforme de gala, cuando pueden elegir entre este y la falda, informa F. Javier Barroso. En una polic¨ªa local como la de Madrid las agentes solo llevan pantal¨®n, incluso en el uniforme de la gala.
En la vida civil, los sectores m¨¢s propensos al uniforme -"traje peculiar y distintivo que por establecimiento o concesi¨®n usan los militares y otros empleados o los individuos que pertenecen a un mismo cuerpo o colegio", seg¨²n la Real Academia Espa?ola- son aquellos que realizan actividades de cara al p¨²blico. Permiten identificar al empleado responsable de un servicio y, de paso, forman parte de la imagen empresarial.
En la gran patronal CEOE carecen de estudios o posici¨®n sobre ello y remiten a las organizaciones sectoriales. En ANGED, que agrupa a grandes superficies comerciales donde el uniforme es moneda corriente, se limitan a se?alar que carecen de "un planteamiento com¨²n sobre la uniformidad". "En general, la falda es optativa, aunque anta?o fue obligatoria", se limita a decir una portavoz. Bien lo recordar¨¢n los clientes de El Corte Ingl¨¦s, por ejemplo.
En un sector estrella en lo que a uniformes se refiere, el de la organizaci¨®n de actos p¨²blicos institucionales, empresariales o grandes reuniones, se limitan a dar gusto a los clientes a la hora de vestir a sus azafatas... y a los cada vez m¨¢s abundantes azafatos. "Fui la primera en introducir pantalones, y me los com¨ª", dice gr¨¢ficamente M¨®nica del Valle, al frente de la empresa madrile?a CoolVintage I&E. Cocinero antes que fraile, la directora de esta firma debut¨® como azafata de congresos hace 25 a?os, cuando esa tarea era coto de "ni?as bien con buena presencia e idiomas". Ahora es un trabajo menos exclusivo socialmente, pero sigue siendo una tarea de altura: por debajo del 1,70 las posibilidades de contrato son m¨ªnimas. Y, al contrario que en otros ramos, las mujeres tienen m¨¢s oportunidades que los hombres, aunque unos y otras deben tener educaci¨®n y ser atractivos. La buena percha es imprescindible.
Pese a una puesta al d¨ªa que da sus primeros pasos con la presencia de azafatos, los clientes de Del Valle piden mujeres "en un 80%". Y con falda. De ah¨ª que los novedosos uniformes de traje pantal¨®n que encarg¨® la empresaria madrile?a a mediados de los a?os noventa sigan sin estrenar. "Te contratan azafatas porque quieren ver chicas, y la gente identifica azafata con falda. Si ven una con pantalones, ni se fijan", afirma. ?Y si son azafatos? "Los nuestros van con un traje gris oscuro y muchas veces no los identifican, porque creen que son un participante m¨¢s", se?ala la empresaria, especializada en eventos institucionales y presentaciones de firmas de lujo. La demanda m¨¢s frecuente que recibe es la de lo que se denomina "azafatas de imagen": al menos 1,82 de altura (que Del Valle aumenta con tacones de 10 cent¨ªmetros), talla 36 o 38 y buena presencia. Algunas compa?¨ªas piden un color de piel o de pelo concreto. "Los clientes prefieren un pib¨®n que llame la atenci¨®n", afirma Del Valle. Aunque la factura suba al menos en un 30%.
Pero estas pautas no sirven en todas partes. "En Barcelona, s¨ª es m¨¢s normal que las azafatas trabajen con pantal¨®n", afirma Del Valle. "Los clientes, tanto hombres como mujeres, suelen pedir azafatas con traje pantal¨®n, sobre todo para actos protocolarios", corrobora Magda Segarra, al frente de la firma catalana Particular Agency. Ni una ni otra saben cu¨¢l es la raz¨®n de la diferente demanda que se registra en las dos principales ciudades de Espa?a. Lo que s¨ª queda claro es que los usuarios tienen distintos registros.
A tenor de las explicaciones de Del Valle, la propia exigencia de los clientes adictos a la falda ha abierto la puerta a los azafatos. Las mujeres que contrata suelen ir con un uniforme con falda tubo oscura por encima de la rodilla y tacones de al menos 10 cent¨ªmetros; una vestimenta vistosa pero que abona el cansancio. "Los clientes se han dado cuenta de que una mujer que pasa 12 horas con los tacones se queda agotada". Y los azafatos, con zapato bajo, aguantan mejor la atenci¨®n y presencia a pie firme. "Desde hace unos cinco a?os, las empresas han empezado a pedir m¨¢s azafatos. Incluso para la Feria del Autom¨®vil, donde antes era impensable: ten¨ªan que ser chicas", apunta Segarra. Cree que la diversificaci¨®n tiene al menos dos motivos: la creciente presencia de mujeres entre los encargados de contratar los servicios de atenci¨®n y la constataci¨®n de algunas firmas de que los clientes se atreven m¨¢s a preguntar a otros hombres que a mujeres.
?Los uniformes como term¨®metro de la igualdad? En cierto sentido, s¨ª. "Han tendido a igualarse entre hombres y mujeres", recapitula Fontecha. Esta sindicalista cree que el problema va a cambiar de protagonista: "Muchos empleados, de banca por ejemplo, nos plantean que sus compa?eras pueden ir vestidas como quieran, mientras ellos est¨¢n obligados a llevar traje y corbata. Es algo sobre lo que debemos empezar a reflexionar. En muchos sectores los uniformados son ellos, con inevitable traje azul gris". Tampoco los hombres se libran de los estereotipos, aunque s¨ª de la falda.
Faldas pol¨¦micas
- La compa?¨ªa a¨¦rea Air Nostrum fue denunciada este mismo a?o por prohibir a las azafatas el uso de pantal¨®n. La compa?¨ªa asegur¨® que la prenda "se eligi¨® de forma democr¨¢tica".
- En 2009, un juez dio la raz¨®n a la empleada de una ¨®ptica madrile?a, Delgado Espinosa, que pleite¨® contra la obligaci¨®n de trabajar cara al p¨²blico con bata y sin ropa debajo.
- Iberia permiti¨® a sus empleadas de vuelo que eligieran entre falda o pantal¨®n en 2005. Sus compa?eras de Air Europa pod¨ªan optar desde 2003.
- Las azafatas del AVE dejaron de llevar falda obligatoria en 2004. Su caso lleg¨® hasta el Tribunal Supremo de la mano del sindicato CGT despu¨¦s de que la Audiencia Nacional lo desestimara en 1999.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.