Minero de cuchillos y silencios
Jos¨¦ Manuel ?lvarez apu?al¨® al padre, hermano y novio de su exmujer en un pueblo asturiano - De joven le llamaban El M¨²sico y era un chico reservado
Cogi¨® una maza, un machete y arranc¨® el coche de madrugada en direcci¨®n a la casa de su exmujer. Avanz¨® por el jard¨ªn y pinch¨® las ruedas de los veh¨ªculos de la familia. Despu¨¦s revent¨® la puerta de la vivienda y dentro desat¨® una carnicer¨ªa. Hab¨ªa cinco adultos, un ni?o de 11 a?os y una ni?a de seis. Los tres hombres murieron acuchillados, las dos mujeres quedaron heridas. Sus hijos fueron testigos del infierno. Ocurri¨® en Dega?a (Asturias) el lunes, despu¨¦s de la noche electoral.
Al peque?o Jos¨¦ Manuel ?lvarez ya le gustaba jugar con cuchillos. Un d¨ªa, en la escuela, lanz¨® uno hacia el encerado que pas¨® peligrosamente por encima de la cabeza de una compa?era. "Son cosas de cr¨ªos, tampoco vamos a decir que viendo aquello ya ve¨ªamos esto de ahora. No creo que fueran m¨¢s que chiquilladas", recuerda la madre de aquella muchacha frente al tanatorio de Villablino (Le¨®n), donde se velaba el martes a dos de los cad¨¢veres.
Aquella noche Silvia ya era concejal electa por el Partido Socialista
El hijo de la pareja estaba en casa y en la matanza pregunt¨®: "Pap¨¢, ?qu¨¦ haces?"
De joven le apodaron El M¨²sico, porque tocaba el acorde¨®n en un grupo de folclore regional. Hijo ¨²nico de familia acomodada, tuvo tanto como quiso: su acorde¨®n, una moto espectacular y una novia en Villablino. Entre capricho y capricho se colaron las drogas y estuvo desintoxic¨¢ndose con Proyecto Hombre. Dicen que sali¨®.
Cuando se nace en la comarca leonesa de Laciana o en la vecina de Fuentes del Narcea (Asturias) se sabe que las colosales monta?as de robles est¨¢n huecas por dentro y que uno va a ser minero. Jos¨¦ Manuel ?lvarez tambi¨¦n baj¨® a las galer¨ªas. Comparti¨® el tajo con muchos de los que el lunes lloraban los cad¨¢veres que ¨¦l dej¨® sembrados en la casa de Silvia Brugos, la que fue su mujer m¨¢s de una d¨¦cada y la madre de sus dos hijos. Se casaron y vivieron en el pueblo de ¨¦l, Caboalles de Abajo (Le¨®n). El paisaje, de una primavera casi inmutable, no var¨ªa de una comarca a otra, pero al cruzar la frontera asturiana se pisa el concejo de Dega?a, una aldea de unos 300 habitantes que el lunes se levant¨® antes de tiempo.
Silvia se cri¨® all¨ª. Siempre ha sido muy guapa, las fotos en Facebook atestiguan que lo sigue siendo. Su amiga Vicky dice mucho m¨¢s: "Es t¨ªmida y dulce, muy noble, siempre pregunta cuando no sabe, nunca va de sobrada. No digo que es buena porque le ha pasado esto, digo que le ha pasado esto porque es buena. A los malos no les pasa".
La pareja se separ¨® hace dos a?os, ¨¦l se qued¨® en Caboalles, con su madre, y ella volvi¨® a Dega?a con los suyos. El divorcio no estaba siendo un camino de rosas, dice Vicky. Hab¨ªa amenazas, incordios, neum¨¢ticos pinchados. Pero ella empezaba a salir. Ten¨ªa un novio que era maestro en un pueblo de Le¨®n y dice Vicky que pensaban en vivir juntos, aunque no puede precisar la inminencia de esa decisi¨®n.
A Jos¨¦ Manuel se le estaba escapando Silvia para siempre. A juzgar por las fotos, el maestro parec¨ªa todo lo contrario del primer marido. Jorge llevaba rastas en el pelo, que a veces se recog¨ªa en un turbante; vest¨ªa desenfadado. Los alumnos, que esta semana han mostrado su dolor por las muertes, le llamaban as¨ª, El Rastas, o El Arrebato o Melendi, por los cantantes. Le quer¨ªan. Dio clases en m¨¢s de un pueblo, pero ahora ten¨ªa un destino definitivo.
El domingo, Jos¨¦ Manuel lo pas¨® con sus hijos y por la tarde los devolvi¨® a la casa materna, a la que volver¨ªa horas despu¨¦s bien armado. La fatal madrugada del lunes, entre cuchilladas mortales, Silvia sac¨® fuerzas para hacer, al menos, tres llamadas: una a la Guardia Civil, otra a su t¨ªa In¨¦s y otra a Vicky: "Ven a por mis ni?os, este desgraciado ha entrado y nos ha acuchillado a todos", le dijo a esta. El tel¨¦fono marcaba las 5.44. "Yo no pude ir, no pude ayudarla, voy a o¨ªr siempre esa llamada", dice Vicky.
La Guardia Civil tiene el cuartel en el pueblo. Llegaron r¨¢pido y ordenaron que nadie saliera porque el del machete pod¨ªa estar escondido. A los agentes que vieron tan espantoso espect¨¢culo recibieron una semana de permiso.
La casa del crimen no est¨¢ adosada a ninguna otra. Es posible que la matanza, que sorprendi¨® a todos durmiendo, no fuera suficiente para alertar a los vecinos, pero el trasiego de ambulancias y Guardia Civil despert¨® a todo el pueblo. En casa de Vicky, al cruzar la carretera, las tazas de tila se agotaban mientras alg¨²n vecino, que se acerc¨® a la casa m¨¢s de lo que otros pudieron, vomitaba en el ba?o. Los amigos se fueron reuniendo all¨ª. Ninguno pod¨ªa creer que amanec¨ªa as¨ª la que fue una noche electoral llena de ¨¦xito y alegr¨ªa. Silvia Brugos se hab¨ªa presentado por la lista del PSOE, la ganadora, y hab¨ªa salido elegida. Hasta las dos de la madrugada estuvo celebrando con los compa?eros los resultados en el pueblo de al lado, Cerredo, donde tienen los socialistas un local y donde vive el cabeza de lista, V¨ªctor P¨¦rez.
Vicky lo llam¨® de madrugada y el candidato electo sali¨® a todo correr para Dega?a. Se salt¨® el cord¨®n policial de la casa, pero lo que vio all¨ª lo guarda para ¨¦l. Solo quiere recordar la noche electoral: "La vi feliz, feliz. Yo sab¨ªa que esta chica era capaz, por eso le ofrec¨ª formar parte de la candidatura. Acert¨¦. Ten¨ªa unas ganas enormes de hacer algo, de sentirse ¨²til. Probablemente ¨¦l vio que estaba sacando la cabeza, que ten¨ªa amigos, su novio. A veces me siento hasta culpable... Pero yo s¨¦ que a estos les vale cualquier excusa para matar", dice V¨ªctor, a quien no se le va de la cara la consternaci¨®n.
La t¨ªa In¨¦s, que accedi¨® a la casa, es la que ha contado m¨¢s de la matanza. Dice que el ni?o pregunt¨® en mitad de la barah¨²nda: "Pap¨¢, ?qu¨¦ haces?" y eso sirvi¨® para que el criminal se diera a la fuga. Que la madre recibi¨® una pu?alada en la espalda mientras proteg¨ªa a las criaturas, la que le afect¨® el pulm¨®n. Que el hermano de Silvia a¨²n viv¨ªa cuando entraron a salvarlos. Que le dio tiempo a decir algunas palabras.
Pero quedan interrogantes. ?Quer¨ªa Jos¨¦ Manuel matarlos a todos o solo a Silvia, o solo a ella y a su novio? ?Qui¨¦n pudo defender a qui¨¦n? ?A qui¨¦n atac¨® primero? Seg¨²n su abogado, ?lvarez dice que hab¨ªa ido a buscar a los ni?os y que no era consciente de lo que hab¨ªa hecho. Que estaba medic¨¢ndose. "No tiene justificaci¨®n", dice un t¨ªo pol¨ªtico suyo que lleva el bar El Taller, a unos metros del tanatorio de Villablino: "La t¨ªa es mi mujer, s¨ª, qu¨¦ vamos a decir, cuando ven¨ªan al pueblo con los ni?os ven¨ªan a vernos".
Silvia, a sus 36 a?os, ha perdido a su padre, Manuel ?ngel Brugos, minero jubilado de 61 a?os; a su hermano Roberto, de 33, que trabajaba en Galicia y estaba en el pueblo de baja laboral. Y a su novio, Jorge Marqu¨¦s, de 36, que pasaba aquella noche con ella.
Los vecinos de Dega?a y los pueblos colindantes han usado con insistencia una palabra para describir a Jos¨¦ Manuel, una persona que sal¨ªa poco, que no ten¨ªa un grupo de amigos con los que ver el f¨²tbol o ir de copas; tampoco cuando estaba casado se le ve¨ªa mucho con su pareja por ah¨ª.
El calificativo m¨¢s repetido para ¨¦l es "reservado". Los mineros se cambiaban de ropa y se aseaban a su lado cada d¨ªa al final de la jornada. "Unos d¨ªas te hablaba y otros no", recuerda V¨ªctor P¨¦rez. Y muchos a?os antes, cuando el autob¨²s hac¨ªa la ruta hasta el instituto, el chico que se sentaba siempre solo en la parte de atr¨¢s era Jos¨¦ Manuel, El M¨²sico.
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